PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Estás segura?
Asiento con la cabeza mientras sigo mirándome al espejo concentradamente.
—No hay un salón de belleza lejos de aquí.
—Entonces vayamos.
—No deberías hacerlo, Violet
—¿Por qué?
—Yo le dije muchas veces —replica la segunda joven —. Su cabello es demasiado bonito como para cortarlo de esa forma, solo por una rabieta.
—¿Una rabieta?
—Eso mismo.
—Eso solo dice dos cosas... —Manon ríe con dulzura —, o que estás pasando por una crisis existencial o es por que tuviste una ruptura.
—Estás cerca —la pelirroja casi castaña esboza una sonrisa burlona —. Casi, pero no.
Manon ahora se voltea hacia la joven y ríe con convicción.
—¿Es por un chico?
—Algo así.
—No es algo así —arrugo la frente —. Solo siento que mi cabello creció demasiado y que necesita un cambio.
—Observando como Jane apenas para de sonreír es probable que sea por un chico —ríe provocando mi irritación.
—Es por un chico —Jane devuelve una sonrisa enérgica.
—¿Has conocido a alguien y no es Pedro, Violet?
—No he conocido a nadie —adopto un tono de molestia —. Dije que quería un cambio, mi cabello está algo dañado y creo que sería bueno sanearlo.
—Eres horrible mintiendo —Henri se permite incorporarse a la conversación.
—¿Por qué dices eso?
—Henri se licencia en Psicología, por lo que sabe a la perfección los gestos que las personas realizan a la hora de mentir —Manon declara —. Una de las asignaturas que está estudiando es sobre el habla y la retórica.
—Siempre detecto cuando alguien está mintiendo.
—¿Y cómo puedes adivinar algo así? —musita Jane con curiosidad.
—Fíjate en su posición —Henri sonríe y señala mi silueta —. Está rígida, sus ojos no paran de pestañear como si tuviese un sentimiento de asfixia.
—¡Eres muy bueno, diablos! —Jane sonríe con energía.
Manon camina unos pasos pequeños, y posa sus manos sobre mis hombros, como un gesto de doble filo, por qué, ella quiere que confiese cuál es el verdadero motivo por el que decidí tener un drástico corte de cabello.
