Capítulo 37

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Toda la semana he estado recibiendo flores, encuentro una cada vez que abro mi casillero, cuando entro a mis clases y hasta en mi dormitorio, definitivamente Mike se siente mal

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Toda la semana he estado recibiendo flores, encuentro una cada vez que abro mi casillero, cuando entro a mis clases y hasta en mi dormitorio, definitivamente Mike se siente mal.

—Ya casi parece que vendieras flores —me dice Jess caminando a mi lado.

—Lo sé —comento sosteniendo cuatro flores azules —Aunque debería empezar a hacerlo, necesito dinero.

—¿Dinero? ¿Para qué? —pregunta mientras nos sentamos en una de las bancas de la cancha de fútbol.

—Quiero comprar libros y una nueva laptop, la que tengo está dañada —digo guardando las flores en mi bolso. Espero que no se dañen.

—Si quieres puedo acompañarte a conseguir trabajo, en la esquina hay una cafetería —me dice señalando a su derecha —Podemos preguntar si hay un trabajo disponible.

—Eso estaría bien.

—Valió la pena salirnos de clase —dice soltando el aire y recostándose —Necesitaba este momento.

—¿Ocurre algo? —pregunto refiriéndome a su relación.

—Oh, no, es solo que a veces necesito tiempo para mi sola —cierra los ojos y se relaja en la silla.

Asiento y me cruzo de brazos —¿Cómo está, Mike?

—Está bien, supongo, todas las tardes hace ejercicio con los chicos, ahora que no estas parece que tiene mucho tiempo libre.

Mike y yo no nos hemos dirigido la palabra desde hace una semana y a pesar de que recibo sus flores ninguno de los dos se ha acercado. Ya empiezo a extrañarlo, se me hace muy doloroso sentarme en nuestro lugar sin él. 

—Bien.

—No entiendo que sucedió entre ustedes —frunce el ceño sin abrir sus ojos, la piel de Jess brilla por todas partes y los rayos de sol que penetran su piel le hacen dar un color más rojizo.

—Me mintió.

—Todas las personas mienten, cariño —me dice moviendo una mano para no darle importancia

—Es diferente —se supone que éramos amigos

—No lo es ¿Tu alguna vez le has mentido?

Niego con la cabeza —No. No lo sé

—Yo sé que sí —se gira mirándome —A veces tenemos que ocultar algunas cosas para nosotros. Una mentira no hace daño cuando se tiene buenas intenciones.

Suspiro.

—¿Qué hay de Sandiel? —pregunta cambiando la conversación.

—¿Qué ocurre con él?

—¿Ya no salen juntos? —interroga.

—Neh, ni siquiera hemos hablado mucho.

—Pensé que te gustaba.

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