Capítulo 35

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La noticia de que la esposa del gran duque de Denforth era en realidad la hija de la gran princesa Theodore formó un gran debate en el todo el reino, no sólo por el hecho de que una nueva princesa había aparecido sino también porque había formado una gran alianza con los duques de Denforth, ahora la familia imperial era poderosa pues había formado un gran vínculo político y comercial, muchos estaban al tanto y expectantes por el gran futuro que les esperaba al Reino pero en especial ansiosos por las riquezas.
Por otro lado Miu se sentía tan confundida, incluso abrumada, no lo entendía del todo quería que todo fuese algún tipo de mal entendido después de todo desde esa declaración su esposo parecía tan distante ante ella. No le gustaba el rumbo que estaba tomando su vida,no era nada a lo que se imaginaba.

La joven se sentía nuevamente sola, estaba rodeada de tantas personas pero la persona que más necesitaba no estaba a su lado, miraba el anillo de su boda sin parar mientras esperaba ansiosa a que la persona que amaba estuviera a su lado para abrazarla, la puerta de la habitación se abrió Miu se levantó casi de un salto pero se sintió decepcionada al observar al joven archiduque, le miró un tanto incomoda a la persona que al parecer era su hermano pero aún así no dejó de lado sus modales por lo cual le saludo.

—Lamento no ser la persona que esperabas.

La joven no sabía que decir pues realmente se sentía terrible.

—No es que él no quiera verte, es solo que es complicado... Nuestra madre te a dejado todos sus tesoros, incluso uno de los títulos más apreciado, incluso aunque eres esposa de un duque sigues conservando el título de princesa y...

—No lo quiero...

—¿Que?—pregunto confuso el joven mientras miraba como el cuerpo de la joven temblaba debido a la importancia, mordía su labio con fuerza mientras presionaba con fuerza la tela de su vestido.

—No quiero el título de princesa, no quiero los tesoros y tampoco quiero ser parte de la familia imperial, lo único que quiero es a mi esposo... Solo quiero volver a ser la mujer de mi esposo, quiero renunciar a mi título, quiero que me quiten todo, no quiero formar parte de su familia.

Aquellas palabras destrozaron al archiduque, cuando era más joven se imaginaba sin parar como hubiera sido su vida si tan solo su madre y hermana siguieran con vida, sabía que el daría todo por cuidarlas, amarlas y protegerlas, se imaginaba tanto y quería hacer tanto, ahora que tenía la oportunidad de tener una parte del recuerdo de su madre, ahora que tenía a su hermana pequeña frente a él se sentía tan impotencia, tan destrozado por el hecho de verla sufrir por pertenecer a su familia y hasta cierto punto no la culpaba pues sabía la carga que pertenecer a la familia imperial... Sabía lo doloroso que era y hasta cierto punto se lamentaba de ese hecho.

—Hablaré con los consejeros. Veré la forma de quitar tu título y toda relación con la familia imperial, pero ellos tienen que ser consiente que es tu decisión.

—Solo quiero mi vida anterior.

—Entiendo... Lamento que las cosas hubieran sucedido de esta manera.

La joven no dijo nada solo guardo silencio sabía que había lastimado a la persona que era su hermano pero no sentía del todo una culpa ahora entendía que se había vuelto una persona egoísta pues lo único que quería era su propia felicidad pero se sentía herida de que las cosas no marcharán como quisiera.
Por otro lado una gran debate se llevaba a cabo en la habitación principal de la casa de los Denforth, el rey quería proclamar a la princesa cuanto antes pero eso no era sensato y tampoco una opción viable puesto que era ya una mujer casada que había llevado todo bajo el mando de la familia Denforth por lo que los que tenían la opción respecto a ella era la propia familia de la casa Denforth pero aún así el rey no quería tomar ese hecho en cuenta, cuando miró a la joven y supo la verdad supo de inmediato que quería llevarla de vuelta, se estaba dejando llevar por sentimientos del pasado y actuaba de manera ciega, un hecho que no pudo ocultar ante nadie.
Bárbara observó a su hijo, se veía tan frustrado pero aún así permanecía en silencio mientras sólo se limitaba a responder negando todas las opciones de la realeza, no quería que se llevarán a su esposa, todo lo que había querido evitar ahora estaba más que involucrado, las cosas se habían vuelto una completa agonía.

—Creo que es todo por hoy—hablo Bárbara captando la atención de todos—esto debió haber sido un evento especial pero fue arruinado por completo. Alegan algo que no nos concierne, creo que deberían llamar a todos en momentos de más calma.

—¿Por qué deberíamos escuchar a una mujer? —habló con arrogancia el marqués, Bárbara le dedico una mirada antes de aplaudir un par de veces un par de guardias entraron y con una simple señal lo echaron.

—¿Alguna otra opinión?

Todos se levantaron en silencio para marcharse pero el que se quedó sentado en su lugar fue el rey quien miraba al joven.

—Quisiera hablar a solas con él joven Duque.

—Controla tus emociones —le aconsejo la duquesa a su hijo antes de salir.
La habitación quedó en un profundo silencio cuando ambos quedaron a solas.

—Ella es...

—Es mi esposa —se atrevió a interrumpir William sin miedo alguno—. Yo fui la persona que le salvo la vida, fui yo quien a estado a su lado protegiendo siempre y aunque le duela escucharlo yo soy su familia. No pienso entregarla a la familia real, eso solo la pondrá en peligro.

—¿Como te atreves?

—Su majestad quiere negarlo pero debe aceptar que lo que sucedió ese día no fue un accidente, constantemente la familia real está luchando y en un mar de sangre. Mi esposa no es el tipo de persona que se puede arriesgar de esa manera, ella no tiene el carácter de la princesa Theodore, ni es una devota, ella es solo una joven que está aprendiendo sobre el mundo y no pienso lanzarla sobre él camino de fuego para que aprenda en el.

—Y ahora que las personas saben la verdad, ¿crees que estará a salvo a tu lado? ¿Realmente crees que será feliz? Y sus hijos, ¿podrán protegerlos?

—No lo sé pero si puedo asegurar que estara mucho mejor conmigo que en la casa real.

—Eres tan insolente.

—Si, así es y esa insolencia seguirá de pie siempre que se trate de mi esposa.

El rey no comento nada más solo se puso de pie y se marchó, estaba furioso y quería destrozar por completo a la casa de los Denforth pero sabía que si hacía eso su nieta lo odiaría y lo único que necesitaba era ganarse su favor no su odio por lo que se marchó en silencio.
William permaneció en ese lugar por un largo tiempo pensando en todos los posibles escenario pero en especial en las dificultades que tendría que pasar, cuando se dio cuenta que por fin oscureció decidió marcharse a su habitación y sintió tanto dolor cuando vio a su esposa sentada en el mismo lugar donde la dejó con su vestido aún no novia, se acercó a ella para acostarla en la cama para ir quitando su ropa con cuidado para vestirla con sus prendas para dormir, mientras la vestía sintió como su esposa se aferro a él quiso levantarse para mirarla pero ella se negó a soltarlo.

—No te vayas, no me dejes sola... No desaparezcas.

William no dijo nada solo se aferro a ella también al sentir como sus lágrimas brotaban.

—No te dejaré nunca, incluso aunque parezca que es así, siempre estaré cuidandote en la lejanía.

—Tu eres mi única familia.

—Lo sé.

—No dejes que me lleven.

—No lo haré.

—Prometelo.

—Lo prometo.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora