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-¿Estás segura de que es aquí?-Preguntó Yoongi con evidente duda.

La noche había caído ya, y aunque el cielo se encontraba despejado, el viento soplaba con fuerza de vez en cuando. Mis manos se mantenían cerradas en puños por dentro de los bolsillos de mi chaqueta. Tal vez debí traer algo más abrigador.

Me encogí de hombros, mirándolo con en un intento de dar una sonrisa tranquilizadora. Terminó siendo una mueca.

-Eso pensaba, pero es tarde y no sucede nada-Suspiré exhausta.

Nos tomó bastante tiempo llegar hasta aquí, ya que este es el único campo con orquídeas, al menos el único que conocía. Y se encontraba a las afueras de la ciudad. El no tener auto solo complicaba más las cosas, y el hecho de que "Eros" no hiciera su triunfal aparición me desanimaba. Creí realmente que había encontrado alguna pista, o mejor dicho, que este lugar era el punto de encuentro.

-¿Sería oportuno llamar a tu amigo?-Pregunté dubitativa. No quería que se molestará.

Él hizo una mueca mientras negaba, ni siquiera lo consideró.
Reí por lo bajo de solo verlo. Quería saber más acerca de su primer encuentro o el por qué aunque Yoongi dijera odiarlo o que no le agradaba en lo más mínimo, en realidad su expresión siempre era tranquila al mencionarlo. Al menos, cuando no estaba a la defensiva soltando improperios sobre el Dios de la guerra.

-No necesitamos de alguien tan pedante en un momento como este-Sentenció, llevando sus manos a sus labios, soplando en estas para darles calor.

Me acerqué con lentitud, sacando mis manos de la chaqueta para tomar las suyas.
Con algo de atrevimiento, lo convencí de meter sus manos en sus bolsillos, para después, meter las mías.
Sonreí con satisfacción cuando sus mejillas se tiñeron de un lindo color carmín y su mirada se negaba a encontrarse con la mía, perdiéndose en el cielo.

-Bueno, si no piensas llamarlo puedo hacerlo yo-Bromeé, sabiendo que eso definitivamente recibiría una negativa. Y así fue, no tomó demasiado cuando sus manos se cerraron sobre las mías en esta ocasión, sin llegar a sacar nuestras manos de sus amplios bolsillos.

-Eso es una muy mala idea, una vez que comiences a hablarle no podrás quitártelo de encima, es molesto, le gusta fastidiar a las personas por diversión y le encanta molestarme con bromas que no entiendo en absoluto. Y dado que estoy contigo todo el tiempo, simplemente no me gusta la idea de verte riendo con él para ser exactos-Finalizó aquello con una exhalación.

Mis labios se entreabrieron por su confesión, llegando a sentirme incluso algo avergonzada.
Bajé la mirada, incapaz de sostener la suya por mucho más tiempo, él decidió apartar una de sus manos, para llevarla a mi mentón y alzar mi rostro con delicadeza.

-No pretendo negarte nada-Dijo apenado-En realidad, deberíamos llamarlo, es la única pista que tenemos por ahora, tal vez hay que seguir leyendo el libro, puede que encontremos algo más. Pero hagámoslo cuando estemos en casa, es tarde y por mucho que el mundo cambie, las personas no lo hacen del todo. Hay que ir con cuidado, ¿De acuerdo? -Asentí enseguida, sintiéndome embobada con su voz, sonaba tan tranquilo y al mismo tiempo, lleno de confianza.

-Vamos entonces-Respondí al percatarme del silencio que se había extendido entre nosotros.

Me aparté de la calidez de su cuerpo, estremeciéndome al instante por el cambio abrupto de temperatura.
De forma repentina, algunas de las flores se movieron, como si le estuviesen abriendo paso a algo, o alguien.

-Es grato ver que mis flechas siguen cumpliendo con su función.

Una voz de lo más alegre y entusiasta se escuchó justo donde las orquídeas se inclinaban.
Miré a Yoongi algo aterrada. Él de inmediato me posicionó detrás de su cuerpo, a modo de protección.

El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora