Capítulo 48

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En otra parte de la ciudad, la calma reinaba en su máximo esplendor. Por un momento me olvidé de ser yo misma, toda la tensión se había perdido en la brisa por un breve instante y pude detenerme en el tiempo. A un lado quedaban las peleas y el terror de fallar, lo había logrado y mi emoción logró posicionarme en un estado de paz que no experimentaba hace bastante. Suponía que habíamos pasado en las entrañas de la organización de Monstruos varias horas y nos encontrábamos bajo el cielo del día siguiente. La gran edificación que contemplábamos desde hace ya un rato se hizo más grande, y recordé cómo había escapado de las celdas sin el permiso de nadie.
Una mueca de susto se reflejó en mi rostro, se me había ido de la cabeza por completo y probablemente me capturarían. Sin embargo, las cosas fueron un poco diferentes. Un comité de bienvenida nos recibió al tocar el suelo de cemento de la entrada; al frente, Sekingar, uno de los ejecutivos, y a sus costados, agentes armados apuntándonos.
Los tres retrocedimos un paso, sin embargo, al ver a ambos niños, este mandó a sus agentes desviar las armas hacia otro lado. Sin decir palabra, deshice la barrera transparente verdosa que nos separaba de ellos y los chicos fueron con cautela, aunque rapidez hacia el interior del edificio. Tal y cómo les había ordenado Sekingar, tras ello, finalmente se dirigió a mi:

-Te veo caminando libremente por la ciudad Nymph -alzó una ceja, sabía lo que quería decir- Se suponía que debías estar en una celda de aislamiento hasta nuevo aviso.

-Veo que haber traído al hijo de uno de los peces gordos no ha servido de excusa -enredé los dedos en mi pelo, deshaciendo el pelo mientras se oían los gritos del padre de Wagama. Todos estaban inmóviles, agudizando los oídos ante el acontecimiento-

Con un gesto de un mano, mandó a las tropas retirarse, acercándose a mí. Yo también caminé unos pasos hacia él, no quería empequeñecerme pero me miraba tan seriamente que pensé que la cosa era más seria de lo que yo había supuesto de camino a allí:

-¿Quieres dejar de parecer un pollito mojado? - se cruzó de brazos, continuando con su mirada fría y fija- Nos están grabando, ya lo sabes.

-Lo siento -mi postura se torcía, e intenté erguirme, sobándome la nuca con una mano e intentando relajar los músculos del cuello en su proceso- Siempre eres tú el que carga con la culpa delante de los superiores.

-Siempre -suspiró-

Él era uno de nuestros tantos jefes, que cumplía de intermediario entre los superiores y nosotros, los héroes. Era alguien serio, oscuro y joven, a pesar de que esto último no lo quisiera aparentar. Un misterio en todas sus formas, las pocas veces que se había dirigido a mí personalmente, se había mostrado directo e implacable. Y me había salvado cuando yo no podía dar la talla o causara algún tipo de inconveniente por cualquier motivo, le debía demasiado por la paciencia que me tenía. No obstante, escapar de un castigo era prácticamente imposible de justificar de forma racional.
Era un sabor agridulce, la euforia de mi victoria se quería hundir en la sensación de incompetencia más despectiva y autodestructiva:

-Aunque, Tatsumaki se ha encargado esta vez -miró de reojo, casi intentando ver si alguien se encontraba cerca de nosotros-

-"Cómo tantas otras de las que ni sabré" -pensé martirizándome-

-Vino enseguida, nada más acabar con el resto del mobiliario, y armó un revuelo en la sede... Supongo que te es fácil imaginar el resto -sólo el recuerdo pareció asustarlo-

Asentí, con la mirada perdida:

-Si realmente tengo que volver, lo haré -no quería. Quería ver a Garou pero otra parte de mí, tenía miedo de qué me podía encontrar y quería esconderse-

-Nymph, hablando en serio... -lo miré con asombro- Has traído al hijo de uno de nuestros inversores, creo con creces que eso bastará, por ahora.

Todas sus facciones se relajaron y casi pude ver una pequeña curvatura en sus labios, parecía aliviado. Rápidamente solté un suspiro, también con alivio de saber que el ambiente estaba relajado:

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora