Capítulo 44 - Ana

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Capítulo 44 - Ana

La primavera se hizo desear. Aunque el calorcito llegó antes, recién ahora se siente ese espíritu más vivo que supongo viene acompañado del florecer de las plantas y de los días más largos. Fue un mes eterno. De ahogo y de sostén. Con Lau lejos todo esto fue más difícil. Mis papas volvieron a su rutina como si nada hubiera pasado. Pero a mí me pesa. Se gesta adentro mío una tormenta que a veces siento que no puedo sostener más.

Diego retomó su trabajo, aunque como era de esperarse perdió muchos clientes y eso lo tiene de bastante mal humor. Yo también retomé mis clases, que por suerte volvieron a ser presenciales. Bailar siempre fue una liberación. Ahora la Escuela también se convirtió en mi refugio.

Desde que Diego volvió a casa duerme en el estudio y yo en la habitación. No somos pareja o eso creo, nada está claro. Hablamos mucho más, de otras cosas. Me confía sus miedos y se abre conmigo como no lo había hecho nunca en nuestros últimos años juntos.

También hay momentos del día en dónde lo veo sumergirse en un mar oscuro y cuando eso sucede siento miedo. Miedo de que se hunda y no vuelva más.

Cuando termino de dar clase, a veces evito volver rápido a casa y eso me llena de culpa. Hoy es distinto, necesito volver temprano. Diego trabaja asique voy derecho al baño para darme una buena ducha. Estoy cansada y dejo que el agua caiga sobre mi cuerpo sin hacer mucho más que eso. Solo sentir el agua tibia relajando cada músculo. No tengo hambre así que me disculpo y me meto en la cama.

Desde que vi a Damián tan lastimado las pesadillas empeoraron. Así que mi agotamiento es doble. Me contuve de hablar con Julia porque intuyo que lo que pasó el otro día tiene que ver con aquellos llamados que tan mal lo pusieron. Y le prometí que no iba a decir nada. Apenas me duermo todo se vuelve negro y veo un camino de sangre. Lo sigo y llego hasta un cuerpo. Es Damián, está pálido y frío. Grito. Grito en el sueño y en la vigilia también. Hasta que vuelvo a mí. Mis propios gritos me despiertan. Diego entra corriendo asustado. Le explicó que fue un sueño, uno muy malo.

−Ana, tus pesadillas están empeorando.

Baja la cabeza, es evidente que se siente culpable.

−Hey Die. Te aseguro que no tiene que ver con vos.

−No me mientas, antes no tenías sueños tan feos. Ni siquiera queres contármelos.

−No Die, no quiero contarte porque no quiero cargarte con algo más. Se supone que yo tengo que estar para vos ahora y no al revés.

−Ana...

Se acerca para besarme, pero corro la boca hacia un lado. Se me rompe el corazón, pero no puedo hacerlo.

−Perdón Die. Por ahora estoy como amiga. Te amo y quiero acompañarte. Pero por favor no forcemos esto.

Vuelve esa mirada oscura que tanto me aterra.

Y entonces todo aquello que no hablábamos, todo lo que reprimíamos sobre nosotros, explota adelante nuestro.

− ¿Es por lo que pasó con Julia?

−No, no sé.

_ ¿Es Damián?

No tengo palabras. No quiero mentirle, pero tampoco sé que responder.

− ¡Ana!

Pego un salto ante el grito que no esperaba.

− ¡No se Diego! No podés pretender que todo esté bien. Nosotros estábamos separados por algo.

−Entonces es por el vídeo con...

− ¡Fue mucho más que el video Diego! Fue vernos desencontrados, tener que estar con otros para que desees estar conmigo. Que prefieras trabajar 20 hs. en vez de venir a la cama. El video con Julia solamente hizo que vea la distancia que hay entre nosotros como pareja. – De golpe una especie de luz cae sobre tanta oscuridad. Podría jurar que hasta escuché el clic -. Me hizo ver qué queremos cosas distintas.

− ¿Me estás diciendo que nunca más vamos a estar juntos?

−Estoy tratando de decirte que necesito tiempo.

Su mirada está llena de rabia.

−Cuando pasó... Cuando paso lo de mi... - No puede terminar la frase y yo asiento con la cabeza porque sé muy bien a que se refiere – Vos estabas con Damián. No me atendías porque estabas con él.

− Si, y saber que podría haber evitado que vayas me consume desde el día que te vi en la comisaria.

−No me importa eso ahora. Me importa que lo que pasó con Julia te haya llevado directo a él.

−No es así Die. - De nuevo esa oscuridad en su mirada que me aterra. Lo veo cerrar los puños y contener la ira- Es mejor que sigamos con esto mañana más tranquilos.

Si digo algo o me acerco va a ser peor.

Diego me mira y se va dando un portazo.

Me quedo enredada en las sábanas sin mover ni un músculo.

Miro al techo con una certeza: se nos está yendo de las manos. 

Quiero verte bailarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora