21 | Mujer

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21.




Mujer.




—Este es el ala familiar, te quedaras en la habitación que le pertenecía a nuestro hermano.


—Por allí están las habitaciones de las visitas.


Miro el al final del pasillo donde señala Isaac, en si es un pasillo enorme, dividido en dos solo por las escaleras de acceso, en el hay diversas puertas.


Sigo en silencio a los gemelos cuando entran a un cuarto, es bonito, ni siquiera parece haberle pertenecido a un hombre, pero considerando el tiempo pasado desde entonces, supongo que habrán arreglado el lugar para visitas.


—Nuestros cuartos están al frente—asiento viendo las dos puertas.


—Si quieres podemos cambiar lo que no te guste—aunque escucho las palabras de Isaac no respondo.


Ambos están en cada extremo del cuarto, observándome. Por mera curiosidad recorro cada lugar del cuarto bajo sus miradas, hacía tiempo había dejado de tener un cuarto propio, un lugar a donde estar sola y donde tener lo mío.


Sigo dando pasos innecesarios hasta llegar a la puerta, la cierro y me recuesto en ella. Al principio veo mis pies, enfundados en zapatos que Dulce me presto, estaban limpios. Solo debo alzar la vista para encontrarme con ellos viéndome, esperando.


—¿Por qué no dejaron que ella siguiera preguntando? —la curiosidad puede conmigo, lo cierto es que estaba más que dispuesta a decirle todo lo que ella quisiera saber, pero la interrupción de los gemelos fue lo que menos espere.


—No necesitas darle explicaciones a nadie, Lynette.


—Pero se los debo—contradigo a Isaiah—. Les debo dar al menos una razón por la cual no sentirme tan egoísta. He llegado a este lugar solo para desequilibrar todo, debe haber un por qué.


—Eso solos nos incumbe a nosotros—Isaac nos mira—. A nadie más.


—Entonces, ¿Porque no la piden? —pregunto—. ¿Por qué ignoran todo como si no importara? Quieren enfrentar algo, pero ni siquiera tienen una razón.


Ambos guardan silencio, cuando veo que se miran no puedo evitar bajar la mirada. En algún momento en el silencio, alguien me toca, me toma de la barbilla y me obliga a ver.


—Tu eres razón suficiente Lynette—Isaac silencioso y sereno, me obliga a mirarlo—. El porqué, lo sabremos cuando sea el momento adecuado. Cuando estés verdaderamente lista—lo miro confusa.

SuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora