Capítulo 42

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Al entrar en aquella habitación oscura donde solo una pequeña vela iluminaba la habitación, la primera en abrirse camino fue Verónica pero se detuvo al llegar al lugar donde se encontraba aquel cuerpo cubierto por la sabana, soltó un pequeño suspiro para retirar lentamente la sabana y observar el cuerpo, por otro lado Miu quien observaba desde la distancia miró con pena a su amiga pues sabía que aquel hombre significaba algo para ella aunque no podía decir lo mismo de ella, se sentía algo culpable era su hermano y sin pensarlo dos veces él dio su vida por ella pero no podía decir lo mismo ella de él, apenas lo conocía así que no estaba del todo segura que sentir al respecto pero lo que sí sabía era que su amiga necesitaba algo de consuelo, se acercó a ella pero al verla arrojar la única vela en el cuerpo la miró confusa, la llama se estaba extendiendo con rapidez y miró a su amiga confusa en especial cuando la tomó a su mano para salir con rapidez de la sala.

—Rápido, desmayate.

—¿Que? —preguntó confusa la joven pero al sentir como alguien golpeaba sus pierna cayó y de inmediato Verónica comenzó a gritar en auxilio a lo cual los guardias llegaron con prisa —Un incendio... La princesa, ella está conmocionada, el cuerpo del príncipe.

—Llamen a los demás guardias, hay un incendio. Ahora la princesa, escontenla.

Verónica ayudó a Miu a levantarse para ir detrás de unos guardias, ella miró confusa a su doncella pero ella le pidió que siguiera fingiendo estar adolorida a lo cual asintió hasta llegar a una habitación.

—Ese no era el príncipe —se apresuró a decir Verónica en cuanto entró

—¿Como sabes?

—Digamos que lo conozco muy bien pero el punto aquí es que si yo pude reconocerlo alguien más también lo haría, es obvio que fingió su muerte.

—¿Por qué haría eso?

—No lo sé pero es una señal de que debo tomar las cosas con calma es obvio que ellos quieren...

—Su majestad la princesa, tengo noticias —nuevamente el mensajero había aparecido pero esta vez se veía más nervioso, un tanto más agitado —La familia que cuido de la princesa, solicitan una audiencia.

Verónica miró a Miu un tanto sorprendido ella por otro lado no dijo sólo se quedó de pie un tanto confundida para luego ir corriendo hasta la sala de audiencia. Desde el pasillo podía escuchar la voz de su padre discutiendo con alguien, ella abrió la puerta y observó al rey de pie junto a sus padres que estaban de rodilla, ella ignoro por completo al rey para ir a abrazar a sus padres aquella le resultó ser tan hiriente, veía a la princesa con una enorme sonrisa y lágrimas en los ojos, podía ver un amor que no se había ganado y se sentía tan herido.

Madre, padre, perdónenme, por favor... Fui descuidada, desobedecí sus órdenes, perdón.

Miu, cariño. Eso no es importante, ¿estas bien? Mirate, estas tan delgada.—su madre pasó con cariño la mejilla de su hija ella se sintió tan conmovida que volvió a abrazarlos.

Hija, ya no necesitas hacer... Esa ley, va a desaparecer, solo volvamos a casa.

—¿Volver a casa?

—Venimos para buscarte, estamos aquí para volver a casa juntos.

Esas palabras las había querido escuchar desde que pido aquel barco, quería volver a casa y pensó en ello por mucho tiempo pero ahora las cosas se sentía diferentes, la situación era diferente, el significado de casa era diferente.

Mamá, papá... Yo...

Su majestad—la voz de Verónica trajo de nuevo a la realidad a la joven quien giro a ver a su doncella para ver luego al rey, noto de inmediato que este se sentía herido y fue cuando se puso de pie para luego ayudar a sus padres a hacerlo también, giro a ver al rey para hacer una reverencia —Su majestad el rey, por favor perdone a esta princesa tonta, me deje llevar por el sentimiento de las personas que me cuidaron como su hija tras la muerte de mi madre, la princesa Theodore.

El rey asintió brevemente para ver a esas personas, lo cierto es que el también se dejó llevar por sus sentimientos, por un momento estaba agradecido de que esas personas le dieran un entierro digno a su hija para luego criar a su nieta como su hija propia darle el lujo de una dama noble, podía ver que la habían criado de una manera digna y aquel sentimiento de gratitud también se convirtió en celos y cuando escucho que querían llevarla de vuelta su ira estalló pues sabía que ella aceptaría, no importaba el lujo que le diera sabia que no era feliz así que sin siquiera mirar atrás ella se iría, no era una decisión difícil de tomar para ella. Primero su hija, luego su nieto y ahora su nieta.

—Su majestad —el secretario del rey entró, podía sentir el ambiente tan hostil en la habitación pero aún así con cuidado se acercó para contarle lo sucedido con él incendio y el príncipe heredero y sin decir nada se levantó para marcharse.

—La noticia sobre lo sucedido ya le llegó—Veronica guardo silencio por un momento para ver a los padres de la joven—estamos en medio de una guerra, lo mejor sería decirle a tus padres que vuelvan.

—¿Guerra? —preguntó la madre de Miu aterrada para ver a su hija quien asintio— Vuelve con consotros... Este lugar, es decir puede ser peligroso.

—Mamá, debemos hablar esto con cuidado.

—Sabemos que es tu lugar de origen sin embargo fuimos nosotros los que cuidamos de ti, no vamos a ponerte en riesgo.

—Papá.

—No importa si ellos son tu sangre, nosotros somos tu familia, quienes cuidaron de ti... Volvamos a casa, hija.

Se sentía dividida, quería ir con ellos pero no quería dejar a Williams, lo amaba, era su esposo y lo cierto es que por un momento un pensamiento le invadió, sabía que sí le pedía a Williams que renunciara a todo por ella para volver a casa él lo haría pero, no podía simplemente darle la espalda a su reino, lo cierto es que tenía una responsabilidad en sus hombros que no podía dejar solamente así al menos no ahora. La puerta nuevamente se abrió y Miu giro para ver al Aarchiduque, ella pensó en hacer una reverencia para saludarlo pero fue tan grande su sorpresa cuando este la abrazo.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora