Un nuevo hermano

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Las vacaciones de verano estaban por comenzar y Percy ya había terminado si primer año del doctorado. Durante ese año se había dado cuenta de muchas cosas, entre ellas como que se había obsesionado con encontrar una forma de traer de vuelta a Thalia. Él no podía ir al dominio de su tío y pedir que la dejara ir, uno porque eso siempre tiene un precio y dos porque no es bueno jugar con la muerte en ese sentido.

También había recibido cartas y regalos en su tiempo libre, bueno, solo un regalo que fue confiscado cuando llegó pero eso es otra historia. Su espada Anaklusmos había sido un regalo de su padre y había sido mejorada por su tío para que fuese una espada látigo, las cartas que había recibido eran de los semidioses que había conocido en el campamento, sobre todo de Luke y de Annabeth, también había de unos chicos gemelos de la casa de Hermes y un hijo de Hefesto que le gustaba que le llamasen Bekendorf. Pero sin duda las más raras que había recibido habían sido de una chica que no esperó para nada. Clarisse había comenzado a abrir un poco su mente y le había pedido en una carta que le ayudase a entrenar.

Dejando ese tema a un lado y volviendo al actual. Percy estaba planeando ir al campamento después del solsticio de verano ya que no quería volver al Olimpo solo para ver como su padre y su tío se peleaban por ver a quien quería más su abuela.

Tras hacer esa decisión este todavía tenía una semana para ir al campamento por lo que se limitó a disfrutar esa semana de paz, ya que era muy probable que este se viera envuelto en algo que no le dejase en paz durante todo el verano.

Ahora mismo estaba paseando por la ciudad como cualquier mortal, viendo lo que estos hacían. Percy siempre se entretenía viendo como los mortales pasaban su tiempo, había llegado a la conclusión de que los jóvenes tenían tendencias autodestructivas por el hecho de no controlas las sustancias que entraban en su cuerpo, es decir, había visto mucho en la universidad a jóvenes bebiendo una botella entera de alcohol sin cuidado y también a otros fumando algo que no era tabaco. Él sabía perfectamente que esto en algunos jóvenes hacían esto para evadirse de sus problemas o solo para disfrutar, eso él lo sabía, lo que no entendía era lo que hacían algunos de no tener el control sobre ello habiendo visto como un chaval de veinte años bebía tanto que se quedó en coma durante dos semanas solo para que el fin de semana siguiente siguiera haciéndolo.

Percy dejó de observar a los jóvenes, los tenía muy vistos. Pero había visto muchas veces en las calles a un chico de su edad muy grande y que de vez en cuando tenía heridas. Había captado que ese chico no era humano, pero se comportaba como uno y eso le preocupaba ya que podía atraer a más monstruos a donde esté yendo.

En el momento en el que este lo vio él estaba caminando por la calle con una mochila a su espalda, por lo que decidió seguirlo por el momento. Este caminaba sin ninguna prisa hasta que llegó a un instituto llamado Escuela Preparatoria Meriwether.

Eso le pareció extraño a Percy. Al saber que él no era mortal debería ser un semidiós o algo parecido, lo que le pareció extraño fue que la gente se metiera con él nada más llegar a la puerta. Percy decidió seguirle dentro haciendo que este sea invisible para los mortales gracias a la niebla.

Hoy parecía ser el último día de la escuela por lo que solo se dedicarían a repartir las notas del curso y se irían a casa. Siguiendo al chico este vio algo que lo sorprendió, sobre todo por el hecho de que nadie se había dado cuenta. Él solo tenía un ojo ubicado en la mitad de su cara, lo que indicaba que era un cíclope.

Tras pasar todo el tiempo con él se dio cuenta de que este no tenía hogar y que formaba parte de un programa de inserción para chicos sin hogar de la ciudad. Llegó un momento en el que el chico se encerró en un baño por lo que Percy vio la oportunidad perfecta para hablar con él.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora