13.
Querer.
—El desastre en esta casa siempre fue nulo, pero sabes, cuando tienes un hijo, a medida que crece el desorden lo hace con él.
Escucho silenciosamente la explicación de Dulce con respecto a unos pocos peluches sobre la mesada. No veo desastre en su pulcra cocina, es más, me intimida el brillo que tiene, pero para ella es mejor disculparse de ante mano, a su supuesto desastre.
—¿Leche? —asiento a su pregunta, me quedo viendo como prepara con mucha agilidad las tazas de té.
No solía tomar mucho te, pero bueno, ahora lo haría para acompañarla. Era extraño sentirme intimidada por ella, cuando no debía ser así, desde que nacimos nos inculcaron eso.
—¿De dónde eres?
La pregunta que hace cuando toma asiento frente a mí, me deja pensando, normalmente no todos sabían de las manadas lejanas o cercanas.
—De ningún lado—Contesto y su mirada es curiosa—. Vivía cerca de la manada Reither.
Le explico aproximadamente donde es cuando veo que se encuentra confusa. En eso me cuenta que es una chica de ciudad, que creció toda su vida en ella. Son leves toques, pero aún se le nota la costumbre de su vestimenta o estilo, no es muy común de por aquí.
—Así que estas sola—Murmura y asiento—. Disculpa que lo pregunte, pero desde que me acerque a ti, no logro descifrar que eres. Tienes un aroma muy extraño.
Solo debo mirarla una vez para darme cuenta que su pregunta es meramente por curiosidad. Por segundos es sorpresiva porque sé que ella es humana, pero solo basta recordar que tiene un hijo con un jefe y ya entiendo la situación.
—Soy mitad humana. Y fui exiliada de mi manada.
Creo que se abstiene a contestarme y en su lugar bebe un poco de su te. No debe ser muy inteligente, para saber que el exilio es por pocos motivos y es grave entre los cambiantes.
—¿Hiciste algo muy malo?
Su pregunta retumba en mi mente y no tengo respuesta alguna. ¿Cómo tendría que contestar algo así? ¿Muy malo? Definitivamente eso quedaría corto para todo el camino de sangre que viene persiguiéndome.
—Algo así.
No vuelve a decirme nada y por la mirada precavida que me da, creo que me está dando mi tiempo, al parecer había mostrado más tristeza de la que sentía.
—¿Cuántos años tiene tu hijo? —Le pregunto para romper el silencio.
ESTÁS LEYENDO
Suya
WerewolfLo curioso de esta vida, es que suele darte tanto como te quita. Para Lynette la vida le ha quitado todo y mucho mas, sola, sin familia, sin hogar y a la espera de su final, la joven hibrida esta mas que dispuesta a abrazar su muerte e ir con su dio...