Eran principios de diciembre, hacía frío y ya no apetecía tanto salir por ahí. Era algo casi natural que a bastante gente le ocurría, y agradecía para mis adentros el hecho de no tener que salir obligada por el trabajo. Sin embargo me encontraba recorriendo la zona céntrica en busca de chocolates e ingredientes, algo usual mas no esta vez ya que había invitado a Garou a que viniera a casa. Era otra cita que me había costado pedirle y eso, inevitablemente, siempre me ponía nerviosa.
Quería que todo saliera perfecto y para ello pensaba gastar en calidad. Algunos creerían que los gastos iban solo para esos alimentos, no obstante traía bolsas llenas de adornos navideños. Me gustaba el hecho de decorar mi casa con anterioridad y que pareciera una de esas películas ambientadas en Nueva York dónde hasta el último rincón de la casa tuviera luces y decoración.
Era esa otra razón por la que había invitado al Cazador para vivir juntos el momento de transición del apartamento y degustar dulces de todo tipo.
Mi gorro-bufanda blanco con pequeñas orejitas ayudaba bastante con el frío pero tampoco soportaba estar tanto tiempo viéndome a mi misma reflejada en los luminosos escaparates cerciorándome de que no necesitaba nada más cuando mis ojos se quedaron clavados junto a una floristería. Esta tenía a la venta maravillosas flores sin aroma que se vendían tanto solas cómo en ramos o arreglos florales, observaba con atención la conjunción de colores en los que se había basado para una maceta rebosante para reparar en un espejo de cuerpo entero y con un fino reborde dorado. Me llamaba la atención a pesar de que a primera vista fuera simplemente eso, un espejo. Mas el hecho de que estuviera tan escondido tras una maceta y recostado vulgarmente contra la pared, me motivaban a preguntar por él.
La dependienta se acercó convenientemente a mí y decidí preguntar por el famoso espejo. Ella me contó que lo encontró tirado en un almacén y se lo trajo para darle un toque único al establecimiento, sin embargo no había encontrado en lugar adecuado dónde colocarlo para que realzara sus creaciones y le costaba trabajo mantenerlo limpio con tanta agua de por medio. Entre palabra y palabra finalmente empezó a pensar, y me lo ofreció de manera gratuita en vez de tomarse la molestia de tirarlo.
Sin pensarlo demasiado acepté y de inmediato me puse a buscar algún tipo de transportistas que me ayudaran a desplazar el objeto hasta mi casa sin romperlo y de manera ordinaria, evitando usar así mi psicoquinesia.La mujer con desinterés, me tendió el número de una empresa que la ayudaba con su pequeño negocio a la hora de llevar cientos de arreglos para eventos especiales. Gracias a la pura suerte, contestaron a mi llamada y pudieron venir en poco tiempo a embalar el espejo y subirlo a una camioneta pequeña.
Tras orientar al conductor proporcionado mi dirección, quise provechar el viaje y volver a casa en el vehículo, también con la intención de controlar el trato del delicado objeto.
Antes de subirme al asiento dejé dinero en el mostrador de la floristería en agradecimiento por el servicio y con cuestionables maniobras de conducción, llegamos al apartamento tan pronto cómo pude darme cuenta.Agradecía que todavía el espejo siguiera de una pieza, incluso cuando lo subió hasta mi piso. Cuando me dejaron sola, dejé las abultadas bolsas para recostarme en el sofá. Solo con pensar en todo el trabajo que me había propuesto hacer ya me cansaba mentalmente pero al recordar que Garou estaría conmigo, algo de luz iluminó la niebla.
Decidí levantarme para elevar con mis poderes la nueva adquisición en el aire, posicionándolo en diferentes lugares en busca de un buen lugar dónde colocarlo. Extrañamente sin casi concentración podía moverlo de un lado a otro hasta encontrar un espacio en el pequeño pasillo.
Nada mas colocarlo en el suelo en el lugar elegido con cuidado, el timbre sonó con fuerza. Me alteré un poco y ni siquiera sabía porqué, todo estaba en orden pero Garou hacía que todo explotara en caos de nervios.
Abrí la puerta, encontrándome con un Garou sonriente, con su ropa habitual y ambas manos a la espalda:
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La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)
RandomEl pasado nos marca de maneras buenas o malas indistintamente y al crecer esos sucesos nos hacen reaccionar a situaciones que se nos presentan en la vida de distintas maneras. Aquellos recuerdos escondidos en lo más profundo del inconsciente acaban...