La pregunta de Jano y Campe

335 49 5
                                    

El pequeño grupo se había parado en seco cuando escuchó las dos voces. Percy, rápidamente, se puso delante de Rachel y los hijos de Hades a sus lados con la intención de protegerla.

- Tranquilizaos. - Dijo la voz triste. - Solo quería que respondierais a una pregunta.

- ¿Es eso mucho pedir? - Dijo la voz alegre. - Dependiendo de como contestéis yo diré donde está una de las chicas que buscáis.

Percy entrecerró los ojos por la mención de la chica que buscaban.

- ¿Qué pregunta es? - Dijo Percy con cautela.

- No la tienes que contestar tú. - Dijo la voz triste otra vez. - La chica pelirroja tiene que contestar.

- Ella no dirá nada hasta que os mostréis. - Dijo Percy completamente a la defensiva.

En ese momento un ser se hizo presente. Vestía con harapos de la antigua Grecia y por alguna extraña razón este tenía dos cara, una a cada lado de la cabeza, una triste y otra alegre como suelen representar el teatro con máscaras.

Cuando Percy lo vio se tensó. Él no se esperó ver a Jano en este laberinto.

- Dejad que nos presentemos. - Dijeron las dos voces al unísono. - Soy Jano, el dios de las puertas, las opciones, los comienzos y finales y las decisiones, ahora te haré una pregunta.

- No lo hagas. - Dijo Percy muy serio. - Este dios se caracteriza porque una de sus caras siempre dice la verdad y la otra miente, no te dejes engañar.

- No le creas. - Dijo la voz alegre. - Él es un ser muy arrogan que mira por encima del hombro a los mortales. - Dijo la voz triste. - Los odia sin más, me sorprende que esté contigo, una mortal sin nada especial, solo sus ojos. - Alegre continuó. - La pregunta es la siguiente. - Dijo triste. - ¿Por qué ayudas al ser llamado Percy Jackson? - Dijeron las dos voces al unísono. - Uno siempre miente y el otro siempre dice la verdad, los dos hemos contado cosas malas de él. - Dijo triste. - Es arrogante, odia a los mortales, los mira por encima del hombro y los trata de menos. - Dijo alegre. - Tú eres mortal, ¿Por qué trabajas con él? Se sincera y te diremos por cual puerta ir.

En ese momento dos puertas aparecieron a la espalda de Jano dando a entender que una de ellas los llevaría al lugar donde Annabeth o Clarisse estaba.

Rachel miró confundida a Jano solo para girar su mirada a Percy, la cual era inexpresiva. Ella no podía pensar nunca que él sería malo, estaba aquí para salvar a sus dos amigas, pero... En ese momento algo la chocó, esas dos chicas no eran humanas, eran semidiosas.

Si una mentía y la otra decía la verdad eso quería decir para Rachel que Percy u odiaba a los mortales como ella o menospreciaba a los mortales.

Ella negó con la cabeza. Cuando el fue a pedir ayuda él se mostró amable, no la hizo de menos y mucho menos la trató mal. Si una de esas dos opciones era real no se la había mostrado Percy y se preguntó ella por qué la había pedido ayuda.

Entonces recordó, la quería por sus ojos.

- Percy. - Dijo Rachel con voz baja pero que todos escucharon. - ¿Solo contactaste conmigo por mis ojos? ¿Si hubiera habido otra persona más se lo hubieras pedido? - Hubo un pequeño silencio que indicó que Percy tenía una respuesta afirmativa.

- No te voy a mentir. - Dijo Percy. - Los mortales no me gustan mucho, han ido evolucionando poco a poco solo para convertirse en seres que dan más miedo que cualquier monstruo del que tengo constancia. Son tan idiotas como para tropezarse dos o tres veces con la misma piedra del camino y capaces de matarse entre si por razones absurdas como por ejemplo conseguir una cosa que otra persona tiene. - Dijo Percy muy serio. - Y sí, te busqué por tus ojos principalmente, pero cuando te conocí en persona pude notar con solo tu mirada, postura y comunicación no verbal, que no eras como el resto de los mortales y lo comprendí al ver a tu padre, un ser hambriento de dinero que es capaz de usar a su propia hija para ganar aún más dinero. Puedes estar orgullosa, estás en el pequeño grupo de mortales que tiene mi favor y que puede que llegues a ser mi amiga si todo sale bien. - Dijo al final con una sonrisa.

El rey de los mestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora