Capítulo 08

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Aquel pequeño acercamiento que William había sentido en aquel muelle comerciante de China vio como desapareció de un día para otro, Miu nuevamente había tomado su papel como la esposa perfecta, callada, con elegancia, cumpliendo pequeños deberes que solamente una señorita hacia, nuevamente William había caído en la frustración.

-Parece que quieres lanzarte del barco.- Aaron se acercó y miro el extenso mar junto con su amigo.

-No lo entiendo, pensé que había logrado un pequeño avance, pero parece que volví al mismo punto.

-No puedes cambiar a una persona de un día para otro.

-Lose.- respondió resignado el joven.

-Además estamos dentro de un barco, dime, ¿que es lo podrían hacer juntos?.

-No lo se tal vez.- William calló al notar algo que se acercaba en el barco, sonrió con total alegría y corrió hasta la recámara donde se encontraba la joven, sin darle tiempo a que hablara, William la arrastro con él, ella lo seguía confusa con pasos torpes, hasta que se detuvieron.- Mira, ¿no es hermoso?.

Miu miro hacía el mar donde varios delfines se encontraban saltando cerca del barco. La joven se sentía asombrada, sentía como la emoción recorría todo su ser, jamás había visto tales criaturas y el ver el como estas saltaban le resultaba como una bella danza, eran criaturas en libertad, gozando de su vida.

-¿Que son?.- pregunto la joven sin apartar la mirada.

-Son delfines, realmente criaturas muy fascinantes. Pero que suerte la nuestra de encontrarlos.

-Son bellísimos.- confesó la joven mientras los miraba con más atención.- Jamás había escuchado de ellos y verlos es toda una experiencia.

-Debes esperar para ver una ballena, son criaturas enormes como el barco mismo.

-Eso es sorprendente.

- Lo es.- William no paraba de parlotear le encantaba que ella hablará sin pedirle permiso con la mirada, sentía una enorme emoción que incluso Aaron lo notaba, los observaba a unos cuantos pasos de ellos, quería reír a carcajadas por lo que pasaba, le sorprendía que él fuese ignorado por unos delfines, finalmente decidió retirarse antes de arruinar aquel ambiente que emocionaba a ambos jóvenes por motivos diferentes.- Tengo un mapa de nuestro recorrido, ahí tengo registrado en los momentos exactos para que puedas volver a observar los delfines incluso una ballena.

-¿Podría verlo?.- pregunto la joven con los nervios a flor de piel, se sentía ansiosa por aprender algo nuevo, en especial de criaturas majestuosas.

-Mi Lady, sería todo un honor para mi.-William tomo la mano de la joven para regresar a la habitación, aquel tono de voz tan juguetón jamás lo había empleado el joven con su esposa, la cual la había hecho incomoda, pero William pensó que lo mejor sería llevar las cosas a su ritmo ya que si le seguía el pasado a la joven jamás llegaría a ningún lado.

Al entrar a la habitación William miro todo sus libros los cuales estaban acomodados pero en el mismo orden que los había dejado, evitó mirar a su esposa para evitar que ella sintiera que había hecho algo mal, tras una mirada rápida tomó su viejo cuaderno de dibujos, hecho una ojeada rápida pero no era el libro que buscaba, se lo extendió a la joven lo cual lo tomo de inmediato para hechar un vistazo, era tanta la emoción que había olvidado por completo preguntarle a su esposo si podría observarlo, miraba con atención los dibujos de diferentes criaturas desconocidas para ella, incluso de flores, su sonrisa por entrar para conocer un nuevo mundo era totalmente enorme pero se borró de inmediato cuando el dibujo de una mujer hizo presencia en las últimas paginas, un sentimiento de curiosidad invadió a la joven rubia.

-Tengo una madre muy bella, verdad.- afirmó William al notar como Miu miraba su dibujo con tanta atencion, se sentó a su lado y sonrió.

-Sin dudar alguna su madre es una bella mujer.- concordo Miu con algo de satisfacción cuando William le dio la respuesta de quien era la mujer sin que ella tuviera que preguntar.

-Y además de bonita muy lista, mi madre es la persona que me a enseñado todo lo que se, me siento en verdad agradecido con ella por todo lo que me dado, no podría perdir a alguiena más.

La joven miro con ternura a William, jamás había escuchado a un hombre expresarse con tanto cariño hacia su progenitora, pero su sonrisa se borro el recordar a su madre, una oleada de melancolia la invadió por completo haciendo que sus ojos comenzará a cristalizarse por la tristeza, en los últimos días ella había estado tan concentrada en la manera de romper la ley que había olvidado por completo su verdadero motivo por el cual quería romper el lazo que la ataba a William.
Las lágrimas resbalaron por las mejillas de la joven callendo sobre las hojas del dibujo, William la miro con atención y no pude evitar sentir más que culpa, sabía muy bien lo que ella había recordado y eso lo colocaba en la misma posición que la joven, después de todo sabía perfectamente lo que era añorar a alguien que estaba lejos de tu lado. Con cuidado tomó la barbilla de la joven y la obligó a mirarlo, con delicadeza limpio las lágrimas de la joven y le sonrio a su esposa con ternura.

- Por cada lágrima pide un deseo.- Miu observó confusa al joven, mientras sentía como el limpiaba sus lágrimas que aún resbalan por sus mejillas.- Hasta ahora llevas 5 deseos, ¿que pediras?.- Al notar que su esposa lo seguía observando con confusion, William soltó una pequeña carcajada y decidió que lo mejor sería darle una explicación.- Cuando era niño, mi madre solía contarme que las lágrimas concendian deseos pero que estos se cumplían su al terminar de llorar lo hacía con una sonrisa en los labios, no podía creer lo incrédulo que fui, una vez pedí de deseo volar, las cosas no resultaron para nada bien.

Miu no pudo evitar reir, a su mente llegó la imagen de un pequeño William tratando de volar para finalmente caer contra el duro suelo, sabía lo que era ese sentimiento ya que ella también lo había intentado una vez y tampoco había salido para nada bien. Al verla sonreír William sonrió satisfecho.

-Tienes cinco deseos, ¿que pediras?.

-Sólo quiero volver a casa.- respondió inconscientemente la joven sorprendiendo por completo a William, jamás pensó que la joven le fuese a confesar algo asi, tomó su distancia y ahora le sonrió con tristeza.

-Te quedan cuatro deseos, ¿Qué pediras?.

-Me conformo sólo con uno.- respondió sincera la joven y sonrió con libertad al no tener ningún reclamo por parte de William.

-Eso significa, ¿Qué puedo quedarme con tus deseos?.- la joven simplemente se limitó a asentir con la cabeza mientras observaba a William.- Yo deseo que se cumpla tu deseo.

-Aún te quedan tres deseos.

-Creo que conformó sólo con uno.

La joven sonrio con total ternura mientras miraba a William, le sorprendía lo compresivo que llegaba a ser, incluso su sinceridad, sabía que hubiese podido conocer mejor a William en otras circunstancias tal vez sería aquel amor secreto de aquel viejo cuento que su madre siempre le leía por las noches cuando era pequeña.
William sería el Dios que la iluminaba por el camino y ella simplemente sería la mortal cebada por amor hacia aquella luz tan cautivadora, eso era William para Miu, una luz hacia un mundo totalmemte desconocido, la curiosidad le era demaciado pero también el peligro que la alertaba, ya que sabía que una vez que lo probará jamás saldría ya que quedaría cegada ante él y ella no quería eso, quería volver.
Volver a su antigua vida, o por lo menos por ahora.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora