Capítulo 44

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Gyoro Gyoro observaba atento a los movimientos de ambos luchadores, era una escena digna de ver. Luces y proyectiles se precipitaban cómo un espectáculo de fuegos artificiales, mientras el monstruo rosa se resguardaba en su esfera protectora. Aunque no lo quisiera admitir aún, Garou tenía lo que se necesario para ser un gran monstruo, sus habilidades aumentaban por segundos, su determinación era implacable, sus ansias de llegar a la cima…Todo parecían ser ventajas hasta que aparecía la única desventaja, su actitud. Era alguien tozudo, que pretendía actuar en solitario y eso no le agradaba, una actitud tan obtusa chocaba con una jerarquía y la destruía al instante si de este dependía todo. Tendría aliados sí, pero nadie similar a él, alguien capaz de lograrlo.
Lograr acabar con una mafia a la que habían nombrado cómo “Asociación de Héroes”, a la que tantos problemas le ocasionaba para lograr alzarse con el control de un país entero y a los que habitaban en él…No obstante para lograr aquel objetivo tenía que, además de número, contar con aliados fuertes y el peliblanco le llamaba la atención.
Sus rápidos movimientos y agilidad mental, le daban alguna que otra ventaja contra Orochi, aunque todo aquello sólo le sumó un poco más de tiempo al resultado. Detrás del gran puño que lanzó a la pared el imponente monstruo, se encontraba Garou nuevamente inconsciente y derrotado. Su desempeño había sido espléndido dadas las circunstancias, y a pesar de todo Gyoro Gyoro entrecerró su único ojo en señal de decepción. Su sujeto aún no estaba preparado, pero no todo estaba perdido.
Paró a Orochi en seco, para su suerte aquel ser le obedecía cómo un perro y este se sentó de nuevo en su asiento tallado en la piedra de las profundidades. Todo el panorama lucía en ruinas y solitario. Los espectadores habían huido en masa al ver cómo ambos contrincantes se tomaban la libertad de usar todo el recinto para su pelea, y el monstruo de tono rosa lo agradecía. Aunque siempre mantenía su ojo atento, a cada roca que se moviera sin su consentimiento en su querida base subterránea y a cualquiera que se metiera en dónde no debía.
Con sus poderes, atrajo hacia sí el cuerpo del chico, y seguidamente, una jeringuilla con una extraña sustancia en su interior se movía con precisión hasta ellos. La larga ajuga no tardó en clavarse en el cuello del Cazador.
Había trabajado mucho en aquel mejunje de color amarillo pálido. Varios anteriores a él, habían sucumbido a sus efectos hasta el punto de freírles la corteza cerebral, sin embargo ahora era segura. No del todo, pero lo suficiente y ya sabía que ofrecía los resultados esperados…la anulación de interconexiones cerebrales. Debía suministrarse gradualmente para tener un efecto completo sobre el sujeto, y cuando se lograba completar, aquellos a los que afectaba hacían todo lo que se les pedía. Tampoco podían recordar otra cosa más, eran almas sin recuerdo. Una amnesia provocada, algo súbito que dejaba a páginas en blanco en dónde poder escribir una nueva historia y propósito, aunque otros escribieran en ellas.

Gyoro Gyoro desvió su mirada hacia el gigante monstruo a su lado, completamente inexpresivo, con complicidad. Adoraba la idea de tenerlos bajo su mando, y al parecer, el poderoso grupo iba en aumento. Pero a pesar de ello, tenía que ser paciente si no quería acabar con el árbol que le regalaría más fruta.
Con Garou flotando a su lado, salió del recinto para internarse en los pasillos hasta llegar a la salita dónde había dejado al peliblanco en un principio, lo desvistió, lo curó de nuevo con un cuidadoso vendaje hasta dejarlo idéntico a cómo antes de la pelea. Tenía que ser todo igual para no levantar sospechas…






Garou se encontraba en los brazos de Morfeo, muy cansado y ni siquiera sabía por qué. El silencio que lo rodeaba lo hacía todo más placentero, sin embargo abrió los ojos de par en par de un segundo al otro, cómo si hubiera despertado de un mal sueño. Aunque casi lo parecía. Su mente se encontraba relajada en aquella estancia. Estaba todo bastante oscuro y eso mantenía en calma a su mente atormentada. Se llevó a la frente el dorso de la mano, descansando los ojos y soltando un largo suspiro en el acto, se sentía confundido y excesivamente agotado. Se encontró a sí mismo pensando en todo y nada a la vez, sus pensamientos no se agrupaban con coherencia, enfureciéndolo. Con pesadez se levantó, si pasaba mas tiempo en aquella cama perdido en su propio mundo.
Inesperadamente, podía ver bien en aquel entorno, las cuatro paredes que le rodeaban, la roñosa cama en la que había estado y una junto a esta, una pila de ropa en la que reposaba una hoja de papel. Sin mucho interés en ella, la agarró sin muchas expectativas. Y aparentemente sus sospechas habían sido confirmadas, esta nota de parte de la asociación le pedía amistosamente que se uniera, que compartían tanto propósitos cómo acciones y le sería más fácil alcanzar su similar objetivo uniendo fuerzas, además de ofrecerle ropa. Un gesto para nada desinteresado, al contrario de como se afirmaba en la complaciente nota.
El peliblanco enmarañó el papel para formar una bola y tirarla hacia la esquina más lejana dónde yacía otra bola del mismo tamaño. Su desinterés general lo dejaba sin palabras. Sin embargo, al detenerse a ver más de cerca las prendas, su cuerpo se sumergió en una cálida sensación mientras se le formaba una pequeña sonrisa en los labios que ni siquiera se había dado cuenta que tenía. Todo de aquellas prendas le traía recuerdos dolorosos, no obstante aquella sensación se fue difuminado hasta volver al semblante serio e impasible, intentando nl dejarse llevar.

Muy en el fondo, las cosas eran raramente familiares para él en general, todo era extraño, cómo si viviera un deja vu demasiado realista. Su cuerpo se internó hacia los pasillos cómo si un imán lo atrajera hacia estos. Sabía lo que estaba haciendo, iba directo a una enorme sala. Sin embargo, todo estaba derruido y abandonado, no era como lo recordaba y aquello frustró aún más al chico quién, con rabia partió hacia la salida.
Era fácil de encontrar, el aire se hacía cada vez más ligero y esa era su guía. Garou quería soltar su frustración con algún individuo, y desgraciadamente no hubo nadie para irrumpir su camino. Aquel lugar parecía un desierto, y era algo preocupante de cierta manera. Mas cuando una bocanada de aire fresco entró en sus pulmones, las preguntas quedaron en segundo plano. El sol iluminaba su rostro una vez más, fue reconfortante salir de aquel agujero enmarañado. Garou estiró sus músculos antes de seguir caminando, su cuerpo seguía un poco dolorido y, a demás de eso, tenía hambre. Mucha, demasiada. Con cara de pocos amigos vagó por la cuidad destruida, no entendía muy bien dónde estaba o qué había pasado allí. Los edificios estaban abandonados y en ruinas a pesar de ser nuevos, escombros de otras edificaciones yacían en el suelo. Sin embargo, a parte de la arrasada cuidad se encontraba alguien, observándolo de cerca, siguiendo sus pasos a mucha conciencia.
Trató de ignorarlo, mas no pudo evitarlo, sabía perfectamente quién estaba por los alrededores…







Jadeaba, estaba cansada. Aquel último monstruo había sido más complicado de lo que había previsto y las cosas se habían torcido un poco, pero al final, había salido victoriosa.
Como pude, escapé entre las nubes de polvo que me rodeaban. No quería ser vista, aunque a veces fuera imposible. Había oído gritos conocidos, sin embargo cerraba mis ojos con fuerza, no dejando a la idea alcanzar mi mente y disiparla entre golpes antes de que acabara conmigo. Necesitaba mantenerme centrada en lo que tenía que hacer, y aún así, mis poderes fallaban.
Había recorrido varios lugares sin rumbo alguno, simplemente acabando con todos los monstruos que pudiera, y no era suficiente. A pocas calles de unos, otros. Era una pesadilla para cualquiera, y lo era aún más debido a la falta de héroes en los alrededores. Mas no podía detenerme, necesitaba ser más rápida y precisa.
Corría y volaba a la vez, mis pulmones estaban a su máximo rendimiento. Todo aquello habría sido más fácil si mis poderes hubieran estado ahí para mí, pero no, era algo completamente independiente y no me dejaba actuar de manera planificada. Tenía que tener en mente que en cualquier momento me iba a quedar tirada, y ya había dejado de intentar mantenerlos, luchando contra mí misma. No obstante, intentaba separar mis pies de la tierra lo más que podía, a pesar de todo lo necesitaba. Podía correr bastante pero ya había pasado demasiadas horas y necesitaba descansar lo mas que pudiera.

Me detuve al instante al sentir una sombra en una callejuela, algo se movía hacia mí con pasividad. Me preparé, no parecía muy peligroso pero sentía que debía estar alerta. Antes de que se me pudiera erizar la espalda, mi gato apareció desde la sombreada calle. Caminando con tranquilidad hacia mí, maulló y se fregó en mis piernas.
No daba crédito, mi pulso seguía a mil y tuve que respirar unas cuantas veces para salir del “modo batalla” .Entre mis largos suspiros, agradecía que se encontrara bien, mas no entendía cómo había salido de mi apartamento o cómo me había encontrado en medio de todo aquel caos. Mi estómago se tensó al pensar en cuantas horas habría estado perdido por la ciudad en mi busca:

-Dios mío… ¿Cómo…? -me arrodillé y estiré mi mano para tocarlo, mas él se escabulló rápidamente por el callejón. E intenté reaccionar antes de que se me escapara- ¡Espera, no te vayas!

Me adentré sin pensarlo en aquel sitio en el que cabía por las justas, me costaba seguirle el paso y a pesar de que lo llamara, él simplemente seguía escapando. No podía dejarlo, me dolía pensar en que otro ser querido podía salir herido, sabiendo que pude hacer algo al respecto.
Sabía que alguien a cuatro patas era más rápido que un humano común a dos, pero esto era algo de otro mundo. Me recordó a cuando nos encontramos por primera vez en aquel solitario bosque, aunque esta vez fuera yo la que lo estaba siguiendo a él. Iba lo más rápido que mis piernas podían, a pesar de poder volar en algún momento, se me escapaba de las manos. Eran demasiadas las calles por las cuales había ido, ya ni siquiera sabía dónde me encontraba pero aquel gato no se me iba a salir con la suya.
Mientras volaba, caí en la cuenta de que podía mantenerme más tiempo y me alcé sobre los edificios en busca del felino. Veía de reojo su silueta y me lanzaba apresuradamente, no obstante cuando miraba hacia otro lado, volvía a estar lejos de mí.
De alguna manera, en algún momento ya no sentía moverse nada. Me quedé en silencio, esperando un sonido, sin embargo la brisa era lo único que me acompañaba. Frustrada, solté un suspiro fuerte antes de alzar el vuelo nuevamente para poder rastrear la zona. Lo veía, muy discreto, pero me guiaba hacia su posición. Esta vez no quise arriesgarme y lo seguía pacientemente desde las alturas, a una velocidad vertiginosa, ya que el minino no era particularmente lento.
Sin embargo, cuando miré hacia un lado en un momento en dónde perdí a mi objetivo, el mundo se apagó. Caí del cielo descontroladamente, sin poder volver a recuperarme en el aire. Agité con desesperación ambos brazos y piernas, y tras el segundo de shock me preparaba para gritar alocadamente cuando mi cuerpo chocó de la forma más brusca posible contra la cornisa de un edificio. Mis brazos quedaron anclados a la azotea del edificio de tres plantas, mis manos se agarraban de una planicie que tendía a resbalar de mis uñas. Quería ponerme a llorar, sin embargo salir de aquella situación ahogó la necesidad y me llenó de fuerzas para ayudarme de mis pies en un intento de escalar. Rezaba por no deslizarme, ciertos movimientos provocaban que mis brazos se deslizaran del cemento de la azotea hacia el vacío de varios metros de alto.
Me prometí a mí misma que no miraría abajo, era la manera más fácil de rendirse y caer, y con muchísima fuerza y una lucha mental casi imposible, logré en impulso poner mi torso en la planicie horizontal, y con ella, el resto de mi cuerpo. Respiraba con dificultad, mi espalda reposaba sobre la fría superficie. Me tapé los ojos con ambas manos, deseaba tanto tantas cosas que quise quedarme mirando al cielo y quedarme perdida en el silencio de aquella zona derruida de la ciudad. Sin embargo, mi mente no quiso quedarse allí, sabía por qué pero era algo que no iba a nombrar en alto. Me levanté con cuidado y me asomé por el lado contrario de la edificación. Allí estaba, caminando con las manos en los bolsillos y con la espalda un tanto combada como de costumbre sabía que hacía cuando estaba solo. Garou se encaminaba con paso tranquilo hacia la zona que todavía parecía mantenerse en pie y estar habitada. Mi corazón dio un vuelco al ver aquel puntiagudo pelo albino y brillante de nuevo.
Era una realidad, no estaba preparada para verlo, ni esperaba verlo nuevamente tan pronto. Había perdido la noción del tiempo y las cosas parecían haber ocurrido años atrás, y aunque quisiera mantenerme al margen, mi maldita curiosidad me mataba por dentro. Bajé lo más rápido que pude y me escondí en una esquina oscura para observarle desde la lejanía. Sabía que estaba mal pero había traicionado a mi propia consciencia.
A pesar de estar concentrada en mantenerme a una distancia segura, mi cuerpo se había asentado lo suficiente cómo para sentir dolor y a pesar de ello continué siguiéndole hasta que desapareció de la vista en un parpadeo. Me alteré de inmediato, y dejé mi rostro al descubierto preguntándome a dónde habría ido. Lamentablemente al poco después sentí su presencia a mis espaldas, que acompañó con su voz, acentuando su presencia:

-¿Se puede saber por qué me estás siguiendo? -su voz grave me alarmó, pude ver de cerca su rostro fruncido en un ceño antes de caer sentada. Hubiera dado lo que fuese para desaparecer en aquel instante, pero no pude. Un atisbo de dolor se reflejó en mí, y me sobé la espalda intentando apaciguar el golpe seco.

Sus brazos cruzados, me hacían sentir pena por mí misma. Aunque, al segundo siguiente, su expresión se relajó a la vez que miraba al suelo, intentando encontrar una forma de levantarme:

-Estaba buscando a mi gato… -susurré con vergüenza. Aspiraba fuerte por la nariz, parecía que estaba llorando a pesar de que estaba conteniendo todo lo más que podía. Haciendo la situación más amena de lo que en un principio era-

Me levanté con dificultad, hasta que él me agarró del brazo. Su tacto se sintió electrizante, y me aparté rápidamente. Me centraba en los trozos con los que me había tropezado acariciando mi baja espalda, era imposible mirarle a los ojos:

-Cuál, ¿Este? -de sus espaldas, el gato salió refregándose en sus rodillas mientras nos miraba a los dos con inocencia

Mascullé con los dientes apretados, ni siquiera en estos momentos me podía salvar de mentir y eso me hizo ponerme más en una posición cerrada e intrusiva. Parecía que abría la boca y todo se iba al garete:
-Desde el principio noté que me estabas siguiendo, no has sido tan discreta cómo aquella vez… -sentí que se rompió un poco su voz, o solamente era lo que yo quería escuchar-

-Lo siento -suspiré, ya no sabía de qué manera esconderme o evitarle-

-¿Qué te ha pasado? -supe que había cabeceado un poco, el rabillo del ojo siempre te dejaba una visión panorámica, ahora no muy deseada. Su voz sonaba muy fuerte, cómo si me acusara de algo-

-¿El qué? -enfoqué mi mirada hacia mi cuerpo apartando los brazos, fue entonces cuando caí en la cuenta-

Todo era un desastre, por fin entendía qué era a lo qué se refería, la ropa que llevaba se había quemado por algunos lados mientras que por otros estaba literalmente rajada o cortada y llena de manchas de todo tipo, grandes y pequeñas. No había, siquiera, visto mi reflejo desde hacía horas pero sentía lo mal herida que estaba, ahora que todo el paisaje lucía más relajante.

Lo había dado todo, sin siquiera analizar la situación, me había metido en varias ocasiones entre un héroe y un monstruo. Sin saber muy bien qué hacer o cómo hacerlo, iba y lo hacía. Algunas voces conocidas en la lejanía habían intentado alcanzar mi pensamiento con fuerza y con la misma fuerza, esta la rechazaba. Me lanzaba cómo un rayo hacia cualquiera que fuere considerado una amenaza para los habitantes de la ciudad, y todo ello se hacía en el más completo silencio, concentrándome solamente en el objetivo en cuestión y cómo si se tratase de una figura fantasmal. No me atrevía si quiera a mirar a los que me llamaban, si lo hacía, talvez no la contaba y mis demonios lograban dejarme llorado en medio de un lugar caótico.
No espeté palabra, no sabía tampoco qué decir:

-No…Me he dado cuenta yo, -me interrumpió para pasar por mi lado e irse a la calle principal-

Lo miré desconcertada, pensé que, sin más, iba desaparecer de nuevo y eso me dio una patada al estómago. Me dolía, y en el fondo, pensaba que jamás volvería a verlo si se marchaba. Pero, para mi sorpresa, este se giró y me miró directamente. No pude apartar la mirada, simplemente dejé que las mariposas transformaran mi vientre en un nido de emociones incomprensibles. Y con un pequeño gesto, me hizo comprender que quería que le siguiera y así lo hice en silencio.

Temí pensar que estuviera enfadado, él mantenía su ritmo y debido a mi estado, tropezaba al andar. Después de haber relajado mi cuerpo, todo lo que antes no había sentido se intensificó, y aún más ante el peliblanco. No sabía que estaba pasando, pero por ahora todo parecía más ameno de lo que mi mente se esperaba. Temía encontrarme en el ojo del huracán.





¡Por fin, el capítulo ha llegado para quedarse!
Espero que esto haya llenado vuestras expectativas, de dudas y de ganas de seguir conmigo en esta aventura

No me voy, como siempre, sin antes daros las gracias por todo💕

¡Nos vemos!

¡Por fin, el capítulo ha llegado para quedarse!Espero que esto haya llenado vuestras expectativas, de dudas y de ganas de seguir conmigo en esta aventura⭐No me voy, como siempre, sin antes daros las gracias por todo💕
¡Nos vemos!

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La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora