Capítulo 2

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Me aferré a Saitama lo más fuerte que pude hasta que súbitamente paró y cuando miré a mi alrededor, ya estaba enfrente de mi apartamento. Me soltó con una delicadeza excepcional observando cómo me encontraba:

-¿___(T/N) que hacías ahí? - me preguntó tras recobrar la compostura, sin embargo su voz denotaba un poco molestia, además de un ceño fruncido que tal vez podía albergar preocupación-

- Bueno...-dije mirándole de frente, avergonzada, ya que realmente había sido imprudente. Podría haber acabado con aquel monstruo pero esa no era la idea principal-

-Podría haberte hecho mucho daño.

-Estaba cerca y al ver como El Hombre Más Fuerte Del Mundo King huía pensé en ir yo misma a derrotarlo-expliqué apenada bajando la mirada al suelo- ojalá os hubiera visto antes, lo siento. Parecía que no habían héroes cerca y...

Me interrumpió:

-Vale...-soltó un suspiro tranquilo y me sonrió a su manera, dejando reposar una mano en mi hombro-no te puedo culpar, has pensado cómo un héroe lo habría hecho. No te preocupes, más tarde iré a ver que le ha sucedido a King pero recuerda que no puedes ser vista utilizando tus poderes, tienes habilidades sin embargo con aquel monstruo te hubieras visto forzada a usarlos.

-Supongo...-levanté entonces la mirada hacia él, sonriendo todavía avergonzada- gracias por salvarme Saitama, me da la impresión de que no he aprendido nada después de los 3 años que llevo viviéndo aqui, y además parece cómo si tuvieras que mantener un ojo encima mio casi constantemente.

-A mí no me importa cuidar de ti-quitó la mano de mi hombro, de alguna manera le entristeció lo que había dicho-lo único que me preocupa es que te hagan daño.

No pude evitar abrazarlo al acto enroscando mis brazos por detrás de su nuca, Saitama era alguien importante para mí e incluso, un modelo a seguir. Un verdadero héroe que vivía en el anonimato. Éste se sorprendió pero tampoco lo rechazó, me gustaba abrazar a mis conocidos más cercanos, era cariñosa con quién debía y me encantaba:

-Esto...-dijo confundido con un tono rosado en sus mejillas casi imperceptible-

-Gracias de nuevo-dije animada, lo solté rápidamente y le di una de mis sonrisas más sinceras y radiantes. Tras eso, me dirigí a mi edificio dándonos el último adiós con la mano cuando recordé algo-¡Ah! casi se me olvida, dale las gracias a Genos de mi parte.

-Lo haré -dijo antes de encaminarse de nuevo a la ciudad-

Al llegar a casa, me quité los zapatos a la entrada y caminé hasta dejarme caer en uno de los cómodos sofás azul grisáceo claro de tres plazas, con muchas almohadas pequeñas. Unas del mismo color que este y otras con diferentes patrones y tonos de azul. Encendí la televisión para distraerme un poco, me sentía avergonzada por no pensar con claridad.

Debía de ser prudente, era el Arma Secreta de la asociación de héroes y por ello no podía usar mis poderes en público, de un modo no tan estricto los combates cuerpo a cuerpo estaban medianamente permitidos, ya que si en algún momento corría peligro me vería en la necesidad de defenderme con técnicas básicas. Mi conocimiento de ataque y defensa personal no eran muy extensos pero sabía ingeniármelas bien si la ocasión se ofrecía para ello, afortunadamente también era rápida y ágil gracias a los entrenamientos que el mismísimo Genos me había impuesto hacía varios meses atrás para ayudarme.

Mi teléfono empezó a sonar. Lo miré desinteresada para ver de quién se trataba, inevitablemente tuve que responder ya que era mi hermana:

-...-no quería hablar y dejé que ella hablara-

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora