Capítulo 38

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Una enorme tristeza le invadía a la joven desde que había llegado al palacio incluso aunque el trato que estaba recibiendo era el mejor y aunque tuviera la mejor habitación al igual que sirvientas de élites, joyas, vestidos y todos los lujos posibles se sentía tan vacía y triste que no podía evitar llorar durante las noches. Aquella tristeza era tan notable que incluso el rey se percató de ello, preocupado por la salud de su nieta trató de buscar la manera de hacerla feliz pero le era imposible el saber cómo hacerlo si no la conocía lo suficiente, miro el retrato de su hija para soltar un largo suspiro pues se lamentaba que incluso a la persona que una vez prometió cuidar también la esta haciendo infeliz.

-Estoy cometiendo los mismos errores.

-Su majestad -saludo el joven archiduque captando la atención de su abuelo.

-Me es sorprendente lo mucho que ambas se parecen-mencionó el rey volviendo a observar aquel retrato -incluso a ambas no parece alcanzar la felicidad.

-Si me permite hablar con franqueza.

-Adelante.

-Mi hermana, digo, la duquesa de Denforth, cuando la conocí por primera vez ella se veía tan feliz disfrutando de la simpleza de la vida, se encontraba en la villa sin lujos, sin muchos sirvientes a su lado ni la excelencia o un glorioso estatus del cual presumir ante otros pero aún con ello tenía una enorme sonrisa porque tenía al duque William a su lado... Me dolió aceptarlo pero la felicidad de mi hermana no somos nosotros.

El rey se sintió ofendido nunca pensó escuchar tales palabras pero al mismo tiempo sabía que tenía razón, su mirada volvió al retrato de su hija para volver a observar a su nieto.

-La razón por la cual tu madre renunció a su nombre y estatus como princesa no fue porque le haya implantado algún castigo, ella se enamoro, estaba tan profundamente enamorada de tu padre que incluso renunció a su nombre para estar a su lado y para aferrarme aún a ella le di un estatus a tu padre para mantenerla cerca pero aún así eso no parecía hacerla feliz, en el pasado fui imprudente incluso un entrometido al interferir en la felicidad de mi hija y creo que estoy volviendo a cometer el mismo error.

-¿Debería llamar al duque de Denforth?

-Adelante.

León sonrió con cierta tristeza mientras se daba la media vuelta para marcharse pero antes de poder hacerlo fue detenido por el rey quien le sonrió.

-Incluso aunque no estuvieron cerca ni parece que tengan un gran vínculo eres un gran hermano, asegúrate de decirle de la manera correcta que tiene tu amor incondicional.

-Gracias, su majestad.

-Hace mucho que no me llamas abuelo-mencionó haciendo reír al joven quien solo le dio un breve abrazo antes de marcharse.

-Creo que debo empezar los preparativos para la destitución. Ella debe volver a casa.

Al otro lado del palacio la joven soltó un largo suspiro se levantó de su lugar para observar por la ventana era lo único que hacía pues esperaba con ansias a que William llegara por ella pero ya habían pasado varios días y no había noticias de su esposo. El sonido de la puerta la distrajo de sus amargos pensamientos miró por un segundo indicándole a la sirvienta que había llamado que pasara.

-Su majestad, su doncella real a llegado -anunció la sirvienta a lo cual ella solo asintió.

-Marqueza, Hamilton Verónica, a su servicio su majestad.

Aquella voz captó toda la atención de la joven rubia quien giro a ver a la pelirroja quien hacía una breve reverencia aquello era extraño la persona que conocía como un espíritu libre ahora se veía tan normal, la sirvienta se marchó a lo cual Hamilton cerró la puerta con prisa para acercarse a la joven la cual asustó por un momento.

-Esto es grave, tenemos serios problemas.

-¿Que? -preguntó confusa Miu mientras miraba a Verónica.

-Se supone que debo mantener esto en secreto pero voy a mandar al demonio a tu esposo porque es un idiota, alguien está planeando una rebelión.

-¿Como es eso posible? Su majestad es un buen rey, no hay razones para una rebelión.

-Este tipo de cosas no es sólo para quitar a alguien del poder más bien es para tener el poder.

-Pero, ¿quién planea tal fechoría?

-Aún no estamos seguros, cuando William te mando al palacio comenzamos a investigar un poco entre la división de nobles, él quería lograr bajar su estatus social para que así pudiera tener una vida tranquila a su lado y pues accidentalmente terminamos averiguando una rebelión.

-¿William aún me quiere a su lado?

-Hey princesa, concéntrate, tenemos un asunto serio puedes pensar luego en tu esposo.

-Pero no se como puedo ayudarlo.

-Tenemos una gran ventaja entre manos, eres una princesa con estatus alto debido al favoritismo del rey sin mencionar que tu hermano está acargo de un ejército poderoso. Podemos acabar con esto pero debes mantener tu posición como princesa, se que todo esto es difícil y que no le debes nada a estar personas pero estamos hablando del destino de un reino y sus habitantes y si de algo estoy segura es que amas a las personas que habitan este lugar.

-¿Que debo hacer?

-Esa es la actitud, antes que nada debemos seguir levantando tu posición lo cierto es que si quieren lastimar al rey también querrán hacerlo contigo.

-Pero, ¿como voy a lograr algo así?

El sonido de la puerta alarmó a ambas damas, Hamilton se adelantó primero y abrió la puerta encontrándose con el joven archiduque quien se sorprendió al ver a la pelirroja antes de poder decir algo esta lo introdujo a la fuerza para hacerlo tomar asiento frente a Miu, coloco una daga sobre su garganta y el joven solo levantó las manos.

- Estoy desarmado, vengo en paz. Vaya que tienes a una buena amiga a tu lado.

-Si te dijese que alguien trata de asesinar a tu hermana, ¿que harías?

-¿Que es lo que sucede? ¿Como alguien se atrevería a levantar su mano en contra de la gran princesa del imperio?

-Oh míralo, reaccionó sin pensarlo, bien estará de nuestro lado.

-¿Que es lo que sucede? -preguntó confuso el joven archiduque.

-Una revelación se acerca -confesó Miu.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora