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-Lo siento-Repetí por quinta vez en menos de un minuto. 

Mi jefe, Kim Seok Jin, se encontraba frente a mi, de brazos cruzados y negando con la cabeza una y otra vez. Me miraba con una ceja arqueada y debido a que es más alto que yo, ahora mismo me sentía aún más pequeña. 
Después del incidente de esta mañana y la repentina desaparición de Yoongi, quien se encontraba en realidad dentro del cuadro y me ignoró cada vez que lo llamaba, salí de casa lo más rápido que pude, en el trayecto fui directo al centro para comprar las telas que debía tener listas desde hace un par de días. 

Y es así como llegué hasta aquí, me había cambiado la blusa por una de cuello alto, y del mismo modo, coloqué una bufanda al rededor de mi cuello con sumo cuidado para evitar que las marcas fuesen vistas por cualquier persona. 

Mordí el interior de mi mejilla sin saber qué más hacer. Extendí las telas hacia Jin, quien se limitó a suspirar y tomarlas. 

-Te he llamado varias veces hoy-Sonaba preocupado-¿Ha pasado algo? No sueles llegar tarde sin más, y cuando lo haces, usualmente me avisas-Aclaró. 

Dio medio vuelta y se encaminó hacia el maniquí, el cual estaba cubierto por algunas cuantas capas de tela, en una especie de borrador para hacer el diseño final de una de sus creaciones. 
Lo seguí admirando el boceto que tenía sobre la mesa, supongo que se trata del vestido que planea hacer. 

-No es nada-Mentí rápidamente al darme cuenta de que me había tomado un tiempo responder. 

Se giró a verme, dejando las telas sobre una de las mesas que disponían de un espacio considerable. 

-¿En serio?-Resopló-No puedo creer que estés mintiéndome-Se quejó-Eres pésima en hacerlo, y nunca lo habías hecho antes. No conmigo al menos-Murmuró con decepción. 
Suspiré. 

-Bien, lo siento. Es sólo que estos días han sido algo-Dudé-Agitados. No sé exactamente cómo describir la situación-Llevé una de mis manos a mi cuello, frotando en donde supongo había una marca que desde antes me ha estado molestando-Pero descuida-Seguí-No hay nada de lo que debas preocuparte-Sonreí ampliamente y, sin más, tomé una cinta métrica, dirigiéndome a uno de los maniquíes que se encontraban disponibles para comenzar a trabajar. 

Me coloqué las gafas para analizar bien el mensaje que me había enviado la chica que pidió el vestido, asegurándome de visualizar cada uno de los detalles que estaban especificados. 

-Si así lo quieres, podemos omitir el tema-Se encogió de hombros. Pero por la forma en que me miraba estoy segura de que no quería dejar las cosas  así. 

No respondí, en cambio le di la espalda para que no pudiese ver mi expresión, aunque no estoy segura de la que estaba haciendo. No creo que sea oportuno hablar con alguien sobre mi situación actual. 

Me pregunto si debería ir a la tienda de antigüedades de nuevo. Aunque por lo que me contó la señora Kim, dudo que sepa algo más sobre el cuadro o la maldición en sí. 
Negué con la cabeza, para así apartar cualquier pensamiento que rondaba por mi mente y enfocarme por completo en mi trabajo. 

-Por cierto-La voz de Jin me sobresaltó, por lo que le miré con los ojos un poco más abiertos, estaba mirándome con detenimiento-Nunca antes has usado cuello largo, o bufandas-Había sospecha en su tono. 

Probablemente mis mejillas se sonrojaron, pues sentía mi rostro arder. 
Reí bobamente y negué con mi mano, como si de este modo pudiera restarle importancia. 

-No me prestes atención, cuando fui a comprar el material me atrapó la lluvia, desde ayer me he sentido un poco resfriada. Solo me aseguro de cuidar de mi misma-Sonreí de nuevo mientras fingía tomar medidas en el maniquí. 

El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora