- En definitiva, tiene fiebre.- declaró el capitán mientras observaba a su hijo.- Podemos hacer una parada en el puerto de Francia.
-Me parece excelente.
-Daré las ordenes, creo que lo mejor por ahora será dejarla descansar.
-William.- llamó una voz débil al joven quien sin ninguna objeción corrió a su llamado en caso de que necesitará algo, el capitán se marchó con una sonrisa llena de nostalgia al recordar que el actua de la misma manera cuando su esposa esta enferma.
-¿Te sientes muy mal?.- pregunto con preocupación el joven pero sintió algo de alivio cuando la vio negar.
-Si paramos en el puerto de Francia haremos una gran desviación del camino inicial, tomará más tiempo para llegar a Londres.
-¿Acaso eso importa?.- pregunto con cierta gracia el joven por el comentario que se denotaba preocupación en la joven.- Tu salud es más importante.
-Podría tomar lo mismo que le ofrecen a los demás tripulantes.- sugerio la joven.
-Ni hablar, somos hombres y la verdad nuestros métodos no son para nada para una mujer.
-¿Pues que hacen?.- pregunto con una sonrisa curiosa la joven.
-Digamos que sólo tienes dos opciones, curarte por ti mismo o regresar nadando a casa.
-Eso es cruel.- la joven río de una manera que contagió a su esposo. William miraba como las mejillas de la rubia se tornaban más rojas de lo normal debido a la fiebre.
Aún recordaba el gran susto que se había dado al entrar a la habitación y observarla en el suelo inconsciente, la fría agua de la tormenta no habían ocasionado nada favorable para la joven, William recordó de inmediato que trataba con una señorita de casa de la cual a pesar del desprecio de ciertas personas sabía que contaba con más cuidados a su favor por personas que realmente la amaban.-Miu, ¿como era tu vida en Japón?.- pregunto el joven de una manera tan espontánea que sorprendió a la joven, ninguno de los dos sabía el porque tan depronto de aquella pregunta.
-Creo que era normal.- respondió la joven después de unos segundos tras meditar en una respuesta.
-¿Y que es normal para ti?.
-Despertar, leer mis listas de actividades, alistarme, desyunar, después las clases de danza,caligrafía, costura, arte, modales, comer y después continuar con mis clases restantes, Ikebana, musica, poesía.
-Wou.- exclamó en verdad impresionado el joven interrumpiendo sin querer a la joven.- Eso es en verdad algo abrumador, ¿y en tus tiempos libres?.
La joven medito por un momento, muy pocas veces tenía tiempos libres ya que su vida hasta cierto punto como había comentado su esposo realmente era abrumadora.
-Si mis padres están libres paso el tiempo con ellos.
-¿ Y si no es así?.
-Voy a la tumba de mi madre a recitarle mis poemas favoritos.
Aquella oración había sido la primera vez que ella confesaba lo que hacía por las noches cuando nadie la miraba, muy dentro de ella aunque no recordaba aquella mujer extranjera que era su madre sentía que el hacer aquello era su único lazo de unión, incluso aunque sonara extraño algo dentro de ella la hacia sentir que su madre siempre la escuchaba aunque no fuese así. Su pequeña divagacion terminó al sentir la cálida mano del joven acariciar su mejilla para después continuar con su cabello.
-Me gustaría que me concedieras el honor de oír tu voz en un bello poema.
-Su voz aleja el silencio, su mirada trae la luz. Cada año con él, el universo tiene una estrella. La vida llega, una mirada nos descubre, es él acaso el dador de algo más.
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A un Océano de ti
Historical FictionUna ley impuesta para mantener el honor en el clan Una joven extranjera se convierta en la hija del proximo líder del clan. Toda una vida complaciendo a los demas para mantenerse a la altura de la família. Un error, Una ley y Un castigo. ¿Prefieres...