Terremoto y farolas asesinas

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Percy, acompañado de Clarisse y Nico, fueron al encuentro con Campe. Por lo que pudieron ver cuando dejó a Clarisse en su celda ella se había ido a lo que era el patio de la cárcel. Percy Comprobó el estado del lugar a ojo.

Era un lugar abierto, todavía se preservaban los lugares en los que los presos pasaban sus momentos al aire libre. Canchas de baloncesto, zona con maquinas para hacer ejercicio y algunos bancos con mesas donde se podrían reunir los presos a planear sus posibles fugas esta prisión... Pero no había ni rastro de campe.

Con cautela indicó a los otros dos semidioses que le siguieran a fuera. Iban espalda con espalda formando una triangulo entre si para evitar cualquier ataque por sorpresa. Todo estaba bien planeado, pero no cayeron en la cuenta de una cosa. Campe tenía alas.

De pronto un borrón de color verde cayó hacia ellos desde los cielos. De no haber sido por Nico que logró escuchar como cortaba el aire en su caída.

- Pero mira lo que tenemos aquí. - Dijo ella con una voz que causaba escalofríos por parte de Percy y los demás. - Una alborotadora que ha liberado, un hijo de Hades y una abominación.

- Venga ya. - Dijo Percy un poco cansado. - Soy normal, podéis dejarme de llamar abominación o aberración, es un poco hiriente.

- Me da igual, eres un ser que no debería existir en este y ningún plano. - Dijo ella. - Eres la coexistencia de dos entidades que se odian a muerte. Dame la gracias al ser yo quien te quite la vida.

- Eso ya lo veremos. - Dijo este mientras se ponía en una posición ofensiva.

En tan solo unos instantes, Campe había salido volando de su posición y fue a atacar a lo que ella creía que era el eslabón más débil, Nico. Ella fue a toda velocidad contra él e intentó darle con un látigo que usaba para castigar a sus prisioneros.

Estuvo a punto de lograr su objetivo de golpear al hijo de Hades, pero su arma fue bloqueada por otra. Esta miró confundida a los alrededores solo para encontrarse un filo extensible como su látigo que provenía de Percy que la miraba con una sonrisa. Unos segundos más tarde, Clarisse se abalanzó sobre ella con su lanza electrificada para clavársela en el pecho en la posición de su corazón para darle un shock mortal.

Campe usó sus alas para salir de su situación. Hizo que sus alas se batieran haciendo así que una ráfaga de viento se llevara a Clarisse y a Nico hacia atrás para poner distancia entre ellos. Nuevamente alzó el vuelo y replanteó su estrategia.

Unos segundos más tarde bajó a toda velocidad con su látigo en ristre y preparado para atacar, cuando estaba a unos escasos metros de los semidioses esta se alzó unos segundos y dejó avanzar el látigo hasta la cercanía de los tres chico. En ese momento el látigo se azotó causando un ruido ensordecedor que causó que ellos se taparan los oídos por el sonido y el dolor que podrían llegar a sentir debido a ello.

Percy empezó a escuchar un pitido que le nublaba la vista y le hacía perder el equilibrio. Instintivamente se llevó una de las manos con las que se había tapado uno de sus oídos y vio un líquido rojo con motas dorada en su mano. Ese latigazo le había roto el tímpano y ahora estaba en gran desventaja.

Todo lo que podía oír antes, que eran gaviotas, el ruido de las olas chocar contra la isla y el viento soplar, ya no los podía oír de la misma forma y le dolía mucho. Percy sacrificó un poco de su camiseta para crear tapones que se puso y dio a sus compañeros que estaban en la misma situación que él. Por lo menos con esos tapones no se tenían que preocupar de pillar una infección más tarde.

Tenía que pensar en algo rápido y como podría comunicárselo a sus compañeros. Percy solo sabía que si algo realmente malo pasaba mandaría a Nico y Clarisse donde Bianca y que fueran a buscar a Annabeth.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora