LIII

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LIII. Gott schütze die Köning:  
The awakening (II)

Nacemos, vivimos y morimos. A veces no necesariamente en ese orden. Ponemos las cosas a descansar solo para hacerlas crecer de nuevo.

Eso es lo que la gente dice a menudo.

Mi yo interno, sólo creía en que la vida es lo suficientemente corta como para darte el lujo de pestañear y encontrarte en otro mundo de inseguridades y descanso eterno.

Mis sienes palpitaban tanto que sentía que mi cabeza pronto explotaría. Igual a una resaca extrema, mi cuerpo se sentía levitante, en un estado nítido de relajación.

Era extraña la forma en la que los seres humanos éramos sensibles al dolor. Y también curioso, aquel era el mismo que no lograba sentir.

Estaba confundida.

Mis sentidos poco a poco comenzaron a retomar pieza. Cerré los ojos cuando la luz natural me cegó la vista. Éstos, poco a poco se fueron acostumbrando a ella, aunque escuchaba el eco y la voz de otras personas.

¿Me estaban hablando?

¿Hablaban entre ellas?

Mi visión se vió afectada, en todo caso, borrosa. Quizás no enfocaba bien las imágenes que se me presentaban cuando un hombre de bata blanca puso una pequeña linterna en los ojos, igual a un bolígrafo preguntándome cosas que en lo personal, no les encontraba sentido.

—Eris, ¿Me escuchas? —fué lo único que distinguí entre tantos murmullos.

Si, lo escuchaba a medias.

Aunque intenté responder, había algo que me lo impedía.

Poco a poco comencé a sentir un gran exceso de aire acumulado en mi garganta. Comenzaba a raspar y a doler, así que mi desesperación fué en aumento.

Era una sensación espantosa, ardía. Demasiado, no podía respirar si tenía aquella cosa metida en la boca. Quise llorar en ese instante.

Tenía un respirador en la garganta.

De esos que te introducen y te cubren hasta los labios. Llegan hasta tu tórax, con aire prestado.

—Vamos a desentubarla, Eris, tranquilizate. Todo va a estar bien. Por favor intenta calmarte.

Lo hice pero casi no dió resultado.

Esto debía ser peor que una pesadilla.

⚔️⚜️⚔️

Corríamos despavoridos cruzando cada interminable pasillo de este hospital.

La habitación destinada estaba en el octavo piso, estábamos a punto de llegar. Entré enfermeros, camilleros, doctores, al fin concluimos con la respiración al mil por hora.

Ella había despertado.

Estaba despierta y me parecía tan increíble.

Del verbo: no lo puedo creer.

Ajá.

Así que al llegar, todos se encuentran mirando hacía la ventana que dá hacía el interior de la habitación.

𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄  #𝟐  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora