No sé cuánto más rato estuvimos caminando, pero se que fue bastante, en todo el camino José me decía por donde si y por donde no, dejando de lado una que otra broma de su parte.
—Aquí hay escaleras Alicia.—asentí.
Di dos pasos intentando tantear el escalón, pero no llegue a nada, sentí una mano en mi cintura, me sobresalte un poco.
—Lo siento, ¿te molesta si...?
—No hay problema, creó que es mejor así.
Me aferre a su cuerpo y comencé a subir los escalones con su ayuda, se detuvo y yo casi me voy de cara al piso, pero eso no sucedió porque me tenía agarrada, vaya, si está dispuesto a cumplir su promesa.
—Llegamos.
Sonreí a los pocos segundos mi visión comenzó a hacerse más nítida, parpadee varias veces porque la luz tan de repente me había molestado.
Estábamos al parecer en la terraza, pero esta era diferente a la que yo conocía, estaba algo abandonada, y era pequeña, si no es por él, nunca antes habría venido.
—¿Dónde estamos José?
Sonrió, pero no me contestó, se acercó al barandal, me acerqué a él, tenía su vista al frente así que hice lo mismo, desde aquí se podían apreciar todas las canchas y parte del parque.
—No ubico dónde estamos.
—Solía venir aquí cuando estaba en secundaria. —volteé a verlo.—Lo hacia cada que no quería entrar a alguna clase o cuando me sentía mal.—volteó a verme.—Te traje aquí para que me cuentes.
—¿Lo de ayer?
—Si no te molesta, claro está.
—No, tranquilo, creó que mereces saberlo, después de todo, seremos amigos, ¿no?
—Puede que sea una locura Alicia, pero en serio te considero mi amiga.
—Pero ni siquiera me conoces, has hecho más tú por mi que lo que yo pueda hacer por ti, ¿cómo puedes estar tan seguro de que no te voy a dañar?
Volteé al frente, sentía su mirada sobre mí y me daba cosa verlo a los ojos, me sentía nerviosa.
—Porque eres incapaz de dañar a nadie. —se recargó en el barandal buscando mi mirada.
—Todavía estas a tiempo de arrepentirte de ser mi amigo.
Dejé que el contacto visual se hiciera presente, tenía que aprender a verlo a los ojos, aunque ahorita me costara trabajo.
—Quiero ser tu amigo, en serio Alicia.
—Dejaré que lo pienses después de contarte lo sucedido con Pedro y David.—suspiré.
—¿Quieres que nos sentemos?
—Como veas.
Asintió y me indicó que lo siguiera, así lo hice; en el otro extremo había dos bancas y una pequeña meda mal cuidada, nos sentamos en la misma banca, él se recargo en la pared y yo me puse de lado para verlo.
—Si quieres podemos empezar con otro tema.
—No.—me apresure a decir, me miró confundido. —Quiero decir, empiezo con eso, así si ya no quieres ser mi amigo ya no hay necesidad de que me conozcas.
—No me voy arrepentir de nada, estoy seguro de que quiero ser tú amigo y haré lo que sea para ganarme tu confianza.
Sonreí.—Eres muy lindo.
ESTÁS LEYENDO
Un desconocido
أدب نسائي¿Dos completos desconocidos pueden llegar a ser mejores amigos? Alicia y José, dos desconocidos que con un día tuvieron para hacer una conexión. Dicen que de los mejores amigos se enamoran, ¿pero ellos serán una excepción? Ellos demostraran que no...