Capítulo 31

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William soltó una gran carcajada mientras acercaba el cuerpo de su esposa hacia a él, coloco uno de sus brazos sobre su cintura para evitar que ella se alejara. Sintió como ella recargo su cabeza sobre su hombro mientras ambos disfrutaban de la calidez del otro mientras gozaban de la tranquilidad que les provocaba estar en la tina, el joven miró la larga cabellera de la joven para luego detener su mirada en el cuerpo de ella, le había prometido ya no molestarla y sólo disfrutar del momento pero desde que había probado su cuerpo ya no podía detenerse, cada vez quería más.
Aquella mano que antes sostenía su cintura se navego por su cuerpo hasta llegar a uno de sus pechos, la joven levantó la mirada con la intención de reclamar pues habían acordado que ya no la molestaría pero al observar su mirada llena de pasión sabía que ya no estaba bromeando, podía sentir como la parte íntima de él chocaba contra su cuerpo de un momento a otro aquella molestia se convirtió en vergüenza pues sabía lo que seguiría, su vista se fijo en la de él y cerró sus ojos cuando se acercó para besarla, podía sentir como su esposo la tocaba sobre el agua, como jugueteaba con ella haciéndola suspirar, de un momento a otro la hizo cambiar de posición, sus manos se colocaron en la orilla de la tina y antes que pudiese preguntar el porqué sintió como él entró en ella, aquella posición le era tan vergonzosa, él la miraba pero ella no podía verlo.

-Williams -susurro su nombre entre suspiros -William, quiero verte.

Le pidió a lo cual él se detuvo para ayudarla a girar, la ayudó a cómodarse antes a volver a entrar dentro de ella.

-¿Esta mejor?

-Bésame.

Pidió y él obedeció de inmediato. Se alejo para verla a los ojos antes de volverla a besar, incluso aunque le era un poco incómodo ella quería continuar de esa manera al lado de su esposo.

Los gemidos de la joven resonaban en la habitación, ella se sentía agotada pero aún así parecía que aquella hambre por tener a su esposo no desaparecía.

-Jamás podría cansarme de ti-le susurro Williams para plantar un beso sobre su frente.
Ella le miró reflejando su cansancio -parece que acabe con tus energías.

-Debo admitir que jamás pensé que mi esposo fuese alguien apasionado.

-Podía decirse que soy una bestia.

La joven soltó una risa debido al comentario del joven, se acomodo entre las sábanas de su gran cama para verlo, su cabello aún se encontraba húmedo ya que habían salido con prisa de la tina para proseguir en la habitación. William le sonrió a su esposa mientras jugueteaba con su cabello, cuando estaba a punto de abrazarla la puerta fue tocada por un sirviente anunciando la llegada de un invitado, William soltó un gran suspiro con frustración pues pensó que al llegar a su nuevo hogar por fin podría gozar de una vida tranquila.

-Espera aquí.

-Pero lo correcto es que la ama de la casa reciba su visita.

-Será algo rápido, además para que molestarte en vestirte cuando volverás a estar desnuda.

-No deberías hablar de esa manera.

-¿Por qué? Eres mi esposa y la verdad es que soy un completo desvergonzado frente a ti.

La joven no pudo evitar soltar una breve risa mientras que Williams se levantaba con rapidez para vestirse con rapidez para ir a ver al visitante inoportuno.

Abrí las puertas de la gran sala para encontrarse con el gran archiduque quien bebía té tranquilamente, el hombre le sonrió pero el joven no pudo corresponder la misma manera, de todas las personas que conocía él era una de las personas que más detestaba, al menos el hijo de este hombre era educado y cordial pero no podía decir lo mismo de él, era soberbio, era alguien con una maldad que no podía ocultar.

-Vine a dar mis más grandes felicitaciones.

-Hubieras enviado un regalo como los demás.

-Tonterías, eres como un hijo para mi.

-Me temo que no puedo corresponder su afecto gran archiduque.

El hombre solo soltó una gran carcajada antes de levantarse para luego mirar alrededor, un rumor interesante había llegado a sus oídos y quería comprobarlo por él mismo.

-¿Dónde se encuentra la gran duquesa?

-Mi esposa está indispuesta.

-Parece que llegue en un mal momento.

-En efecto, lo correcto hubiera sido llegar con una invitación.

-Es más rápido que llegue la muerte a por mi que una invitación de su parte joven duque-bromeó el joven mirando hacia la puerta a lo cual William se coloco enfrente.

-Si quiere conocer a mi esposa podrá hacerlo durante nuestra ceremonia de bodas.

-Es cierto, escuche que la antigua gran duquesa organizará un gran banquete después de todo nuestro nuevo duque no puedo presentarse sin su esposa.

-Hasta entonces ella no conocera a nadie.

-¿Acaso te avergüenza? Pareciera que la quiere mantener oculta.

-Cuídese sus palabras, no porque sea el gran archiduque significa que le tendré consideración.

-Vaya coraje, eres como tu madre.

El hombre resignado se despidió mientras que era escoltado por William pues quería sacar cuanto antes a aquel hombre de su hogar, ambos se despidieron y William al escuchar la voz de su esposa se apresuró a llevarla de vuelta a su habitación, el gran archiduque giro para observar con atención aquella figura que le fue tan familiar, era como verla de vuelta con vida, dio un paso pero la puerta ya se había cerrado frente a él y sabía que si la joven salía a relucir a la luz sólo causaría problemas.

-Jamás imagine que aquella pequeña llegaría a ser tu viva imagen, Theodosia.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora