22 | Conocer

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22.




Conocer.




—¿Historiador? —repite Isaac y asiento—. De ahí tu afán por leer tanto y saber.


—Algo así, pero no es solo por el—miro hacia arriba, el cielo era tapado por las diversas ramas de los árboles que se enlazaban entre si—. Mi madre era tradicional, le gustaban las costumbres. Ella también me hacía aprender mucho.


—No era muy tradicional—comenta y deja de hablar cuando nos toca pasar sobre un gran tronco, no me permite terminar de bajar sola cuando acude a ayudarme—. Estuvo con un humano.


—Ciertamente, también rompía las reglas.


Isaac me escucha, pero dejo de verlo un momento para centrarme a nuestro alrededor. El bosque parecía ser tan igual a cualquiera, así lo vería cualquier humano, pero era diferente, su aroma, su tierra, su historia. Tenía su belleza interna como todo en la naturaleza.


—¿Qué te gustaba más? —escucho su pregunta mientras sigo sus pasos—. ¿Vivir con humanos o en una manada?


—Me crie como humana Isaac—sonrió—. Fui a un colegio, terminé mis estudios y estuve a punto de empezar una carrera. Mi vida era la de una humana.


—¿Qué paso?


—Mi padre murió—lo digo firme pero aun así siento el nudo en mi garganta—. No tenía más familia en la ciudad, entonces decidí tomarme un año e irme a vivir con mi madre.


Agradezco que no siga con la conversación, aunque en un principio fue mas una ronda de preguntas sin verdadero sentido, habíamos terminado en ese tema.


—¿Por qué eres tan reservado? —pregunto por mera curiosidad y estoy tentada a pedirle que no me mienta, pero descarto eso, él no lo haría—. Hasta diría desconfiado.


—A veces es mejor ser así, para evitar situaciones que no deseo—murmura antes de dejar caer un silencio.


Me gusta que los siguientes minutos caminemos en silencio, no es uno incomodo, sino más bien relajante. Isaac se mueve por el lugar con perfecto conocimiento de dónde ir, ya nos habíamos adentrado lo suficiente como para perder cualquier rastro de regreso a la casa.


En algún momento entre tantos pasos, dejo de escuchar los sonidos de la naturaleza y de los pájaros y me centro más en otro. Me cuesta encontrarlo entre todos, pero cuando lo hago veo que Isaac me mira en silencio, esperando.


—¿Es una...


No me deja contestar porque asiente. Quiero pedirle que nos apresuremos, pero no lo hago porque enseguida una de mis manos es entrelazada con la suya, lo sigo lo mejor que puedo considerando que sus pasos son muy seguros y largos, pero mi mente solo puede pensar en su toque, en su mano con la mía. Un pequeño estremecimiento me recorre.

SuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora