Noticia de ultima hora, se ha avistado un dragón en las calles de Manhattan

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Pasó el tiempo y Percy ya se había leído los tres libros que su madre le había prestado. Había analizado a fondo los mitos que el consideraba más interesantes. Sabía de cabo a rabo todas las características de Aquiles, Orión y Jasón, ellos, a los ojos del niño pequeño, eran los más entretenidos y los que más les hacía pensar. Había muchas versiones del mito de Orión, uno es que era hijo de Poseidón y Gea siendo un gigante que se volvió loco, otra versión era que era un semidiós que logró enamorar a Artemisa y fue asesinado por Apolo y otra era que simplemente era un cazador bendecido por Poseidón que solía juntarse con Afrodita. Los que menos les gustaba era Heracles, un semidiós tan poderoso bendecido con una gran fuerza que al morir fue ascendido a un simple portero en el Estrecho de Gibraltar, patético.

También había descubierto mitos que tenían que ver con la magia como con Medea y Circe. Estos casos le parecían muy curiosos, no entendía el concepto de magia que había en Grecia ya que solo conocía la magia de ahora como "coge una carta" o "piense en un numero y sume etc". Todo era muy curioso para el niño.

Su vida diaria tampoco había cambiado mucho. Consistía en ir por la mañana a la academia, ir a comer a casa y luego ir a jugar con su madre y tía Ashley a un parque. No se molestaba en cuestionar cosas que sabía que no tendrían respuesta como porqué hay una mujer con alas de murcielago volando por el cielo y dónde estaba su padre y porqué no estaba allí con ellos, esa última pregunta no la realizaba porque no sabía si no quería saberlo o porque no le importaba donde estaba ese hombre, por el momento era feliz viviendo esta vida con esas dos mujeres.

En este momento Percy había sido encargado a una misión muy importante por su querida tía. Tenía que ir a comprar pan a una tienda que había en la esquina. Había salido equipado con todo lo necesario para esta misión. Un collar donde tenía las llaves colgadas, una pequeña cartera con el dinero suficiente como para pagar y comprar algo de beber si quería y, lo más importante, la advertencia de no hablar con gente que no conoce. Con ese equipo fue a cumplir su misión.

Mientras eso sucedía, un hombre sentado en una silla de ruedas motorizada paseaba por la zona de Manhattan. Este señor tenía el pelo castaño y vestía con una chaqueta de cuero que solían vestir los profesores mientras una manta cubría sus piernas. A simple vista parecía un hombre que había perdido la movilidad en las piernas que estaba dando un paseo y que aparentaba ser un profesor. Eso último era verdad, era un profesor pero no uno normal. Este hombre era conocido como Quirón, pero la mayoría de sus estudiantes los confundían con Caronte por la dislexia.

Él estaba en Manhattan por había sentido la presencia de algo extraño en la isla. Parecía un semidiós, pero emitía un aura más fuerte no mucho pero más fuerte. Mientras paseaba notó esa sensación cerca y se encaminó hacia esa posición. Cuando llegó vio una tienda de comestibles normal y corriente, pero decidió no entrar ya que podría perder la pista de ese ser. Esperó durante unos minutos mientras hacía que estaba leyendo un libro y cuando por fin lo volvió a sentir lo vio.

Saliendo de la tienda había un niño que a simple vista parecía normal. Vestía con un pequeño jersey de color azul con unos pantalones negros, tenía colgando de su cuello las llaves que seguramente fuesen de su casa y una pequeña cartera. Lo que le llamó su atención de él era su pelo y sus ojos, su color de pelo era negro azabache y sus ojos tenían dos colores, su ojo izquierdo era verde y su ojos derecho gris. Esa combinación era imposible, esos dos se odiaban a muerte y no podían estar juntos más de unos horas sino empezaban a discutir sobre estupideces.

Desde lejos decidió vigilar al niño, él sabía que parecía un acosador, pero tenía que saber. Descubrió que vivía en un edificio cercano a la tienda y que por las mañanas los días de diario iba a una academia para niños superdotados. Quirón tenía que conocer al chico, esa mezcla era imposible y tenía que verificarse.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora