36 | Hermanos

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36.


Hermanos.


—¡Es mi hijo también! —creo que hasta los gemelos se estremecen por el gruñido de Dalton—. ¡¿Cómo te atreviste a hacer esto?!


—Dalton...


—Has sentenciado a nuestro hijo—acusa—. Se lo diste a él. Después de todo lo que sabes, ¿Cómo pudiste? —me siento débil ante el gran aura de poder que está soltando Dalton, creo que la rigidez en los hombres que tengo frente a mí también demuestra que están siendo afectados por Dalton.


—Fue lo mejor, no confió en los...


—¡¿Lo mejor para quién?! —hasta yo misma me asombro de la furia que emana y la cual Dulce ignora—. Le has dado todo. ¡Todo! Y ni siquiera eres consiente de eso—la señala antes de alejarse un paso y tapar su rostro con una de sus manos—. Demian esta perdido. Se perdió hace tiempo—deja caer su mano y desde donde estoy veo el dorado de sus ojos—. No necesita una salvadora. No te necesita. ¡Así que, por favor, deja de querer remediar lo que hizo! ¡Nunca pasara! —veo como Isaac toma del brazo a Isaiah deteniéndolo en su lugar cuando este reacciona ante la furia y manera en que Dalton alza el tono de su voz.


—¡Es tu maldito hermano por dios! —me sorprende como Dulce pierde su tranquilidad y alza su voz—. ¡Esto no tiene nada que ver conmigo o contigo! Es sobre nuestro hijo, nuestro hijo que tiene una maldita diana en su cabeza, mi hijo que intentaran matar al mínimo descuido. Así que no, no me importa tu maldito enojo, no me importa que me grites y me odies, nada de eso importa si Dean esta bien.


Dulce termina de hablar y la veo respirar profundo, su pecho sube y baja y ella solo mira en silencio a Dalton. Por segundos creo que esto habrá terminado, cuando siento la sensación asfixiante del lugar, mi cuerpo tiembla y creo que caeré antes de que los gemelos me sostengan, furia, enojo, desesperación, tristeza, miles de sensaciones me ahogaban, sensaciones que no eran mías, eran de Dalton. Me asombraba la fuerza que la tenia, aun con tantos sentimientos a flor de piel, aun con tanta fuerza que su otro lado empezaba a soltar, el aun no se convertía, un alfa.


Mi chillido queda a mitad de camino casi ahogado por el que suelta Dulce cuando Dalton pone una de sus manos en su hombro empujándola rápidamente hasta encerrarla contra la pared más cercana y su cuerpo. No tengo que ver la mirada que Dalton le debe estar dando porque siento su fuerza en todos lados, aun así, admiro como Dulce alza su mirada y espera.


—¿Esta bien? —hasta yo trago en seco escuchando su otra voz, oscura, ronca y llena de odio—. Nunca podrás asegurar eso. Nunca podrás estar segura de que Demian no perderá el control, jamás. Le diste a nuestro hijo a alguien que no es consciente en esos momentos, así que no importa todas las conversaciones que tuvieron, los momentos que lo dejaste estar cerca de nuestro hijo, no importa que tan normal se haya visto contigo—niega—. El se pierde—noto la amargura de su voz—. Y ahora lo hará con nuestro hijo cerca. Un cachorro que no puede contra alguien como Demian.


—Dalton...


Lo veo soltarla y alejarse unos pasos de ella, noto como su respiración es agitada y Dulce también lo nota.

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