27 | Jugar

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27.


Jugar.


La madera del techo estaba astillada. No. A decir verdad, la segunda y quinta biga del techo estaban astilladas. La sexta estaba más bien un poco más oscura que las otras. Si, eran diferentes.


—No te iras muy lejos.


Dejo de ver le techo para que mis ojos se encuentren con la piel expuesta del torso de Isaiah, en algún momento del camino de la cocina a la cama, su camiseta había desaparecido. Podría decirse que su estado me estaba inquietando, pero mentiría, mi cuerpo se alteraba de solo verlo así. Pero tenerlo de rodillas frente a mí, si me estaba inquietando.


Aunque estaba sentada en la cama, debido a la gran altura del colchón mis pies no tocaban el piso, sino que colgaban. No, uno de ellos colgaba mientras el otro era tomado entre las ásperas manos de Isaiah. Era algo cautivador ver los ojos brillantes de Isaiah mirarme cargados de deseo y más.


Esa fue la única mirada que pude ver con plenitud antes de verlo bajar lo suficiente hasta que algo humedad se posó sobre mi pantorrilla. El pequeño estremecimiento que me recorrió no supe si fue de sentirlo a él, verlo o tenerlo así.


El rastro que no había pero que seguía impregnando mi piel a medida que sus besos iban subiendo por mis rodillas estaba plasmado en mi mente, cada beso se plantaba y quedaba en mí.


Debía confesar que cuando sus labios siguieron el camino sin detenerse por la ropa que me cubría, fue algo raro. La expectativa estaba latente mientras lo veía avanzar a mi ombligo sin haberse detenido en ningún lado. Me sentí pequeña cuando sus manos se sostuvieron de mi cintura para elevarse. En comparación a él, era extremadamente pequeña.


Trague en seco mirándolo desde abajo, sus ojos tenían ese tinte de peligro en ellos. Respire hondo cuando me tomo de la barbilla para luego viajar a mi cuello. Fue un agarre fuerte, sin dudar, como me tomo del cuello obligándome a verlo. Me fije como me observaba, esperando. La recompensa no tardo en caer en mis labios, la ternura de su recorrido en mi cuerpo, no parecía ser de él, porque quien me besaba era alguien duro, carnal.


Fui abandonaba recuperado la respiración mientras sus manos me retiraron mi camiseta, el pequeño empujón que me dio fue lo que necesité para dejarme caer sobre el colchón. Aunque quise quedarme quieta bajo su mirada, mi pecho subía y bajaba con rapidez, la satisfacción que demostró su pequeña sonrisa cuando vio mi desnudes bajo la tela me hizo abandonar la vergüenza en el momento en que el pequeño frio choco contra mi piel haciendo erizar mi cuerpo.


Solo basto que apoyara una de sus rodillas en la cama, para alterarme. Mis piernas quedaron colgando, y la separación entre ellas ahora era invadida por una de sus piernas, por el calor de su cuerpo. Cuando fui apresada entre su cuerpo y el colchón, se hizo más notable que lo único que separaba su rodilla de mi centro era una fina tela. Me exalté cuando se empezó a frotar un poco contra mí, solo tuve que mirarlo para ver su sonrisa burlona.


—Juegas sucio—murmure siendo que tanto el como yo, éramos conscientes del calor que había entre mi entrepierna.

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