Epílogo

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Desde que habían partido William no dejaba de imaginarse sin parar su reencuentro, imaginaba ver su sonrisa, pequeñas lágrimas de felicidad, esperaba besarla, sentir la calidez de ella, abrazarla y decirle cuánto la amaba, cuánto la había extrañado y de lo mucho que se había arrepentido dejarla ir, que quería compensar el tiempo perdido pero, lo que nunca se imagino es que lo hecharan, en cuanto había puesto un pie cerca de la residencia fue hechado por los guardias, ni siquiera había tenido el tiempo de presentarse cuando ya le habían dicho que se marchara, entre las posibilidades de su reencuentro también imagino una pequeña posibilidad de que estuviera molesta pero, nunca imagino algo así, que lo hecharan de una manera tan grosera como si fuese un criminal.
William pensó que podría descurrirse por la mansión pero estaba bien vigilada, de hecho más de lo esperado, quería encontrar cualquier manera de entrar pero parecía imposible.
Mientras miraba por los alrededores buscando algún miró sin protección para escalar se detuvo al escuchar como alguien lo había llamado por su nombre un tanto confundido, giro para observar a la joven dama que le miró apenada para después desviar su mirada para continuar su camino por otro lado William recordó ese rostro de inmediato, la joven sirvienta que le había rogado por ayuda para salvar a su señorita, la única sirvienta que realmente apreciaba a Miu.

Espera—pidió William llendo detrás de ella pero la joven sirvienta solo apresuró su paso aunque no lo suficiente como para no ser alcanzada por William quien era veloz—Tu eres la sirvienta de Miu, ¿verdad? Ella,¿está bien? ¿Crees que pueda verla? Yo, necesito reunirme con ella, por favor.

La joven le miró dudosa para después negar, trato de alejarse pero William sostuvo su mano mientras le miraba con suplica, la joven sirvienta sintió como la mano de este temblaba.

Por favor, te lo suplico, necesito verla, yo... Yo la amo.

La joven sirvienta estaba en un completo dilema, es que estaba estrictamente prohibido dejarlo pasar, sabía que recibiría un gran castigo pero, esa profunda mirada de tristeza ya la había visto en su joven señorita, ambos se extrañaban mutuamente y anhelaban volver a verse.

Puedo ayudarle a entrar pero, antes creo que debería preparase, la verdad es que la señorita Miu...

Las palabras de la doncella fueron interrumpidas por un fuerte grito, William giro hacia aquella enorme recidencia con horror pues conocía ese grito, era Miu. Ignorando las palabras de la sirvienta corrió hasta la puerta que se encontraba abierta, corría empujando a todos sin importarle ser visto, la gran mansión se había vuelto un completo caos, los guardias le seguían pero, William solo podía prestar atención al hecho de que Miu estaba gritando. William abrió una puerta con horror esperando lo peor pero lo único que vio fue a la joven sentada, sosteniendo son fuerza unas largas telas mientras se mordía el labio con fuerza, podía ver el sudor en su rostro, el cansancio adornando su rostro, sus miradas se cruzaron pero la joven ni siquiera pudo reaccionar cuando tuvo que empujar nuevamente.

Vuelva a empujar, señorita Miu, se que debe estar agotada pero, debe dar a luz.

William se acercó con prisa, limpio el sudor de la frente de la joven y sostuvo una de sus manos, le miró con una media sonrisa para después respirar. Los guardias llegaron con la intención de alejarlo pero la puerta fue cerrada por el señor René quien les miró para negar, estos solo pudieron hacer una reverencia para salir.

—Lo estás haciendo bien, respira y puja.

Ella le miró confusa, no entendía lo que sucedia no estaba segura si era ilusión debido al cansancio pero, aún así verlo, sentir su mano apretando la suya le tranquilizo, asintio con la cabeza antes de volver a pujar y entonces el llanto de un bebé se hizo presente, William ayudo a Miu a recostarse podía notar el enorme cansancio de ella, él solo pudo acercarse para limpiar el sudor de su rostro, Miu por otro lado alejo su rostro.

—Me veo horrible, no me veas... Todo este tiempo imaginé volver a verte en otras condiciones.

—Estas preciosa —dijo William girando su rostro para verla—incluso mucho más hermosa de lo que recuerdo.

Es un varon—menciono una sirvienta mientras acercaba al pequeño bebé, Miu lo cargo con cuidado y no pudo evitar llorar, William contuvo la respiración por un momento, sentía que también iba a llorar en cualquier momento, miró al pequeño bebé de cabellos azabache, de sintió un poco decepcionado de ver qué no parecía tener ningún parecido con Miu, era su vivo retrato pero aún así no le importo, era su hijo, un hijo que había tenido con Miu.

—¿No estás molesto conmigo?—pregunto Miu mientras captando la atención de William.

—¿Por qué estaría molesto contigo?

—Me fui, incluso al saber que estaba embarazada, te oculte algo como esto, incluso pensaba seguir viviendo escondida de ti.

—No te fuiste, yo te deje ir y fue un grave error, además no importaba lo mucho que te escondieras yo siempre te iba a encontrar... Incluso si hubieras pedido que me fuera me habría negado, estaría de rodillas pidiendo verte siempre, si resultaba ser que me odiabas entonces te habría enamorado nuevamente, vine con la intención de quedarme contigo para siempre sin importar lo sucedido y bueno—William miró a su bebé y sonrio—tengo muchas más razones para quedarme contigo.

—¿Cómo puedes amarme a pesar de todo lo que te hice pasar?

—¿Por qué no habría de amarte? Miu te convertiste en mi mundo y no importa lo que suceda o los problemas yo siempre haré lo que sea por ti, luchar, dar mi vida es todo un privilegio para mí.

—Pero, no te e dado nada.

—Me has dado todo tu amor y este pequeño bebé es una muestra de ello... No importa la excusa que trates de decir o que me quieras alejarme, prometí aferrarme a ti.

—Te extrañe tanto—dijo entre lágrimas a lo cual William también asintió.

—Yo también.

—¿Por qué tardaste tanto en venir por mi?

—Lo lamento, no volverá a suceder.

—Te amo.

—Yo te amo más.

William se acercó para besarla, el pequeño llanto del bebé captó la atención de ambos, ella le miró y sonrió cuando noto que el bebé se tranquilo cuando William acaricio con cuidado sus mejillas, incluso alguien el bebée había extrañado tanto.
Por otro lado desde la puerta los padres de Miu miraron la escena con ternura.

—Por cierto padre, ¿por qué hay tantos guardias afuera?—pregunto el hombre a su padre quien solo sonrió.

—Queria divertirme un poco, ver qué tanto estaba dispuesto a hacer ese muchacho por nuestra pequeña.

—Eso fue algo cruel, padre —comentó la mujer provocando la risa del hombre mayor.

—Creo que recibí ya mi merecido, incluso me empujó para llegar a ella... Tendrán un futuro brillante.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora