Capítulo 16

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A diferencia de lo que muchos podrían llegar a creer, no siempre la razón no se oponía a los instintos, sino que fundaba su motivo y su poder ponderativo en ellos como licántropos que no dejaban de ser criaturas salvajes desde tiempos memorables.

A menudo oían decir que las fieras atacaban sin propósito porque carecían de razón, que su comportamiento estaba guiado por un automatismo, que el mal se originaba en los actos que parten de las entrañas y que la mente era la fuerza que gobernaba al hombre de bien. Estos y otros sinsentidos eran las falacias que se contaron por años en un intento patético de justificar la ambición desmesurada y deseos avarientos.

Jungkook sabía que ellos podrían ser más que puros instintos agresivos o posesivos, luchó toda su vida contra esto a su manera pese a su actitud que por momento lo obligaba a desatar partes de él que prefería calmar.

Pero ¿no era cierto que los lobos cuidaban a sus cachorros? ¿No era verdad que defendían sus territorios o parejas, que protegían con uñas y dientes a los que estaban bajo su cargo? ¿No era cierto también, que los hombres asaltaban, robaban y asesinaban cuando sufrían hambre, cuando ven peligrar a los suyos o cuando experimentan en sus almas la tentación y codicia?

Entonces ¿por qué tendría que huirle a la voz procedente de su lobo que le exigía ir en búsqueda del licántropo líder de los Mul para protegerlo? ¿Por qué temería entrar en la boca de su propio lobo? ¿Por qué eran culpados por segar las vidas de los ganados cuando eran los humanos como los que los estaban combatiendo en ese momento quienes se apoderaban de sus dominios, quienes los perseguían y cazaban, a ellos, a sus descendientes y a sus fuentes de alimento más directas?

Mientras que los animales como ellos podrían actuar inspirados por sus impulsos básicos, la maldad también se asomaba a la razón de los hombres y plantaba allí sus gérmenes. Solo el hombre egoísta y su degenerada razón podrían malignizar lo que es justo por naturaleza: procurarse sustento, procrear a fin de preservar la especie y amar con pasión a los que le rodeaban.

Por eso no se le podía culpar por lo que estaba a punto de hacer, una gigantesca matanza sin esperar las respuestas que necesitaba, esas las conseguiría de otra manera. Recargó su arma y comenzó a disparar contra todo humano que entraba en su campo de visión o al menos lo hizo hasta que sintió sus manos frisarse y todos cuerpo desde el interior comenzar a congelarse. El frío que lo azotó no fue condescendiente con él y mucho menos lo fueron las imágenes que invadieron su visión e hicieron caer de rodillas.

Viendo esto, Namjoon y Hoseok corrieron hacia él mientras Jimin luchaba junto con algunos Bul contra varios sujetos abriéndose paso en búsqueda de Taehyung. No supo en qué momento desapareció su vista pero necesitaba encontrarlo.

Los esposos custodiaron a su jefe para que nadie se le acercara notando la precaria situación en la que se encontraba. Sudaba chorros, cada vena de su enrojecido cuello y frente sobresalían exageradamente. Su respiración era irregular, puesto que su pecho agitado se estaba hinchando. Sus rojos y brillantes ojos estaban dilatados en exceso y su garganta se ensanchaba casi cortando su respiración cuando debería ser al revés.

Todo lo que veía Taehyung a su alrededor era hielo y mar, estaba perdido y no conocía el camino a seguir, parecía que todo se había borrado y era prisionero en ese pequeño cuadrado. Estaba agitado, su lobo blanco corría sobre la nieve e todas las direcciones, chocando contra paredes invisibles cada vez. De él emanaban quejidos, el llanto de un lobo solitario y asustado a punto de darse por vencido.

Fue el sonido de unas patas y un aroma familiar lo que le hizo saltar sobre sus cuatro patas y voltearse para buscar la dirección de aquel ruido. Justo frente a él, pero en un paisaje totalmente diferente al que admiró segundos atrás, un lobo de azabache pelaje hizo su aparición gruñéndole bajo.

Between WolvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora