𝘪𝘷. quatre
𝐕𝐈𝐄 𝐍𝐎𝐔𝐕𝐄𝐋𝐋𝐄
EL RELOJ MARCA LAS ONCE Y MEDIA DE LA MAÑANA. Lo apago maldiciendo a todo el mundo y vuelvo a darme la vuelta de manera instantánea. Eso hasta que recuerdo que, aunque tenga veintiún años, mi madre sigue gritando mi nombre como si tuviera ocho y fuese a perder el autobús escolar.
—Violet —mi madre vocifera —. ¡Tu reunión, perderás esa reunión tan importante!
—¡Está bien! —grito con rabia —. ¡Deja de gritar, por favor!
Mi pijama de cuadros rojos y negros se muestra por toda la habitación. Primero bajaré hacia la cocina de mi casa, para poder alimentarme con algo, tal vez un buen dulce y un café recargado, fueran las únicas soluciones para poder deshacerme de estos nervios angustiantes que oprimen todo mi sistema digestivo. Tal vez, así dejaría de experimentar unas náuseas tremendas que recorren lo más profundo de mi garganta hasta lo más hondo de mi estómago, pues en cuestión de segundos puedo experimentar las náuseas más grandes de mi vida.
He bajado las escaleras tratando de no tropezar con algún escalón que me hiciese tener una lesión grave, o que agravara mi estancia sobre el país francófono. Pues estoy tratando de concienciarme de que no podré cancelar nada, la cláusula de esta universidad es así, no hay nada para poder cambiar la situación en la que ahora me sumergí, no hay ninguna excusa, pues mi salud es perfecta, y mis padres estaban demasiado de acuerdo con que volviese a estudiar al extranjero.
Me siento sobre una de las sillas de madera que hay apiladas sobre la mesa de madera, e intento abrir los ojos. Esta noche no he dormido nada, juraba por dios que no lo había hecho. Sé que suena paranoico, pero cruzar París, me está produciendo una ansiedad extrema. No sólo por las memorias, pero también porque apenas recuerdo algo de francés, y por qué no recuerdo muy bien las direcciones de calles, o como manejarse por el metro... o los transportes públicos. Pues cuando tenía diecisiete años, y vivía en París, acabe aprendiendo que París era una ciudad demasiado grande.
Mi madre me ofrece un café recargado. Intento beberlo de la forma más rápida posible. Pero cuando el café hace contacto con mi garganta, siento que voy a vomitar de manera rápida y extrema. Lo vuelvo a dejar sobre el posavasos de color azul que hay sobre la mesa, e intento tragar saliva una y otra vez hasta que consiga mantenerme en pie.
—¿Irás a vestirte?
—Sí.
—Papá y yo esperaremos en el auto.
—¿Y Nick?
—Nick está en la escuela, Violet —ríe —. ¿No recuerdas que hoy es martes?
—Rayos, cierto.
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𝐇𝐎𝐌𝐄𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐈𝐈 ─ daft punk fanfiction.
FanfictionPARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE] La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta. ¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...