LIV

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LIV. Verdades

Eran incontables los momentos que podía recordar igual a una ráfaga de viento fresco en verano.

Me pasaba lo mismo cuando escuchaba su nombre.

Era mi paz, mi descanso. Mi ancla, mi cielo azul.

Si yo pudiese cambiar de lugar con ella, realmente lo haría.

Si pudiera aliviar su dolor, realmente lo haría.

Si pudiera hacerla sonreír de nuevo, daría hasta mi vida... y realmente lo haría.

Le veo parpadear un par de veces antes de dejar caer otra lágrima sin expresión alguna. Miraba hacía el horizonte, pensando que tal vez todo ésto se trataba de algún mal sueño del que ya quería despertarse.

Pero no.

Esta es la realidad... y tenemos que hacer un gran esfuerzo por aceptarla.

Tomó la pequeña libreta que usaba para comunicarse de ahora en más y me la entregó después de escribir un par de cosas en ella. Fruncí el celo en señal de disgusto por lo que había escrito en el papel.

“Lamento haber sido una carga y una preocupación inecesaria para ustedes todos estos meses.”

—¿Qué estás diciendo? — se encogió de hombros.

Recalcando que en ningún momento me ha mirado a los ojos. Me desvía la mirada, la evita y sinceramente no es sólo conmigo. Hace un rato sus padres entraron para poder saludarla y hablar con ella. La observé con total atención. Siempre esquivando los ojos.

Quizás era parte de su proceso emocional, tenía que respetarlo de alguna u otra forma.

—Deja de decir esas cosas, tu no eres ninguna carga. ¿Entiendes?, Todos darían lo que fuera porque estés bien. Todos te extrañamos, yo te extrañé... demasiado. —tomé su mano. —fueron los meses más largos que he pasado. —Eris suspiró antes de volver a escribir.

“Ese es mi problema Niall. Se preocuparon dos meses por alguien que siente como si lo sucedido hubiera pasado apenas ayer. Es mi culpa, así que lo lamento.”

—No es tu culpa, nada de lo que pasó. —hubo un pequeño roce entre nuestros dedos, justo el mismo que hacía cuando intentaba despertarme. —Mírame... —se rehusó a hacerlo. ,—Mírame. —le ordené.

Hasta que lo hizo, por un corto lapso de tiempo, pero lo hizo.

Y lo que pude ver en sus ojos, no me gustó para nada.

Creía saber el porque de sus actitudes.

Su mirada, estaba llena de vergüenza.

—No me mires así. —susurró y aunque no habló como tal, aquello me dejó sin aliento.

—¿Así como? —comenzó a jugar con sus dedos en señal de nerviosismo.

—Con pena. —inquirió. Ladeé mi cabeza un poco para poder observarle mejor. Decidido, tomé su barbilla con mi mano derecha, la levanté haciendo que ella me mirase aunque fuese obligatorio.

𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄  #𝟐  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora