Capítulo 18

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La instalación de conde Johns Le Monique se extendió más de lo que le hubiese agradado a su amigo Williams, por suerte su madre o padre siempre lograban mantenerlo ocupado ya sea con negocios o algún otro excusa para avitar a la esposa del joven, aquello hizo sentir un poco fuera de lugar a la joven, le recordaban sus días en casa cuando personas importantes llegaban y ella tenía que mantenerse oculta porque su gente se apenaba de ella, se sentía nuevamente en casa pero aquel sentimiento no le fue grato.

—Partiremos a la villa
—mencionó Williams a su esposa mientras se acercaba—. Mi padre necesita ayuda para atender la administración y me gustaría que me acompañes. Va a encantarte, hay un lago cerca, un gran campo de flores y podemos compartir tiempo juntos.

—Ya compartimos tiempo.

—Hablaba sobre compartir tiempo a solas.

Williams se acercó sentándose cerca de ella, le encantaba como ella se sonrojaba y no lo ocultaba, y aunque siempre le dedicaba tiempo de calidad últimamente se sentía frustrado por la constante presencia de su amigo, apreciaba a Johns como su amigo de la infancia pero conocía su reputación, no quería que se entrometiera o incomodara a su esposa con sus conversaciones pero en especial no quería que verlo coqueteando a su esposa ni aunque fuese de broma.

—¿Solo nosotros dos?

—Si, ¿te agrada la idea?

—Me parece maravillosa.

—Tengo un regalo para ti.

—¿Un regalo para mi? ¿Celebramos algo especial?

—No necesito celebrar algo especial para brindarle un regalo a mi esposa—Williams se levantó tomo la caja que había ocultado y se la extendió a su esposa. Miu abrió la caja para sacar un pequeño cofre de madera, tenía un bello tallado y un hermoso color dorado, cuando la abrió una dulce melodia se hizo presente, ella miró a su esposo con gran alegría sentía que un hermoso regalo, el más bello que algún día recibió.

—Es hermoso, me encanta.

—En cuanto lo vi pensé en ti, me dije a mi mismo mi hermosa esposa necesita algo igual de hermoso que ella.

Una enorme sonrisa adorno su rostro pero fue borrada cuando recordó al conde, aquello le incomodaba y aunque le apenaba quería preguntarle a su esposo la razón de su encierro.

—Williams, ¿actuo de una manera indecente? ¿O poco convencional?

Aquello sorprendió al joven quien estaba muy confundido por el origen de la pregunta de su esposa.

—No lo comprendo, tu actuar es perfecto. ¿Té sientes incomoda?

—Me siento aislada desde que el conde Le Monique se hospedó en nuestro hogar, ¿te incomoda mi presencia?

—Más bien diría que es él, el que me incomoda
—Confesó William—. El Conde Johns es un gran amigo de la infancia pero no es un buen amigo, tiene la reputación de ser un hombre liberal antes las mujeres—Williams tomó un mechón del cabello de su esposa para comenzar a juguetear con él —yo jamás voy a tolerar que él te mire de manera indecente, que toque hasta al mas pequeño mechón o te hable con galanteria, yo soy tu esposo y ese derecho solo me pertenece bajo tu autorización.

Aquello hizo latir con fuerza el corazón de Miu, su esposo nunca había empleado ese tono de voz antes, esa cara con cierta amenaza pero con berrinche, recordó que una vez lo observó en el pasado con sus padres, ella pudo notar cierto sentimientos de celos y eso significaba que él en verdad le importaba ella de una manera más íntima. Miró nuevamente a su esposo el cual beso aquel pequeño mechón que había tomado entre sus manos para después soltarlo lentamente, miró a su esposa a los ojos y se sintió sorprendido al sentir el suave tacto de los labios de Miu, fue algo bastante fugaz que apenas y lo percibió pero fue lo suficiente para sentir su calidez. La miró para pasear su mano hacia su mejilla, aquel tacto tranquilizo a la joven quien se había sorprendido por su propio actuar, cerró los ojos para sentir nuevamente los labios de Williams pero este se sentía diferente al beso que ella le había dado de manera sorpresiva, este era lento, era suave, era satisfactorio haciéndolo sentir de mejor manera el tacto del duque, quien se separó. Ambos estaban solos en la habitación y él sabía que si continuaba no podría contenerse y aún no era el momento para avanzar más allá con su esposa.

—Miu, eres tan hermosa
—miro la intensidad del color su mirada que lo hipnótisava. Cuando se acercó para besarla por última vez alguien llamó a la puerta, con decepción el duque se levantó al escuchar la voz de su amigo.

—Amigo, espero no estar interrumpiendo. Pero e escuchado que te marcharás a la villa con tu esposa y antes de partir quisiera saber si podemos tener una carrera como los viejos tiempos.

—Eso puede ser arriesgado—comentó Williams mientras recordaba lo sucio que a veces jugaba su amigo.

—¿Acaso tienes algo que perder?

—Si, no quisiera que mi esposa se preocupara. Pero escuché que te volviste bueno en ajedrez, podemos practicar una partida.

El conde soltó una risotada, no podía creer que el intrépido duque conocido por sus asañas de riesgo ahora tuviese cuidado sólo porque no quería preocupar a su esposa, aceptó justos y cuando cuando Williams abrió un poco la puerta para salir y el conde miró a la joven rubia sentada sobre la cama un deseo indecente atravesó por su cabeza y una sonrisa con malicia adorno su rostro.

A un Océano de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora