Capítulo 37

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Izquierda, derecha y recto. Llevábamos un buen rato corriendo entre corredores sin final del que ni siquiera sabía que había recorrido antes. Escaleras abajo. Seguíamos oyendo estridentes ruidos y temblores de tierra que estaban casi derrumbando la estructura. Sin embargo todo cambió al escuchar un grito de auxilio en medio de un simultáneo silencio:

-¡¡Que alguien me ayude!! -fue un grito tan desgarrador que me dio escalofríos, y a pesar, y no tanto pesar, esa voz siguió pidiendo ayuda- ¡¡Aquí hay un monstruo!! ¡¡Héroes, por favor, venid!!

Retumbó en todo el pasillo y miré enseguida a Saitama, el cuál asintió serio y preocupado. No teníamos que decirlo, él simplemente puso la quinta marcha para desaparecer de mi vista en un segundo, e incluso yo misma quise acelerar el paso lo máximo que me fue posible pudiendo alcanzar el arco sin puertas que nos indicaba la entrada a la zona del ring, justo detrás de Saitama.

Era un monstruo, muy grande y a punto de aplastar con un solo pie a unos competidores heridos y tirados en el suelo. No tardé en reaccionar, alcé el vuelo y puse una pantalla delante de él, evitando que pudiera poner , ya que el maestro ya había puesto a salvo a los heridos.

Empujé mi pantalla hacia el monstruo, haciéndolo retroceder unos pasos valiosos, fue entonces cuando me percaté de la presencia de Suiryu:

-¿¡Quiénes sois?! -gritó el monstruo, confundido-

-Quédate ahí -le hablé al chico a la vez que hacía levitar su cuerpo para alejarlo un poco de la zona de peligro y poner una barrera protegiéndolo a él y a los demás-

-Somos héroes -Saitama contestó acercándose al monstruo- Hemos oído tu llamada, Suiryu. Habéis aguantado bien, ahora déjanoslo a nosotros.

Baje hasta el suelo con los brazos en jarra, ambos con una sonrisita en la cara:

-¿Quieres practicar un poco? -dirigió su mano hacia el monstruo que nos miraba detenidamente con esos ojos entre rojos y amarillos-

-Encantada -volví a elevarme hacia el cielo y vi cómo Saitama daba unos pasos hacia atrás con los brazos cruzados-
-¿Qué es lo que estáis intentando hacer debiluchos? -gritó más que preguntar- Basta de charla, ¡Sufrid la ira del gran Bakuzan!

De un momento a otro, se abalanzó sobre mí, en un intento de soltarme una serie de puñetazos seguidos. Y a pesar de que era un ataque a lo bestia, no notaba que tuviera mucho sentido actuar tan a lo bruto, eso siempre te haría perder de alguna u otra manera:

-Cállate, ¿Quieres? -chasqueé los dedos-

Unos brazos gigantes aparecieron de la nada. El monstruo no se esperaba aquel contraataque y entró en pánico tratando de liberarse del agarre que estas ejercían:

-¿¡Qué es esto?! -gritaba frenético- ¿¡Suéltame?!

Me sentía extraña, ahora parecía más fácil que de costumbre y no entendía por qué. Antes algo que tanto esfuerzo me costaba, ahora era sólo un juego que requería poco físico. Pensaba que todos mis esfuerzos jamás obtendrían sus frutos, y llevaba años intentándolo con insistencia, tanta que en algún momento seguí practicando debido a la esperanza que guardaban los demás en mí. Yo misma había abandonado el juego de la ilusión porque no entendía cómo era tan fácil para algunos, incluida mi propia sangre, y yo solamente parecía que me tenía que quedar atrás, por alguna razón que no podía comprender. Tatsumaki intentaba mantenerme a flote, diciendo en cuanto la oportunidad se ofrecía, que yo era la más fuerte de las dos, aún cuando perdía o simplemente evitaba enfrentamientos contra criaturas de nivel de desastre Tigre. Algo bastante doloroso para alguien que se supone que era la carta blanca de la baraja, estando posicionada entre los rangos más altos:

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora