Capítulo 11

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Tomó aire:

-Disculpa -se inclinó un poco a mirarme- No he podido evitar ver lo preciosa que eres...

Un suspiro cansado se escapó de mi, entretanto mantenía la vista fija en los edificios cercanos:

-"Dios mío..." -rodé los ojos sin que se notara mucho- "De nuevo otro que intenta ligar conmigo, que pesadez"

-¿Te han dejado plantada? Pareces triste -se sentó en el asiento de Tatsumaki sin que nadie le hubiera invitado- No puedo entender cómo alguien tiene la vergüenza de dejarte aquí sola.

Le miré de reojo, con cara de pocos amigos. En parte tenía razón, me sentía pensativa y rara a la vez lo que, por otro lado, me desconcertaba.

Se había pasado bastante al sentarse frente a mí y claramente, no quería que aquello fuera a más. Primero probaría a ser cortés, si eso no funcionaba, me pondría seria sobre el asunto:

-No, no me han...-giré mi cabeza, mirándolo y puse las manos sobre la mesa para explicarme mejor, sin embargo me interrumpió-

-Tranquila, no te preocupes -me sonreía abiertamente, como si de un alma inocente se tratara- No necesitas explicar nada, te entiendo perfectamente.

Estaba en shock, este chico estaba formándose una película en la que me había metido sin yo quererlo. Incluso me sentía intimidada, su manera de acercarse y hablarme denotaba que ya tenía experiencia en entablar conversaciones con jóvenes desconocidas de forma coqueta, por así decirlo:

-Gracias por ser tan amable... -alargué la frase esperando a que dijera su nombre-

-Suiryu, experto en artes marciales -lo miré de arriba a abajo, extrañada-

Sus ojos azules no dejaban de mirarme y su largo pelo atado en una coleta baja le caía por el hombro izquierdo de su uniforme negro de artes marciales. Su piel bronceada resaltaba sus ojos, haciéndole más persuasivo a la vista y siendo realistas, feo no era:

-...Suiryu, pero ahora me gustaría que me dejes disfrutar de mi soledad y que, por favor, te levantes de ese asiento que era originalmente para mi hermana -puntualicé a la vez que contenía mis ganas de darle una patada en la cara-

-¿Así que esa chica que ha entrado contigo es tu hermana, eh? Sinceramente a pesar de que ella tampoco este tan mal, me quedaría contigo un millón de veces -posó su rostro entre sus manos dejando sus codos apoyados en la mesa entretanto se deslizaba hasta mí lo máximo que le fue posible- por cierto, ¿Cómo te llamas muñeca?

-"Esta bien, si quieres jugar a esto, entonces juguemos" -pensé determinada-

Me acomodé en el asiento con una sonrisa pícara de lado y una mirada fija y penetrante. Reposé mi rostro en mi mano izquierda a la vez que la otra descansaba sobre la mesa:

-Cariño, te lo voy a dejar muy claro -tomé aire y me miró confuso mientras me acercaba a su rostro al igual que había hecho él anteriormente- O te vas...o haré que te vayas.

La rabia estaba creciendo en mí y podía notar cómo en la última frase mi rostro se había vuelto serio y amenazador. Él sólo se limitó a recular sorprendido hasta volver a erguirse en el asiento, sonriente:

-Vaya, claramente eres mi tipo -me dijo alegre- pensé que al venir desde China no encontraría gran cosa, sin embargo me he topado con una inmensa tentación imposible de ignorar.

Se acercó de nuevo e intentó posar su mano encima de la mía. Mi plan no había funcionado y estaba a punto de tumbar mesas si era necesario. Pecar de inocente le iba a salir caro, sin embargo antes de poder tocarme o yo poder hacer nada, un objeto brillante golpeó su mano haciéndolo alejarse.

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora