VII

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VII. Suffer.

¿Qué ocurre cuando un sueño se aplaza? ¿Se reseca como una pasa al sol? Se sutura como una herida infectada, se doblega como una carga pesada o hay una explosión, no lo sé.

Hasta éste punto a mí me faltaba explotar.

Quién diría que hace apenas unos días regresé de una excelente luna de miel y me encontré con fantasmas que ántes me atormentaron.

Hablo por Neferet.

Aunque también sigan los fantasmas que deseo revivir.

Los recuerdos.

Siempre dicen que los recuerdos son los que prevalecen en la memoria. Pero lo que nadie sabe es que a veces la mente puede arruinarte las jugadas, los sentimientos te dominan y pierdes autocontrol.

Existe el olvido.

Me dá tanto miedo esa última palabra.

Hay cosas que olvidas como el lugar en el que dejaste tus llaves o donde pusiste tu celular. Pero también existen cosas que deseas olvidar... Y no puedes.

Te queman.

Joder.

Doy un respingo cuando siento dos brazos rodearme el cuerpo. Nisiquiera logro entenderme. Es como si quisiera guardarme a mí misma en una caja de cristal cuál bailarina y jamás salir de ella. Ese hombre quedó impune ante sus crueles actos y abandonó la abadía en cuando se supo al exterior. Sientes impotencia... pero nada puedes hacer. Cuando él regresó a su cargo como Cardenal inglés, me maldecí a mí misma.

—Cariño, soy yo. —su voz me tranquiliza.

No quisiera actuar de esa forma pero, Ares estaría cumpliendo veintiséis años en pocas horas. El año pasado estaba siendo golpeada por una loca desquiciada a ésta misma hora y nisiquiera pude tocar para él.

Tocarle a las estrellas.

Siempre supe que mi hermano me protegería desde donde estuviera, así que cuando observo el cielo estrellado, lo observó a él en las constelaciones. Ahora lo hago y una tristeza enorme me invade el cuerpo y el corazón.

—¿Viste el jugo de las fresas? —asiente y siento su barbilla reposar sobre mi hombro mientras abraza mi cuerpo de espaldas. —Parecía sangre pura...

—¿Quieres que hablemos? —asiento.

—Lo encontré muerto en un gran charco de sangre. Tardé horas en retirarla de mis manos, mi cuello y mis brazos. Mañana es su cumpleaños...

—¿Cuántos?

—Veintiséis. —besa mi mejilla.

—Yo te entiendo...

—No creo que...

—Yo también perdí un hermano. —lo miro. —Digo, no lo conocí, pero me hubiera gustado conocerlo. Falleció al cumplir tres años de edad en un atentado contra mi padre. Una gran razón para odiarlo más. Mi madre sufrió durante muchos años, inclusive después de tenerme según las historias de las nanas que me cuidaban cuando pequeño. Entre ellas, Daye.

—¿La señorita Daye? —cuestiono incrédula. Él asiente.

—¿Sabes su nombre?

—Se llamaba Greg. —murmura con nostalgia —No debería decirte esto ahora aunque sabes que no hay secretos entre nosotros. A lo que quiero llegar es a que no deberías encerrarte en una burbuja tú sola. Puedes hablar con alguien, puedes hablar conmigo. Yo te escucharé con total atención. —suspira —Tus dolores son los míos .Quiero lo mejor para ti, que estés bien mi corazón. —Creo que mi órgano vital estallaría de amor por él. Se preocupa por mí como nadie, me cuida de todo, sé que me ama. —Me preocupé por ti cuando te fuiste de la mesa.

—Disculpame... —le digo con sinceridad.

—Descuida, ¿Ahora estás mejor? —asiente.

—Te amo Niall. —susurro como si lo dijera para mí misma.

—Yo te amo muchísimo más. —me dice de igual forma. —Ahora sonríe, me encanta verte sonreír. Anda... —comienza a hacerme cosquillas en las costillas y aunque trato de reprimir una fugaz risa, fallo en el intento. —Así es, te ves más que preciosa haciéndolo. —me abraza de frente. Entonces me dejo embriagar por el aroma tan exquisito que desprendía su ropa y cierro los ojos disfrutando del momento.

—Nunca me dejes, jamás lo hagas. —me aferro a su saco.

No lo haré. Primero me dejas tú en todo caso. —río.

—Así es. Sólo si te aburres de mi y consigues a una chica más linda o tal vez más sexy. Con... piernas largas, cabello envidiable y un cutis de muerte. No olvidemos el trasero.

—¡Oye! —me riñe —No me aburriré nunca de ti, tu eres hermosa, tu sensualidad es sobrehumana, tus piernas son las más bellas, suaves y tersas. Tu cabello tiene un exquisito olor a coco, tu cutis es perfecto y ¡Tu trasero me vuelve loco! —lo aprieta con ámbas manos haciéndome reir.

—¿Quieres que tengamos sexo ahora? —aparto un mechón de su cabello por encima de su frente.

—¿Quieres tu? —enarca una ceja.

—Bueno, acabas de apretarme el trasero, lo cual me hizo saber que pronto tendrías una erección. —mi mano viaja hasta su entrepierna. —Así es, la tienes.  —se ríe —entonces si. Quiero hacerlo. —me retira el abrigo.

—Ahora sí todo estará bien. —dice ántes de atacar mis labios y aventarnos juntos a la cama.

Definitivamente, mi esposo era mi analgésico más efectivo.

⚔️⚜️⚔️

—Ya tienes que ir. —los zapatos resuenan por todo el piso.

—Ya sé. Pero los planes aún no están listos.

—Quiero la cabeza del rey aquí. —apunta un cuerno encima de su chimenea.

—El plan principal pronto culminará voy todos ascenderán. Tranquilo. Tendrás lo que siempre has querido

»Una venganza.

—Que inicie el juego entonces... Mi querido Eduardo...


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¿Cómooooo? Yo ya no sé, saquen sus propias conclusiones. Éstos carajitos cada vez me sorprenden más. Bueno, ya ni el PRD.  Disfruten mientras pueda... (Again), las amooo.❤️

AllfEdwardS.✨

𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄  #𝟐  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora