Capítulo 14

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— Me encanta tu olor a magnolias, hyung. — Comentaba Hoseok trazando delgadas líneas con una de sus uñas sobre la pálida piel de aquel cuerpo desnudo yaciente a su lado. — La textura de tu piel, tu cabello, esa mirada felina y tan dura por momentos que no parece ser la de un omega tan entregado como tú.

— Sabes que no me gusta que recuerdes mi triste posición como un omega.

— No te discriminan por serlo, te respetan, te dan tu lugar. Antes era feliz siéndolo.

— Lo era, fui el omega más feliz cuando encontré a mi destinado, un alfa ejemplar que me cundió en amor y atenciones. Lo fui el día que fui marcado y llevaba esta marca que ahora se tornó grisácea, esta que a veces amanece picándome, ardiéndome y hundiéndome en el dolor. Fui un omega con el que su alfa jamás cerró el vínculo a pesar de estar a su lado por tantos años.

El pulgar que acariciaba la línea de aquellos labios se elevó hasta las mejillas para secar las lágrimas que descendían antes de que el omega lo apartase con cierta brusquedad no buscada para levantarse.

— Creo que es hora de prepararte para marchar, si descubrieran que estás aquí conmigo, los de tu manada incendiarán media ciudad. — Tenía razón, si lo descubrían entrando en un territorio prohibido, perdiéndose entre las sábanas de un omega ya tomado, las repercusiones serían una catarsis peligrosa.

El beta estaba consciente que a pesar de tener la libertad para estar con quien quisiese, ese omega al que con el tiempo había aprendido a querer cuando todo lo que buscaban era consolarse mutuamente dada sus situaciones con sus parejas, ese rubio de mirada penetrante que caminaba sin ganas hacia el baño no era para él. No debió haberse atrevido a posar siquiera su mirada en alguien que tuvo que permanecer invisible para él, pero no lo logró por mucho que intentara refugiarse en otros lugares. Solo ahí, en ese nido prohibido es donde realmente volvía a sentirse bien por momentos.

Quería quedarse ahí, al menos algunas horas más pero el resonar de su teléfono lo regresaba cruelmente a la realidad. No quería atenderlo, sabía que esas eran responsabilidades pero, ya fuera Jungkook o Namjoon quien lo estuviese llamando, si no contestaba, tendría que responder una serie de preguntas que no quería responder porque cada palabra que salía de su boca, su esposo la analizaba al punto en donde por momentos le hacía creer que ya estaba al tanto de todo. Era difícil esconderle algo a Namjoon, a él no podía mentirle si era interrogado.

Sin embargo, la llamada recibida no era de ninguno de los dos, sino de uno de sus informantes, recibiendo la confirmación de que el Titanic había vuelto a atracar en el puerto. Bajo la atenta mirada de su hyung, comenzó a vestirse gran velocidad mientras intentaba marcarle a su jefe y esposo. Namjoon no contestaba y eso lo estaba enloqueciendo porque él jamás dejaba su teléfono de lado, en un momento como ese, era terrible que lo estuviera haciendo.

— Reunión en el puerto en una hora. — Habló Hoseok cuando escuchó la adormilada voz del alfa con quien se casó.

Algo confundido separó el teléfono de su oreja para ver la hora y ya eran pasadas las diez de la mañana. Namjoon era como la golondrina que despertaba con el amanecer. Sin embargo, lo que más lo confundió fue escuchar la voz que se quejaba y pedía volver a dormir, una voz que él reconocía bien e hizo que el agarre sobre su teléfono se afianzara, que todo movimiento se detuviera mientras fruncía su ceño.

— ¿E-Estás con Jimin? — Indagó por alguna razón con su voz quebrada pese a no tener derecho de tenerla de ese modo. No creyó que eso fuera posible pero a pesar de todo, de estar incluso preparado para ello, dolía. — ¿Pasaste la noche con tu destinado?

— ¿Eh?— Hizo un ruido torpe mientras abrazaba a un Jimin que se quejaba por ser despertado. — Ah, sí, ayer hablamos y nos quedamos dormidos conversando. Igual ya estoy despierto, ya salgo para el puerto, nos vemos en el hangar que se encuentra a tres kilómetros de ahí. — Avisó y el beta no pudo hacer más que asentir, recordando la presencia de su hyung en la habitación, viéndolo vestirse también. — Yo llamaré a Jeon, tú encárgate de avisarle al resto de nuestros hombres y manejar todo con discreción.

Between WolvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora