Capítulo 30

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Una adicción, una completa necesidad se había vuelto el cuerpo de su amada para él. Ahora entendía porque la lujuria era un pecado peligroso, ahora entendía el deseo de un hombre por poseer a una mujer, ahora sabía lo que era sostener entre sus brazos un valioso tesoro y el querer mantenerlo oculto, se había vuelto egoísta, tenía pensamientos impropios pero eso no le importaba al menos ya no. Sabía que ya no podría dejarla ir, cuando a veces la veía pensaba encontrar alguna forma de regresarla a casa pero ahora incluso cuando sus palabras eran las contrarias, algo dentro de él le susurraba que ella no pertenecía a su lado pero ahora aquella voz había desaparecido por completo, todo pensamiento de dejarla ir se había borrado por completo ahora en lo único que pensaba era en cómo hacerla permanecer a su lado.

William miró a su esposa quien dormía con tranquilidad a su lado, había descubierto que le encantaba verla así con tanta paz, tomó un pequeño mechón para besarlo pero aquello ya no le era suficiente, la observó abrir los ojos lentamente, el cansancio aún podía verse en su mirada pero aún así ella le sonrió aquello provocó un fuerte deseo en el joven, antes había pensado en dejarla descansar y disfrutar del amanecer pero ahora ya no le importaba todo eso, se acercó a ella para besarla tomando por sorpresa a la joven quien le siguió el beso y ante su cooperación el joven solo continuó con sus deseos carnales, la tocó de una manera que la hizo reír debido a las cosquillas que su toque le provocaba, ella trató de negarse pero los labios de su amado se lo impedían y cuando por fin sus labios fueron liberaron sólo soltó un chillido debido a la sorpresa pues se percató del estado juguetón de su esposo, ella no podía negarse, no cuando también lo disfrutaba así que solo se dejó llevar por él. 

—Quién lo diría es mucho más fácil quitar un vestido que ponerlo—bromeó el joven mientras terminaba de atar el vestido de la joven, ella le miró a lo cual el joven solo sintió mientras besaba su cuello—Estoy comenzando a preguntarne porque te puse el vestido de vuelta.

—Debemos volver a casa.

—¿Realmente es necesario?

—Le prometí a tu abuela asistir a su fiesta de té.

—Las promesas pueden romperse, ¿además es más importante una fiesta de té que tu esposo?

La joven soltó una pequeña risa ante la actitud infantil de su esposo, se giro por completo para quedar frente a él, le miró a los ojos mientras llevaba sus manos hacia sus mejillas, le sonrió con ternura antes de negar.

—¿Como podría serlo? ¿Realmente lo crees así?

—Se siente de esa manera o puede que sólo sea mi fuerte deseo de tenerte a mi lado pero, ¿realmente puedes culparme? Estoy fascinado con cada detalle de tu ser.

Ella le sonrió apenada a lo cual él sobrio con cierta coquetería mientras la acercaba más a su cuerpo.

—¿Realmente vas a avergonzarte? Después de todo lo que pasó anoche pensé que serias más atrevida.

—No lo menciones.

—¿Por qué? ¿Fue una mala experiencia para ti?

—Fue fantástico, es solo que recordarlo me hace sonrojar.

—¿Y estas segura de recordarlo perfectamente? No te veo lo suficientemente sonrojada.

—Oh Williams.

—Me gusta más el tono que usaste anoche cuando me llamaste por mí nombre.

El rostro de la joven se sonrojo por completo, se oculto en el pecho de su esposo el cual solo sonrió con diversión, había encontrado una nueva forma de molestar a su esposa que le parecía encantador.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora