PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MIS DEDOS FRÍOS Y AGOTADOS SUJETAN EL BOLIGRAFO AZUL CON EL QUE HE ESTUDIADO MÁS DE MEDIA HORA. Intento escribir algo convincente, pero entonces, la imagen de mí misma, de mi silueta y mi ropa sobre la Torre Eiffel viene de repente. Suelto un quejido horroroso y tiro el bolígrafo que mis manos temblorosas han estado sujetando.
¿Qué rayos me pasa?
Tengo que terminar este articulo antes del lunes, y no consigo pensar en una opinión lo suficientemente sólida y perfecta para poder subir la nota de la asignatura. Maldigo a Norman, en realidad maldigo a todos mis amigos.
No puedo concentrarme, simplemente es imposible. Cuando me doy cuenta de que tengo que terminar esto contra antes, mi espalda se agacha al igual que mis piernas, y vuelvo a tomar aquel bolígrafo con un descontento y desanimo extremo. Debo terminarlo, debo pensar en algo que sea lo suficientemente bueno. Algo que vuelve a sorprender a la señorita Clarins, y que me conceda otra hora libre, algo que le haga sorprenderse, y subir mi nota final de esta asignatura hasta lo más máximo.
—¿Te encuentras bien, Violet?
Richard está posado sobre mi cama que se encuentra sobre el extremo izquierdo de mi habitación. Está tumbado sobre el centro de la cama, pues acaba de terminar de estudiar sus apuntes sobre la computación, y ahora está mirando los vinilos de música que tengo colocados sobre la estantería que hay localizada más arriba de mi cama.
—No sé qué debería de poner aquí.
Se levanta de la cama con sábanas de motivos florales de forma rápida y tensada. Sus ojos se apoyan sobre el documento que tengo que trabajar y lee el texto de forma progresiva y lineal. Mantiene su mirada de arriba a abajo, y ahora su barbilla y parte de su melena se apoya sobre mis hombros. Puedo sentir su respiración sobre mi cuello, y eso me precipita a dejar de concentrarme en lo que estaba haciendo.
—Pues escribe que debería ser neutral. Quiero decir si los periodistas fueran totalmente objetivos, podrían influenciar a la gente ¿no crees?
—¡Perfecto! —sonrío mágicamente —. Creo que los periodistas deberían ser totalmente parciales en eso.
—Además, puedes analizar las ventajas de ser totalmente ser totalmente objetivo y sus desventajas. Seguro que eso convence a la señorita Clarins, ya sabes que a ella le gusta mucho las respuestas justificadas. Dame las gracias —ordena de forma concisa —. ¿No te parece que deberías hacerlo?
Mis labios se posan sobre su mejilla y le doy un beso preciso.
—¿Te parece si descansamos un rato? —sus manos se posan sobre mi hombro y ríe.
