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-Apártate-Puse mi mano frente a mi, de forma rápida había logrado cubrir un poco mi cuerpo con una prenda que se encontraba en el suelo. Por momentos como estos es en los que agradezco el no ser tan ordenada como se supone que debería.

-Tranquila, sólo bromeaba-Alzó sus manos frente a él, en señal de rendición, aún así seguí con mi mano en alto y me permití observarlo detenidamente.

-¿Qué eres tú?-Negué-Perdón, ¿Quién eres tú?-La confusión estaba impresa en cada una de mis palabras, y estaba segura de que la misma se reflejaba en mi rostro.
Sin embargo al escucharme su rostro se torno serio, y sin ninguna expresión descifrable.

-¿Has preguntado qué soy?-Me miró con evidente molestia, negó y bajo las manos a sus costados. Golpeando estos de modo que su acto se vio incluso más dramático de lo que era.

-Si, bueno, lo siento-Mordí el interior de mi mejilla al tiempo que miraba la suelo-Estoy asustada y confundida-Declaré-No estoy pensando muy claramente las cosas. Y en realidad, no entiendo el por qué debo disculparme yo-Esta vez lo mire con sorpresa al darme cuenta de que, repentinamente, me sentía culpable por el trato que le había dado. Siendo que era un completo extraño, en mi casa, en mi habitación y, para empeorar las cosas, me ha visto en ropa interior e incluso se atrevió a mirarme con morbo.

-Es un acto natural del ser humano-Se encogió de hombros y al instante me dio la espalda, recorriendo con su mirada el resto de mi habitación. Inhale profundamente y de manera rápida me coloqué la blusa que tenía en mis manos.

-Peor es nada-Susurré al dame cuenta de que la blusa no me cubría ni siquiera las bragas.

-Por mi, es mejor que no uses nada-Levanté la mirada para toparme con la suya. Pude notar un deje de diversión en esta, e incluso mis mejillas se calentaron por eso.

-Basta, deja de mirarme de ese modo y responde a mi pregunta-Crucé los brazos frente a mi pecho en un reflejo de protección, como si de ese modo me abrazase a mi misma.

-No deberías hacer eso-Lo escuché gruñir un poco pero me negué a hacer caso a su evasiva.

-Responde o llamaré a la policía-Retrocedí lo suficiente para acercarme a la puerta de la habitación a modo de advertencia.

-No es como que ellos puedan hacer algo en mi contra. Al final, a donde sea que vaya mi cuadro, ahí estaré yo-Se encogió de hombros restándole importancia, dejándome con los labios entre abiertos por la sorpresa.

Comencé a pensar cuidadosamente lo que había dicho.
Si era de ese modo, aquella mujer en la tienda de antigüedades me había mentido, o bien se olvidó de algunos objetos que resultaban estar malditos. Podría pasar, ¿cierto? Puede que por error esta pieza que decidí comprar estuviese en la zona donde se suponía todo estaba bajo control y sin ningún hechizo de por medio.

-Mierda-Pasé mi mano por mi rostro, apartando el cabello que caía por mis mejillas.

-No deberías hablar de ese modo-Entrecerró sus ojos en mi dirección, aquello me tomó por sorpresa.

-¿Por qué no?-Pregunté en desacuerdo.

-Eso sólo provoca que me agrades más, no puedes hacerlo de nuevo-Sentenció.

-¿Y quién diablos te crees para prohibirme cosas de repente?-En un impulso me acerqué a él lo suficiente para que unos cuantos centímetros separasen nuestros rostros. Su respiración pausada era totalmente lo contrario a la mía que parecía que recién había corrido o algo similar.
Su piel se veía extremadamente suave y cálida, sus labios rosados me hicieron contener un jadeo y apartarme de ahí.

Aclaré mi garganta mirándolo con reproche.

-No me importa, olvídalo, sólo dime quién eres y qué es lo que puedo hacer para, sin ofender, des hacerme de ti.

Una risa sin humor salió de sus labios, dejándome saber que no le había gustado mi comentario.

-Es mejor ser directa, ¿No lo crees?-Mantuve mis brazos cruzados sobre mi pecho arqueando una ceja hacia él.

-Si, así es, me agrada que lo seas, supongo que mereces saber unas cuantas cosas sobre mí-Sin permiso alguno se recostó en mi cama. Si, así es. Incluso pasó sus brazos por debajo de su cabeza como si no tuviese ninguna preocupación, incluso manejaba la situación de ese modo, como si no hubiese nada fuera de lo común.

-¿Qué diablos estás haciendo?-Debido a la sorpresa y la confianza que él parecía tener me fue inevitable no alzar la voz.

-No grites-Ni siquiera se movió un poco, siguió con su mirada fija en el techo, como si estuviese pensando en algo muy profundamente.
Me quedé sin aliento cuando pasó su lengua por su labio inferior.

-Deberías hablar de una vez, o realmente te obligaré a salir de aquí arrojando el cuadro por la ventana-Señalé el cuadro a mi costado. Pero de nueva cuenta se quedó inmóvil en su posición.

-Nadie nunca me había hablado de ese modo-Soltó una risa sarcástica, que me heló un poco las manos-Lo que más debes saber de mi, supongo, porque al final es lo que siempre preguntan las personas, es mi nombre-Suspiró pesadamente, girando su cabeza lo suficiente para que nuestras miradas se encontraran.

-Bien, pues, estoy esperando-Me relajé un poco, aunque parezca una locura, el tenerlo ahí frente a mi, no me causaba un verdadero temor, sino, curiosidad. Era un poco más alto que yo, era delgado y su expresión parecía ser siempre la misma. Sin embargo no era lo tan clara como para saber qué es lo que estaba sintiendo, o lo que pasaba por su mente.

-Deja de interrumpirme-Sonaba cansado, un bostezo escapó de sus labios enseguida-Mi nombre es Min Yoongi, gusto en conocerte, ___________.













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Nos leemos en el siguiente capítulo♡

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El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora