Capítulo 26

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Miu despertó al sentir una fría brisa recorrer sus piernas, se encogió un poco en busca de calor el cual encontró en su esposo quien la abrazo, ella miró a Williams de reojo y es que se sentía un tanto apenada por lo que había sucedido anoche, ella sentía que estaba preparada y que por fin sería una con su esposo pero al final sintió un gran temor, una ansiedad le invadió, creyó que no sería lo suficiente para él por lo cual con temor lo alejo de ella mientras que por otro lado Williams se sentía como un tonto pues pensó que se había apresurado a los hechos y que se había visto como un hombre ansioso ante ella por lo cual lo había asustada por lo que decidió solo abrazarla y besar su cabeza con consuelo mientras que Miu pensó que su esposo era un hombre bastante comprensivo, pero lo cierto es que los dos era principiantes que temían hasta cierto punto a lo desconocido.

Cuando llegó la hora de marcharse Williams no perdió de vista ni por un segundo a su esposa, le gustaba verla de pies a cabeza era hermosa no había dudas de ello, la ayudó a vestirse incluso peinó sus cabellos que le eran como hilos de oro, se sentía hipnotizado por ella y ahora sabía que no podría vivir sin ella, ahora todos los planes de su vida habían cambiado y en todos su esposa estaba incluida.
Miu por otro lado se sintió nerviosa por la notable atención de su esposo hacia a ella, cuando giro a verlo fue como si lo hubiera llamado pues se acercó con cierta prisa para en volverla entre sus brazos, ella levantó su vista hacia él notando ese gran cariño que le tenía que se lo transmitía en sus besos.

—¿Que me has hecho? —preguntó William sobre los labios de ella.

—No e hecho nada.

—Si, si lo has hecho. Me tienes a tus pies.

—No se a que te refieres.

—Me vuelves loco, ahora mi vida es tuya—dijo llevando sus manos hacia su mejillas para acercarla y besarla—ahora mi más grande aventura eres tu.

—¿Como puedes decir algo así?

Él solo sonrió para acercarse a ella y volver a llenarla de besos los cuales fueron correspondidos con cariño.

Al llegar a la villa todos miraron a los duques con una enorme sonrisa, les agradaba que tuvieran una buena relación, les gustaba la idea de ver a los futuros duques como personas con las cuales se podían contar pues daban la imagen de los padres de Williams.
Por otro lado Martha vio a la duquesa sintió cierto dolor en su corazón pues sabía que Williams ya nunca sería suyo ya que era obvio que su amor era mutuo pero en especial que ese lugar jamás lo podría tener ella por lo que su lugar se lo dio a otra dama.
Los días restantes pasaron con rapidez y la hora de volver al ducado llegó por lo que volvieron para continuar con sus actividades normales.
Al llegar William ayudó a Miu a bajar miro alrededor contemplando la otra carroza a su al lado de la suya.

—Parece que mis padres tienen visita —mencionó Williams al observar el emblema real.

—¿Deberíamos saludar?

—No, puede que solo sean asuntos entre ellos. Además no hemos sido llamados.

Trató de excusar William pues detestaba el tener que fingir cortesía ante la realeza los cuales estaban siempre envueltos entre conflictos. Al entrar a la mansión trataron de dirigirse directamente pero fueron detenidos por la abuela de William quien iba en dirección hacia a ellos.

—Williams, Miu, cariño. Que alegría verlos por fin. Su excelencia, él es mi nieto y su esposa.

Les presento a lo cual William giro para observar a una de las antiguas princesas del reino quien les sonreía con alegría pero cuya sonrisa se borro cuando su mirada se cruzó con Miu, observó atentamente a la joven rubia quien se acercó y con gran elegancia le saludo, sintió como su corazón dolía como varios sentimientos volvían al observar a la joven rubia quien le sonreía con ternura.

—Su excelencia—le llamó la gran duquesa volviendo a la mujer en su pero que volvía su malestar al observar a la joven rubia.

—Fue un gusto poder saludarlos, pero debo retirarme no me encuentro bien.

Mencionó la mujer mientras se retiraba con prisa, todos miraron con extrañeza la actitud de la mujer que se había retirado pero parecía que no le prestaron mucho atención o al menos asi fue para William quien trató de retirarse para volver a su habitación con su esposa.

—Espera Miu, deberías venir y probarte tu vestido de bodas.

—¿Por qué mi esposa haría algo así?—preguntó Williams confuso.

—Cariño, todos estamos muy felices por tu matrimonio pero queremos celebrarlo como se debe. Soy vieja y no puedo morir sin haber asistido a la boda de mi nieto.

—Andando cariño—dijo tomando a la rubia sin darle la oportunidad de decir algo. William vio como se habían llevado a su esposa y soltó un largo suspiro con cansancio.

—¿Ya se ha marchado? —escucho preguntar a su madre quien bajó las escaleras con prisa—. Vaya que esa antigua princesa es un dolor de cabeza, por no decir otra cosa.

—No creo que debas decir eso madre.

Mencionó el joven pero Bárbara le resto importancia.

—¿Se divirtieron en la villa?

—Fue agradable. Miu quedó encantada, incluso mejoró en su calbagata.

—Eso suena bien, debería regale su propio semental.

—Madre—le llamó William un tanto apenado cuando la observó alejarse—hay algo que me gustaria hablar contigo.

—Claro, ¿que es?

—Me gustaria que fuese en privado.

Pidió Williams confundiendo un poco a su madre quien le miró de pies a cabeza para notar ese nerviosismo y sonrojo en él, tras unos segundos comprendió el tema que quería consultar.

—Oh claro, entiendo. Sabes todo este tiempo pensé que ya te habías navegado solo por esos rumbos pero parece que me equivoque.

—Madre, por favor. Ahora mismo no necesito de esos comentarios.

—No te preocupes, además me lo agradecerá después.

Williams se sintió un tanto apenado y arrepentido pues pensó que tal vez hubiera sido mejor charlarlo con su padre pero sabía que su padre no le diría mucho ya que tenía mucho más pudor que su madre quien era toda una mujer sin ningún tipo de vergüenza.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora