PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
EL MUCHACHO APOYA LA ESPALDA SOBRE LA PARED OCULTA DE LA COCINA. Adopta una postura neutra ya que trataba no provocar demasiado ruido y ser atrapado en su tarea de investigación secreta.
—¿Qué es lo que querías decirme?
La mujer encoge sus hombros provocando que los pliegues de su camisa floral se arruguen. Por un momento detiene su mirada en un azucarero transparente y vierte la leche sobre una taza creando una mezcla homogénea de café.
Por un momento siento que mi corazón saldrá por mi boca. ¿Realmente estaba preparada para decirle algo así a mis padres? ¿O debía huir a París y fingir mi secuestro?
—Bueno, es que Thomas y yo....
Mis palabras se detienen involuntariamente.
—¿Sí?
—Bueno —repito con incomodidad —, nosotros queríamos verlos, obviamente, era una de las razones por las que vinimos aquí. Pero hemos estado pensando que.... —sonrío con apuros tras observar la mirada impaciente de mi madre —, he estado haciendo unas pruebas de nivel de francés para extranjeros y así asegurarme otro año más en París.
—¿Así que te quedas en París?
—Algo así.
El joven frunce el ceño con impresión. Simplemente aquellas palabras no parecían encajar en las expectativas que tenía de su hermana. Pues, pensaba que, si su llegada había sido tan reciente, es por que estaba planteando volver a instalarse.
¿Volver a París?
¿No se supone que era un continuo infierno para ella?
—Vuelvo a reafirmar mis palabras de ayer, cielo —una sonrisa se dibuja en sus labios finos —, eres la persona más indecisa que conozco. Últimamente, trato de cuestionarme si lo heredaste de mí o de tu padre.
—Supongo que las cosas han cambiado —sonrío tímidamente —, pero que opinas, ¿te parece bien? ¿o quizás un poco precipitado?
—No sé, simplemente me sorprende —responde —. Pero si es lo que realmente quieres, tu padre y yo siempre apoyaremos las decisiones que te hagan feliz. Si lo que quieres es estudiar otro año allá y si tienes los fondos suficientes para hacerlo, no puedo decir que no.
—En realidad, no solo estoy contemplando vivir allí —mis dedos se agarrotan. Incorporo una seria postura y trato de controlar el temblor de mi voz —, como decía, Thomas y yo estuvimos pensando en alquilar algún apartamento modesto. Ya sabes, algo que no sea demasiado caro, ni lujoso, si no, sencillo. Por ahora nos gustaría empezar con algún lugar ordinario.
