Misión y sueño raro

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Percy había usado por primera vez la cabaña de su padre para comunicarse con su bisabuela. Algo completamente contradictorio, pero le sirvió para lo que quería. Al haber informado a uno de los dioses más cercanos a Zeus, siendo mas específicos a su estratega, la situación de su campamento será escuchada y obligará no solo a Dioniso, sino también a Tántalo a mandar a alguien en una misión para sanar el árbol.

Una vez se dio por satisfecho volvió a la casa grande para dormir, puede que no le guste la compañía que había en esa casa, pero no quería ofender a ninguna parte de su familia divina. Se fue a dormir con el pensamiento de que a la mañana siguiente, o en cualquier momento del día, Zeus mandaría un mensaje al campamento.

Con Annabeth.

 Ella estaba un poco preocupada por el árbol que una vez fue su amiga. Él árbol había sido un buen punto de protección para el campamento y sus habitantes. Pero ahora estaba muriendo otra vez.

Ella estaba siendo animada por sus compañeros de cabaña, ya había sido el toque de queda y no le quedaba más que dormir y al ser la líder de la cabaña debía dar ejemplo a sus compañeros siendo la primera en acostarse.

Normalmente tardaba mucho en conseguir conciliar el sueño, pero esta vez fue distinto. No sabía si era por el estrés que había adquirido por todos los ataques que habían sucedido o si solo había acumulado cansancio, peor cayó redonda en el momento que apoyó su cabeza en la almohada.

Su consciencia viajó en el reino de Morfeo hasta que vio algo que le llamó mucho la atención. Su amigo Grover estaba en lo que parecía ser una cueva vestido con un traje de novia de color blanco manchado con tierra y un plato de plástico con un punto negro en el centro.

- ¡Oh, Annabeth, menos mal que el enlace funcionó! - Dijo este de una forma desesperada pero en voz baja.

- ¿Qué haces vestido así y que es este lugar? - Preguntó la hija de Atenea confundida por lo que estaba viendo.

- Estoy en una isla del mar de los monstruos en el triangulo de las bermudas. - Este le dijo en voz baja. - Pude oler el vellocino de oro, pero eso solo me llevó hasta Polifemo. Logré huir de él, pero este me siguió. De no ser por una tienda de vestidos de novia no me hubiese salvado.

- ¿Me estás diciendo que el cíclope te confundió con una hembra y te llevó de vuelta a la isla para que fueses su mujer? - Preguntó ella un poco preocupada por el bienestar de su amigo.

- Si. - Confirmo este muy nervioso. - Pero el hecho de que me trajese a este lugar ha sido "bueno". Si consigo llevar el vellocino podremos curar el árbol y renovar los escudos del campamento. Cuéntaselo a Dioniso, si eres lo suficientemente pesada con el tema mandará una misión para recogerlo.

- ¿Querida estas desperta? - Se oyó una voz a lo lejos.

- Deséame suerte. - Dijo el sátiro con mala cara. - Solo me levanté para estirar un poco las piernas mi amor. - Dijo en un tono más agudo intentando sonar más femenino.

Después de ese espectáculo Annabeth se levantó. No pensó que habría pasado mucho tiempo, pero al mirar a través de la ventana se dio cuenta de que estaba en la mañana. Esta no perdió tiempo y fue a despertar a sus hermanos para ir a desayunar.

Tras unos minutos consiguieron llegar a tiempo al desayuno, pero perdieron su turno en la duchas y serían los últimos. Cuando llegaron al comedor Annabeth pudo ver a Percy sentado al lado de Tántalo mientras se reía descaradamente de como el director se peleaba con algo para poder comer.

Ella se sintió tentada a ir hasta la mesa con la intención de contarle todo lo que había visto, pero decidió esperar un poco ya que ella misma quería desayunar y darse una ducha.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora