POV. Yoongi

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-Te amo-Confesé, mordiendo su hombro. Ambos gemimos por el inmenso placer.

Sabía que esto podría considerarse un mal momento para admitir este tipo de sentimientos, pues nada me aseguraba tener un lugar en este mundo, no por mucho más tiempo.
No quería confundirla, no quería lastimarla tampoco, nada de eso. Pero no podía callarme esto antes de desaparecer.

Ella hizo el amago de girarse, seguramente estaba abrumada, aun así, hice lo posible por mantenerla en la misma posición, arremetí en su interior una y otra vez hasta que su centro palpitó, mi miembro se vio aprisionado entre sus pliegues mientras su orgasmo se hacía presente. No cedí y envestí de nuevo.

Pestañeó lentamente, seguro el sueño comenzaba a vencerla. Sonreí al verla en ese estado.
¿Cuánto tiempo pasaría hasta que me encontraran de nuevo?

Y aunque eso sucediera y me viese obligado a tener relaciones con otra mujer sabía plenamente que ______ me había arruinado para cualquier otra.
No habría ninguna después de ella, incluso si tenía que pactar algún tipo de trato sucio con algún Dios, me negaba a servirle a alguien más de forma sexual.

No podría.

Mi cuerpo comenzó a temblar, y en mis manos se hizo evidente lo asustado que estaba cuando, por inercia se cerraron con fuerza sobre su cintura.
Mordí el interior de mi mejilla, conteniendo un gruñido de frustración.
Esta vez no me aferraría a ella con la esperanza de quedarme.

Pese a mis múltiples pensamientos, y mirando de reojo el reloj en la mesita de noche me atreví a continuar arremetiendo contra su cuerpo.
No tenía más tiempo. Ya no.
Mis caderas se mecieron contra su cuerpo, y la sensación de un orgasmo se arremolinó en mi cuerpo, sin embargo, esto sucedía siempre, sin llegar a culminar realmente.

Mi cuerpo comenzó a arder por dentro, la sangre que corría por mis venas se calentó y fue lo que me indicó lo evidente.

Era el momento de irme.
Un gemido de satisfacción fue contenido en mis labios al sentir mi cuerpo temblar con fuerza.
Apenas y noté el brillo que me cubría por completo.

Ya era hora de decir adiós, una vez más me alejaba del mundo. Seria encerrado de nuevo, con la intriga de si algún día volvería a ver la luz del día, escuchar el trinar de las aves, beber un poco de agua, sentir la brisa del aire contra mi cuerpo.
Ver la luna acompañada de un cielo oscuro y despejado.

Nada de eso era una constante para mí, nunca lo sería.

El pesimismo me envolvía junto a aquel ardor inminente.
______ lloraba, y yo no podría quedarme para consolarla, por eso con la nula fuerza que quedaba en m cuerpo extendí mi mano, con la sola intención de acariciar su mejilla.

-Te amo-Besé su frente con todo el cariño que sentía por ella, esperando que con ese sencillo gesto pudiese entender todo lo que con palabras no podría.

La oscuridad me envolvió, mi cuerpo entero se entumeció ante la expectativa de ser aislado nuevamente.
No es que aquello no importara, por supuesto que lo hacía, solo que en ese momento solo pensaba en ella, en lo mucho que le afectaría mi partida ya que, tenía la certeza de que ella sentía lo mismo, incluso si no podía escuchar su respuesta.

***

Mi mente se sentía pérdida, mucho más que en otras ocasiones.
Todo a mi alrededor daba vueltas, lo que no tenía sentido, pues nunca he percibido el movimiento del cuadro, incluso si estoy dentro de él.

Mi pecho dolía, los latidos de mi corazón eran normales.
Mi respiración era lo único que podía escuchar.
De nuevo el silencio me envolvía, junto a mi fiel compañera la oscuridad.
Mi cuerpo dolía, y eso tenía menos sentido que el dolor no físico en mi pecho, sabía que dolía por mi perdida.

El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora