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-¿Yoongi?-Aquello sonó más como un gemido de mi parte, por lo que de inmediato mordí mi labio.

-Dime-Sus labios no se alejaban de mi cuello, erizándome la piel. Sus suaves labios seguían con su labor, intenté apartarme, pero de inmediato sus manos me atrajeron de vuelta atrapándome por la cintura.

-Espera-Pedí, retorciéndome contra él, pero no cedía.

-Solo un poco más y lo desearás también-Suspiró contra mi oído, la calidez de su aliento me hizo estremecer al ser tan repentino-¿Lo ves?-Sonrió de costado, y esta vez sus manos fueron subiendo lentamente por mi abdomen, deteniéndose debajo de mis pechos.

Detuve mi respiración por un segundo, y aún sintiéndome completamente avergonzada aparté sus manos de mi cuerpo, al mismo tiempo que me alejaba, manteniendo una distancia considerable entre nosotros.

Me miró con confusión en su rostro, tenía las mejillas sonrojadas, sus labios parecían un poco más hinchados y sus pupilas dilatadas.
Lleve una mano a mi cuello, acariciando la zona donde sus labios estuvieron anteriormente.

-¿Qué diablos pasa contigo?-Pregunté con molestia. Pero debido a mi agitación parecía un jadeo.

Él sonrió, caminando hacia mi, retrocedí enseguida, con mi brazo extendido como si este fuese una especie de barrera entre ambos.

-Pero, ¿Está mal?-Preguntó, en cambio.

Creí que estaba bromeando, pero la confusión en su mirar era cada vez más notoria.

-¡Todo está mal!-Bufé exasperada, apartando con brusquedad el cabello que cubría mi rostro-¿Por qué hiciste eso?

-Uh, bueno, ¿Es mi trabajo?-Lo último parecía más una incógnita. Entreabrí mis labios al escucharlo.

-Escucha-Tomé una gran bocanada de aire-No puedes simplemente decirme aquellas palabras y después tirarte encima de mi-Negué avergonzada-Así no funcionan las cosas.

-Entiendo-Asintió. Sonreí más tranquila-¿Entonces cómo debo comenzar?

De nuevo el aire abandonó mi cuerpo.
¿En serio?

-No es que-Lo miré detenidamente-Nosotros no estamos relacionados de ese modo-Señalé-Es más que conocernos y enrollarnos. En realidad, quiero ayudarte.

Me acerqué con cautela, de a poco sus ojos parecían volver a la normalidad, al igual que su respiración parecía mas tranquila, por lo que me atreví a tomar su mano.

-Y para ayudarte, necesito que me expliques qué es lo que puedo hacer-Ahora estaba frente a él, levantando un poco mi rostro, para ver directamente sus orbes castaños.

Él rio, sorprendiéndome.

-¿Ayudarme?-Carcajeo de nuevo-Lo siento, no es posible-Negó-Desde que aceptas tenerme hasta que pasen 60 días soy todo tuyo, te pertenezco y obedezco-Aquello me provoco un escalofrío-Mi deber es hacer que la pases bien y que grites una y otra vez mi nombre. Eso es todo, una vez se cumple el plazo voy de vuelta al cuadro, esperando ser invocado de nuevo.

Pese a que me sonrojé por sus palabras y lo directo que era al respecto, me di cuenta de que su semblante se iba oscureciendo de a poco mientras finalizaba.
Es terrible. No lo que ha dicho, si no su situación.

-¿Es así como funciona?-Pregunté, mi voz era un susurro.

-Así es, y ya has aceptado, ya has dicho aquellas palabras. Una vez que lo haces, el "deséame" me obliga a sentirme atraído por ti, por tu cuerpo, tu olor e incluso tu voz. Todo sobre ti me abruma lentamente-Su rostro se fue inclinando hacia el mío. Su mano hizo presión con la mía, que aún lo sostenía. Tragué y lo miré fijamente.

El chico del cuadroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora