Winter Special (part 1)

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Tomé un sorbo de leche de coco, y a su vez le di un mordisco pequeño a una cookie que había agarrado del paquete encima de la mesita de café. Hacía bastante frío en el exterior y ya había visto que llevaba horas nevando algo que, en parte, me alegraba ver. Sin embargo, mi cuerpo pedía descanso:

-¿Le pongo más leña al fuego? -preguntó Garou deslizándose de la manta que nos cubría y acercándose a la puerta de la chimenea-

Asentí , sorbiendo un poco más de líquido mientras veía el rápido fuego que habíamos encendido hacía tan solo unos minutos:

-Si, la verdad es que me cuesta templar -me tapé un poco los pies con la manta acolchada que había comprado con motivos navideños-

-No me extraña, estaba todo muy gélido ahí afuera -volvió a ocupar su lugar junto a mi en el sillón, acurrucándonos a la vez que se tapaba con cuidado de no dejarme al descubierto y agarrando su taza de té- A parte, esta casa parece que ha estado vacía bastante tiempo.

-Seh, supongo que solo la usarán durante la temporada.

Y es que, estas navidades empezaban diferentes…

Varias semanas antes.

Garou se encontraba de paseo por el centro, cuando se encontró a un hombre que estaba siendo atracado por un ladrón. El atracador simplemente logró mirar un segundo al peliblanco en tono de disgusto tras entrometerse en la escena antes de acabar estampado contra la pared del edificio de la acera contraria segundos más tarde. El vendedor, agradecido, quiso devolverle el favor dejándole probar su suerte en su puesto de juego de azar.
Esta persona tenía en su mesa una rueda opaca con bolas de colores dentro, dependiendo del color, se ganaba un premio diferente. Todo a cambio de unos simples yenes que te podían hacer ganar tanto una taza barata, cómo una aspiradora. No obstante, en sus primeros 3 intentos gratuitos, Garou solamente ganó dos tazas y un peluche de rana, pero eso no lo detuvo para seguir jugando hasta sacar con todas las bolas y ganar su tan ansiado primer premio, un viaje para dos a una cabaña, clases de esquí incluidas.
A pesar de su emoción, el vendedor esperaba dubitativo a que le pagara por el resto de intentos que había realizado, y que había aplazado pagar. Este le pidió su teléfono al hombre para poder contactar conmigo. Sus palabras fueron directas al grano; quería que fuera hasta allí, quería verme. Intenté evadir su propuesta en un principio, su llamada me había pillado en mitad de una pelea a las afueras con un monstruo de barro. Aunque, después de intentarlo de varias maneras, más tarde me reveló cuál era la verdadera situación y, tras un largo suspiro cansado, le respondí que estaría allí en un rato.

Había tardado un poco más de lo que había esperado pero finalmente había conseguido acabar con el monstruo que me habían asignado, no sin antes ensuciar parte de mi pelo, ropa y demás. Maldecí en voz alta mientras corría hasta la locación que Garou me había indicado. Lamentablemente casi todo el recorrido tuvo que ser a pie, y corriendo. Las pocas veces que me encontré sola, sobrevolé unas cuantas cuadras hasta que, nuevamente me volvía a encontrar con algún transeúnte.
Tres cuartos de hora mas tarde de la llamada, aparecí frente al puesto. Al parecer Garou se había ido del lugar, dejando a un enfadado vendedor. Este comenzó a desfogarse conmigo, pidiéndome que le pagara por 100 intentos:

-¿¡Qué?! -pregunté desconfiada a la vez que asombrada- No puede ser…

-¡¡Claro que sí!! -esta persona soltaba humo hasta por los oídos- ¡Ha estado aquí hasta sacar todas las bolas del bombo y ganarse el premio que quería!

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora