Capítulo 11

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Una extraña sensación de incomodida invadió a la joven, se removió sobre la pequeña cama pero la incomodidad aún seguia presente, abrió los ojos lentamente y miro alrededor encontrándose con una cabellera negra recostada sobre la cama, el simple hecho de ver al joven a su lado le enternecio, apenas y paso sus dedos por el cabello de este cuando se levantó de golpe observando de inmediato a la joven rubia.

—¿Como te sientes?.

—Estoy mucho mejor, gracias.

—Iré por algo de comer, por ahora descansa un poco más.— ordenó con dulzura mientras volvía a arropar entre las sábanas a la joven.

—No hace falta William, estoy mucho mejor gracias por la preocupación.

—Eres mi esposa y ahora mi mayor interés es que te recuperes. Así que si hace falta .— Él la observó sintiendo la necesidad de hacer algo más que unas simples palabras pero aún no era tiempo de dar tales pasos a algo mas, en especial cuando nisiquiera él sabía el porque de aquella sensación, sin mencionar que la confesión que su padre le había hecho la noche anterior había sido algo que lo dejo reflexionando por toda la noche, finalmente le sonrió a la joven y salió en busca de algo de comer para la joven.

El sonido del llamado de la puerta llamó la atención de la joven, miro la puerta con un poco de confusión muy raramente alguien llamaba a su puerta, indicó con una suave voz que era bienvenido a pasar y observó como la puerta se abrió con lentitud, un joven entró temeroso a la habitacion, los nervios y cierta culpa lo invadía de pies a cabeza, a una distancia prudente miro a la joven y miro alrededor en busca de palabras correctas, finalmente se inclinó por completo mientras la joven rubia observaba perpleja la escena.

—Mi Lady perdóneme. Si no hubiese sido tan descuidado no se habría resfriado por ir a salvarme.

Al recordar lo sucedido la joven se sintió apenada, no sólo por el hecho de que era la primera vez que alguien le hablaba de una manera tan nerviosa y vergonzosa por hechos equivocados, podía sentir la pena por todos aquellos malos sentimientos que había tenido.

—No fue tu culpa.—respondió sin apartar la mirada del joven. —Adi que levanta tu mirada, todo fue un accidente.

—Aun así me siento en verdad apenado my lady.

—¿Cuál es tu nombre?.

—Oliver, señorita Deforth.— respondió con cierta confianza mientras la miraba provocando en la joven rubia cierto sentimiento de calidad por haber oído por primera vez su apellido como casada.

—Puedes levantarte, lo que paso fue un accidente. Nadie salio herido y creo que eso es lo más importante.

—Aun así señorita Deforth, siento que lo correcto sería que hiciera algo por usted.

—Estoy muy bien—insistio Miu mientras observaba al joven enternecida.

—Senorita Deforth, se que puede que esto suene bastante inapropiado pero necesito decírselo— hablo nerviosos el joven mientras jugueteaba con su sombre. Por su parte Miu solamente lo observaba atenta en espera de escuchar las palabras que el joven consideraba inapropiadas.
Cuando el joven se decidio por hablar alguien abrio la puerta, William entro a la habitación con una charola con alimentos para su esposa, su vista se fijo en su tripulante que con cierta amenaza lo observo antes de acercarse.

—Tienen prohibido entrar a esta habitación. ¿Que haces aqui Oliver?—pregunto William con un tono que parecia amable pero aun asi Oliver podia persivir perfectamente la hostilidad del hijo de su capitán.

—E venido a disculparme con la señorita Deforth, me siento culpable por lo ocurrido—menciono el joven. William miro a su esposa quien asintio con la cabeza en confirmación a las palabras del joven.

—Nadie salio herido de gravedad, así que no hace falta. Puedes retirarte—ordeno William y de inmediato el joven salio de la habitación.—Intenta comer un poco, Miu.

—Si—obedecio de inmediato la joven mientras tomaba la charola para acercarsela. William miro atento a su esposa y es que desde la confesión de su padre su cabeza no habia dejado de dar tantas vueltas y es que no importaba como tratara de ver el asunto, al final todo tenia el mismo resultado.

—Miu—la llamo captando toda su atención— sobre la ley principal, ¿es cierto que tienes que darme un hijo para ser libre?

Interrogo William sin rodeos. Miu lo observo desconcertada, estaba asustada y temerosa de que su esposo supiera exactamente sobre la ley principal y lo que está conllevaba. Temia que la reaccion de William fuese mala. Pero ella estaba atada a él y no podia mentirle, al no si queria acortar su contrato.

—Asi es, mi señor.

—Ahora quiero que seas honesta conmigo, ¿quieres volver a casa?

Miu dudo por un segundo, no sabia si contarle la verdad seria algo bueno o malo. Pero a pesar de todo ella decidio ser totalmente honesta.

—Si.

—¿Y te sientes preparada?—pregunto William llamando la atención de Miu—. Se que debes saber todo lo que conlleva el tener un hijo y si tu quieres ser libre yo te dare esa libertad.

—Yo estoy profundamente agradecida, mi señor pero creo que declinare su oferta. La verdad es que yo no siento preoparada, incluso aunque toda mi vida me han preparado para el matrimonio, yo no quiero hacerlo.

—¿De que otra manera puedo darte tu libertad?—pregunto William evitando el mirarla, de algina forma u otra se sentia tan opreso, tan lastimado por privarle de su libertad a la joven.

—Una equivalente de vida por vida— respondió. Miu observo a William que se mantenia en silencio, este se levanto de su lugar y se limito a abrir la puerta.

—Lo entiendo—respondio aunque no fuese asi y finalmente salio de la habitacion dejando a la joven rubia tan desconcertada.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora