14 | Opción

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14.



Opción.


Me recuesto contra la pared mientras continuo el hilo de la conversación, no debo hacerlo, pero escucho.


—No tiene sentido lo que dices.


—Dulce, ya hemos decidido esto.


—Pero puede ser diferente. Pueden intentarlo. Harán mucho por ella, para simplemente dejarla ir.


—Quieren ir a guerra por ella.


—Se lo debemos.


—No entiendo—dice ella.


—Es nuestro deber. Lynette está sola en el mundo, cuando nosotros deberíamos estar ahí para ella. Nunca estará completamente llena con la vida, porque ha nacido y está destinada a nosotros. Estamos dejando todo, entonces lo único que podemos hacer mínimamente es ayudarla.


—No es justo. Deben ser sinceros con ella.


Creo que las palabras de ella me llegan y por ese segundo me doy cuenta que he estado conteniendo la respiración. Una de mis manos está empezando a temblar. Ni siquiera ellos me pueden aceptar. La vida me pone en el camino a quienes deben estar conmigo, pero ni siquiera puedo ser suficiente para ellos.


—¿Dean? —Soy lenta al reaccionar y solo cuando ya Dulce ha notado la presencia de su hijo y este enseguida le responde en un gruñido, me doy verdaderamente cuenta de la situación.


Solo cuando la puerta a mi lado es completamente abierta y unos ojos cristalinos me ven fijamente, quiero desaparecer.


—Perdón—Me disculpo y ni siquiera sé por cual razón—. Dean no quería quedarse.


A mi pobre excusa le sigue un silencio que por segundo me da miedo, solo cuando se escucha un exagerado suspiro y mis ojos logran ver a Dulce moverse hasta la puerta, me tranquilizó.


—No hay problema, debía suponer que este pequeño no querría quedarse tanto—Ambas dirigimos la mirada a la pequeña criatura que está cerca de los pues de su madre—. De igual forma, ya he terminado aquí—mira dentro de la habitación y creo que les da una dura mirada a los tres hombres dentro de ella—. Saldré con Dean, ¿Quieres venir?


Solo cuando sus ojos vuelven a caer sobre mí, caigo en que su pregunta era a mi persona. Asiento lentamente, la veo avanzar por el pasillo y solo doy una última mirada a la habitación, encontrándome con tres pares de ojos idénticos mirándome sin pestañear, antes de seguirla a ella.


* * *


Miro a Dulce interactuar con su hijo y un sentimiento triste me embarga. Ella sí pudo, si puede y seguramente siempre podrá ser una muy buena madre.

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