32

1K 125 13
                                    

Mis piernas flaquearon al sentir su respiración cálida en la curvatura de mi cuello. Sonreí con nerviosismo, sin girarme a mirarlo directamente. Aunque el viento seguía soplando con fuerza cada poco tiempo la cercanía de Yoongi impedía que lo sintiera del todo.

-Yo...-Titubeé, sin saber qué decir con exactitud.

Eros, quien se presentó a sí mismo como Hoseok, nos dejó con una incógnita incluso mayor. Según él, no puede decirnos directamente a qué se refería con aquello, pero si lo consultamos a algún otro Dios, entonces tendríamos una respuesta más acertada.

-¿Crees que el hecho de que sea el Dios del amor le impida decirnos lo qué sucede?-Pregunté con confusión a Yoongi.

Lo sentí encogerse de hombros, se limitó a rodear mi cuerpo con sus brazos, apegándome por completo a él. Mis mejillas se calentaron ante su acción.

-No es algo que me preocupe ahora mismo honestamente-Respondió con indiferencia mientras depositaba un húmedo beso en mi cuello.

Inhalé con fuerza, negando con mi cabeza para mantener la concentración.
Bufé intentando parecer seria.

-Pues debería, tenemos que asegurarnos de algunas cosas antes de cualquier otra cosa-Repliqué mientras intenté, en vano, apartarme de él. Por supuesto que no funcionó.

-Es tarde, lo dijiste antes de que llegara aquel tipo sonriente-Soltó despectivo-Regresemos a casa-Dicho esto, introdujo sus manos en los bolsillos traseros de mis jeans, dando un apretón que me tomó por completo por sorpresa.

Jadeé aturdida, sin saber si golpearlo o continuar con el juego que había empezado. En su lugar, me alejé de golpe.

-Tienes razón en eso, debemos volver antes de que se haga aun más tarde-Miré el cielo, abrazándome a mí misma ante la perdida de calor.

Yoongi dio un paso en mi dirección, lo miré mal, advirtiéndole en silencio que se quedara quieto por un momento.

Rio alzando sus manos, como si con esto se rindiera. No pude evitar sonreír ladinamente también. Aquellas sonrisas sinceras que soltaba de vez en cuando son algo digno de admirar.

-Como sea, andando, tomaremos un taxi ya que el metro debe estar cerrando-Dije con resignación.

Entonces, sorprendiéndome de nuevo, Yoongi me abrazó, rodeando mis hombros mientras reía.

-No le encuentro la gracia a esto-Bufé peleando un poco para liberarme de su agarre.

-Me subestimas-Soltó, riendo por lo bajo.

Me limité a mirarlo confundida mientras mi ceja se arqueaba, esperando una explicación.

-Estoy maldito, y eso supongo, tiene sus ventajas. Sabes que el cuadro me mantiene atado. Así que, solo debes pedirme una cosa, y estaremos en casa en un parpadeo-Sonrió con malicia.

Mis ojos se entrecerraron por la duda que esto me generaba. Dudé, pero no podíamos quedarnos aquí por mucho más tiempo. Podría suceder algo si demoramos más.

-Bien-Dije dubitativa- ¿Qué es lo que debo pedir?

Su sonrisa ladina me causó un escalofrío.

-No puedes retractarte ni sentirte mal por nada-Advirtió esta vez con seriedad. Mordí el interior de mi mejilla, comenzando a preocuparme.

Entonces, sin esperarlo acercó su rostro peligrosamente al mío, rozando nuestros labios de forma tortuosa, embriagándome con su cercanía, atrayéndome con su aroma.

-Solo debes asegurarte de no reprimirte, y pedir por más, siempre por más-Susurró contra mis labios, mirándome con decisión.

Asentí rápidamente, sin comprender del todo lo que aquello implicaba. Retrocedió un poco, permitiendo que el aire se colara entre nuestros cuerpos. Llevó su mano a mi mentón, alzando mi rostro hasta que sus labios hicieron posesión de los míos, siendo incluso algo agresivo cuando tiró de mi labio inferior con sus dientes.

El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora