Capítulo 50

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Mi caminar no cesaba, ni tampoco las preguntas sin respuesta sobre el gato que estaba siguiendo desde hacía varias horas. Sin embargo, no me permití entretenerme en ello. Las paredes trepidaban a mi alrededor y debía estar atenta a cualquier movimiento inusual. Mientras que el gato aparecía y se ocultaba a su antojo ante el peligro, yo era la única que debía enfrentar a todo lo que se interpusiese en el camino.
En el momento menos esperado, mis sentidos se centraron en una de las grietas que crecía paulatinamente a uno de mis costados, hasta que, de este, emergió un monstruo humanoide que poseía una cabeza y una cola semejantes a las de un gato.
Sin mucho tiempo para reaccionar, un rápido salto mortal hacia atrás me salvó del encontronazo y me permitió ver de qué manera aquel ser se desplazaba por grietas tan finas cómo el papel. Era su cuerpo, se deformaba y adaptaba hasta poder pasar por dónde quisiera, para luego volver a su masa natural:

-¿Y ahora, quién se supone que eres tú? -sus grandes ojos me escrutaban desde lo alto-

-¿Te interesa o algo? -respondí sarcástica adoptando una pose defensiva-

Su iris redondeado, pronto se transformó en un hilo que cortaba sus globos oculares en dos, parecía alarmado y errático, murmurando para sí mismo:

-¿Quién se oculta? -sus letales uñas parecieron hacerse más grandes mientras olía el aire- ¡Aquí!

Después de un veloz movimiento, atrapó a mi gato agarrándolo por el pellejo, este gruñía y escupía al monstruo sin cesar, en un intento de liberarse. Una mueca sonriente y tenebrosa dejó expuestos los puntiagudos dientes del monstruo gatuno:

-Así que un Bakeneko...-me miró con frialdad, antes de lanzarlo en mi dirección como si fuera basura- Jamás he visto un ataque con espectros, has ganado un punto a tu favor, pero que sea precisamente uno tan débil...casi me ofende.

Intenté agarrar al animal antes de que cayera de mala manera, pero se dispersó en forma de bruma antes de poder llegar a tocarlo, algo que antes le había visto hacer y que no dejaba de asombrarme. No obstante, sacudí la cabeza para volver a centrarme en el enemigo quién había ladeado su mirada hacia la grieta de donde, anteriormente, había emergido. Un sonido a piedras y retumbante se hacía cada vez más intenso, aproximándose con fiereza:

-Whoops, ya está aquí. -una explosión de cemento y polvo repentina, me obligó a proteger mis ojos-
Tras toser un poco y habiéndose disipado un poco el polvo, pude ver a Puri Puri Prsioner, desnudo y lanzándose hacia una grieta en el suelo. El monstruo había desaparecido de la escena y me habían dejado prácticamente sola de nuevo. Prisioner parecía 'nadar' por el cemento, en busca y captura. Unas zancadas me bastaron para poder ver el hueco de la pared con más claridad, era prácticamente un túnel finito y estrecho. Lo observé confusa e intrigada a la vez, jamás pensé que alguien podría adentrarse en cemento seco:

-"Intentaré ayudar a Prisioner y luego seguiré con lo que estaba" -miré hacia los lados, en busca del Bakeneko, quién se encontraba sentado, mirándome. Sin nada que decir al respecto-

-Y tú, más vale que puedas explicar todo esto más tarde -señalé al animal con seriedad y este maulló sin remordimientos, al parecer-

Dos pasos hacia atrás me sirvieron para impulsarme e introducirme volando hacia el interior del hueco. No estaban muy lejos, pero igualmente era complicado seguirles el paso, e incluso en ocasiones, salían de entre las paredes y corriendo para intentar crear una distracción. Sin embargo, tras una ardua persecución, el héroe perdió de vista a su presa y acabó llegando a una silenciosa sala.
Miraba con confusión a su alrededor cuando yo me puse de pie a su lado:

-Siento que lo hayas perdido -acompañado por un suspiro y una mueca de desgano-

Prisioner se topó con mi mirada. No sabía qué sentir, pero simplemente me quedé congelada esperando una reacción por su parte, y tras infernales segundos de incertidumbre, acompañó mis gestos con una media sonrisa:

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora