7 | Apestar

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7.



Apestar.



—¿Son tuyos?


Dejo de ver mis manos juntas sobre mis piernas y veo al hombre frente a mí, señalando a los dos cachorros que investigan la habitación. Estar con Isaiah era una cosa completamente diferente que estar con su hermano. Él llenaba muchos silencios, donde Isaac solo los necesarios.


—No—Niego y enseguida veo su confusión—. Bueno, si—Vuelvo a responder.


—¿Podrías explicarte mejor? —pide después de dejar caer un incómodo silencio.


—Los encontré y tengo la intención de buscarles un hogar.


No me responde, pero eso no es lo que me incomoda, sino su larga mirada, seguida de un leve suspiro y una sonrisa, que estaba segura era de puro sarcasmo y burla. Por un momento pienso en no decir absolutamente nada, pero cuando continúa viéndome así, me irrito.


—¿Que? —Me niega en respuesta—. Sea lo que sea, lo estás pensando. Así que dilo.

Por un momento creo que simplemente va a ignorarme, pero cuando su mirada cae de los dos perros a mí, habla.


—Solo es algo curioso—Murmura—. No, perdón, la palabra indicada es irónico.


—¿Podrías explicarte mejor? —Uso la misma pregunta que al principio el me hizo.


—Irónico. Que alguien sin hogar y futuro, quiera buscarles un hogar y un futuro.


Sus palabras pegan y fuerte, para que negarlo. Creo que por segundos veo su expectación a la espera de una mordaz respuesta, lastima por él. No la tendrá.


¿Qué sentido tendría responder eso, después de todo? Era cierto, no tenía un hogar, ni un futuro en mente o posible. Eso estaba más que asegurado, pero él no lo sabía y no sería yo quien se lo dijera. Creo que cuando ve que no tengo intención alguna de responderle, se impacienta, por lo que abandona el asiento frente a mí y empieza a recorrer la habitación.


El lugar es grande, abierto y desde donde estoy puedo ver las dos enormes camas que están al final del cuarto. Un espacio de relajamiento y un pequeño y modesto comedor terminan todo haciéndolo un pequeño piso perfecto.


No quiero creer que fui traída aquí por mero plan de ambos gemelos, pero mientras pasan los minutos, ese pensamiento no deja de entrar en mi mente.


Ahora estaba tranquila, mi cuerpo lo estaba. Pero hace aproximadamente media hora cuando me encontré en un lugar cerrado con ambos hombres, algo extraño paso y no me gusto. Tal vez estar entre dos entes de mucha dominancia era demasiado para alguien como yo.

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