Capítulo 35

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Cerré la puerta de mi apartamento. Había insistido vagamente a Garou para que se quedara conmigo más tiempo pero tras una pequeña pelea coqueta, me hizo saber que era mejor así, además de que tenía cosas que hacer. Después de un cariñoso beso en la frente, esperó a que entrara al edificio para desaparecer.

Me desplomé en el sofá suspirante y con el gato todavía en brazos:

-Siento demasiadas cosas a la vez -dije acariciándolo- Y no puedo dejar de pensar en él...Sólo quiero gritar hasta quedarme sin voz.

Los minutos pasaban con mi mente encallada en el pasado, y con ello de nuevo una canción; Close to you.
Era un cúmulo de cosas, entre las cuales, cómo cuidaría del gato. Siempre había querido tener una mascota, sin embargo ante el peligro que pudiera estar expuesto el animal o la atadura emocional a este, podía ser más un desastre que un beneficio para ambos.
En la actualidad, tenía que cuidarlo. Intenté preparar algunas cosas simples para esta noche, no estaba segura de nada, aunque mañana siempre podía ir a comprar algo...

-"Mañana..." -pensé intrigada, opacando la melodía en mi cabeza- "Mañana pasaba algo...¡Mierda el torneo! Casi se me olvida"

Preparé mi alarma y me acosté rápidamente, esta vez, con un acompañante en las cercanías de mi rostro.

….

A la mañana siguiente muy temprano, fui a comprar algunos utensilios y básicamente todo lo que el gato pudiera necesitar. En mi camino recogí un tipo de bollería industrial para desayunar algo rápido con un té en casa y alguna que otra cosa más. Iba a ser un día largo y era necesario tomar precauciones.
En mi cerebro, se abultaba la idea de que no podía seguir diciendo “el gato” a ese ser que vivía en mi casa desde la noche anterior. Quería quedármelo pero no estaba segura, sin embargo merecía un nombre adecuado.

Tenía una mañana atareada, vaya que sí. Pero supe manejarme bien para poder arreglarme con rapidez y dejar todo impecable antes de que Saitama llamara a la puerta:

-¡Hola Saitama! Pasa – me hice a un lado- Wow, que diferente estás con el keikogi y la peluca.

Me reí y él también hizo lo mismo, era una imagen un poco cómica:
-Bueno, de camino a aquí nadie me ha mirado de manera extraña, así que supongo que da el pego -se rascó la mejilla, pensativo- Aunque tampoco es que me haya encontrado con demasiada gente.

-Cállate, estás perfecto -sonreí anudando el cinturón blanco de la manera que me había enseñado Bang cuando oí un maullido a mis espaldas- ¡Ya está!

Me di la vuelta para acariciar la cabeza del felino que me miraba confundido:

-Tranquilo, enseguida vuelvo.

-¿Oh? Vaya, ¿Desde cuándo tienes un gato? -pregunto Saitama acercándose a él con simpatía- Que raro, me deja tocarlo. Usualmente todos me huyen.

-No me extraña, parece ser así con todos -los miraba a ambos cómo disfrutaban de su compañía- Lo tengo desde ayer, y a pesar de todo, parece no tener dueño.

-¿Enserio? -estaba un poco impresionado mientras se levantaba- Por un momento pensé que dirías semanas.

Agarré mi bolso para encaminarnos hacia el lugar del torneo a la vez que seguíamos con la conversación:

-¿Y eso por qué? -reí ante la ocurrencia de Saitama-

-Bueno… Hace un tiempo que no apareces por casa y si no fuera porque nos encontramos ayer, estaría preocupado -su mirada estaba clavada al frente, sin expresión, cómo acostumbraba mas parecía tenso- creía que estarías ocupada con alguna misión sumamente especial o con tu hermana, o en este caso, con tu nueva mascota.

La Verdadera Fuerza (Garou y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora